Dormí bien, pero te soñé de nuevo, tal vez por eso dormí bien, me dió tanta paz soñarte de una manera tan linda, que por una noche me olvidé que te fuiste y aún te sentía conmigo.
Me levanté y vomité tres veces por todo aquello que no puedo decirte, pero en un rato me veía decidido como si nada hubiese pasado.
Pude comer bien, volví a disfrutar de tomar mates y comí unas cuantas uvas a la tarde. Salí a caminar y comi un poco de fiambre, si supieras los chistes que se ocurrieron tendrías ganas de pegarme.
Tu hermano me invitó a juntarnos y en media hora tenía que terminar de comer, preparar todo y hasta bañarme. Salí con una sonrisa a pesar de extrañarte, y te sentía tan cerca aunque hoy estás distante.
Le pedí que no te hablara de mi, para no dañarte, y porque nadie puede decirte cómo estoy mejor que yo. Traté de no preguntar por vos a pesar de querer saberlo todo, porque prefería la incertidumbre y respetar tu privacidad en un momento tan complicado.
Salimos a caminar a pesar de ambos estar cansados, y el estaba tan perdido que hasta confundió una planta con un perro. No llegamos ni a mitad de camino, y tuvimos que volver porque nuestros cuerpos parecían lesionados como si hubiésemos jugado un intenso partido, y volvimos entre risas por nuestro deplorable estado físico.
Volví con una sonrisa en el rostro por poder sonreír con seguridad, y sabiendo que aunque entre nosotros hoy haya distancia, valía la pena esperar.