Corea habia sido dividida por el bando de la familia Min y Kim, dos grandes mafias que controlaban cada movimiento de sus territorios. El líder Min en busca de encontrar la debilidad de los Kim, no esperaba llevarse la inesperada sorpresa de obsesio...
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El hombre mantuvo su posición analizando al chico bajo el costado de Yoongi, un chasquido sonó de sus labios inconforme de la escena que apreciaba.
—El gran líder Min... Después de tantos años sin ninguna pareja veo que te gustan los chicos jóvenes —afirmó tomando su barbilla pensativo —No puedo negarlo, los Kim tienen su encanto —soltó viendo el azulado iris destellar en odio.
Como el siseo de una serpiente, las palabras buscaron que el pelimenta perdiera los estribos por la sosa expresión. Al contrario de lo que esperaba el hombre, Yoongi ocultó su enojo mostrando una sonrisa ladina.
Si creía que con eso explotaría estaba equivocado, el pálido había vivido con múltiples personas ansiando su muerte. Las idioteces que hacían para asesinarlo en gran parte le divertían... Jiyeong, era uno de ellos. Una pobre rata sucia que se había escabullido de sus manos.
—Vamos, al fin decidiste salir de tu escondiste. ¿Qué me dices de tu esposo? —su sonrisa creció al ver que el contrario abría sus ojos sorprendido —No me digas que sigues como un pobre perro faldero a los pies de Lee —Yoongi carcajeo.
Lo único pero lo único que le fastidiaba en ese momento a Min Yoongi era tener a su angelito inconsciente, podían intentar hacer todo el daño contra él pero Jimin... Jimin ya tenía una marca de pertenencia con su nombre.
En esos momentos, poco le importaba que compartiera sangre con el culpable de la muerte de su hermana. ¿Seguiría con su venganza? Lo haría, se vengaría de Kim Namjoon y por el contrario, Jimin se quedaría a su lado.
Tal como Min lo presentía, las palabras dichas silenciaron la boca que minutos antes se burlaba de él; presenció cómo el rubio bajaba su mirada clavándola en la tierra y hojas secas del bosque.
El silencio fue el arrullo para el alma aturdida, Yoongi aprovechó aquel despiste y sacó el arma oculta en la pretina de su pantalón; con ojos fríos como el hielo apuntó hacia el frente, justo en el blanquecino cuello.
—No es gracioso, Min. —el rubio se detuvo antes de seguir, tapo sus labios conteniendo una risa retorcida —Pero sabes que, si lo es, aquella preciosura que tienes en tu poder... —relamió sus labios recordando el sabor de las lágrimas del chico.
—Estas demente —Yoongi quito el seguro. —Aceptaste vivir como una rata traicionera arrastrándote por las alcantarillas de Corea... no me extraña que a estas alturas pierdas la cabeza.
—¡El chico es el hijo menor de Siwon! —grito alzando su mirada, sacó su arma imitando la posición del mayor —No te miento, disfruté mucho cortar su delicada piel ¡No eres tan diferente a mí, Min Yoongi! —movió su dedo tirando del seguro —Planeas meterte en sus pantalones solo para vengarte de Kim Namjoon, es una buena estrategia, pero no de tu estilo. Me decepcionas, altísimo y venerado líder de los Min.
—Esta vez lastimaste a la persona equivocada, Jiyeong.
