Corea habia sido dividida por el bando de la familia Min y Kim, dos grandes mafias que controlaban cada movimiento de sus territorios. El líder Min en busca de encontrar la debilidad de los Kim, no esperaba llevarse la inesperada sorpresa de obsesio...
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—¡Yoongi!
El gemido esplendoroso envuelto en placer se perdía con el chapoteo de dos cuerpos uniéndose sin descanso alguno. La banal excusa de bañarse dentro de las aguas termales había terminado distorsionada por la lujuria acumulada de los días que transcurrieron.
Ambos, sumergidos en las cristalinas aguas que humeaban vapor jadeaban acalorados. Yoongi apretaba las caderas de Jimin ayudándolo a mantener el ritmo, mientras su cadera golpeaba fuertemente la húmeda entrada que lo recibía.
—Estas tan apretado —susurro roncamente contra el odio de Jimin.
Jimin recostó la cabeza en el hombro de Yoongi, subió los brazos para enredar sus dedos en los mechones tinturados y jalo el cabello intentando desahogarse por la ruda intromisión en su entrada.
—¡Si! —gimió cuando las embestidas se volvieron más rudas.
Las ondas del agua se creaban sin fin alguno por los bruscos movimientos de Yoongi. La ligera brisa que avisaba la caída de la noche sobre Daegu acaricio la piel de Jimin, sus vellos se erizaron y sus pezones se volvieron más erectos al sentir el cambio drástico de temperatura.
El doncel gimió desordenamente cuando Yoongi dio un certero golpe en su próstata. Con los mieles ojos entreabiertos, observo la copa de los árboles moverse y sonrió agitadamente creyendo poco la forma en que Yoongi sabía dónde tocar sus puntos más sensibles.
—Vamos, ángel. —chupo el cuello a su disposición —Gime más alto para mí.
Jimin obedeció la orden dejando sus gemidos aflorar sin ninguna barrera. Indudablemente, la experiencia de follar en las aguas termales sería una de sus favoritas
Deleitándose por el sonido angelical de los gemidos, Yoongi movió su cadera con más fuerza internándose entre los carnosos glúteos que le hacían perder la razón. Su pelvis golpeó una y otra vez, el agua comenzó a resbalarse mojando el piso de madera. Yoongi sonrió descaradamente. Le encantaba cuando el cuerpo del doncel se volvía temblores y pequeños espasmos de placer.
—Amo escuchar cómo te vuelves un desastre bajo mi tacto, ángel.
Sin poder detener sus gemidos, Jimin busco los delgados labios. Saboreo la boca contraria con necesidad, cada sonido fue ahogado por la lengua de Yoongi mientras, movía la cabeza profundizando el desorden de mordidas y chupones en el que se transformaba el beso.
Resbaladizo y húmedo, el pene de Yoongi chapoteaba entrando y saliendo con cada empuje que acortaba la distancia entre sus cuerpos. El sentimiento de sumisión nublo los sentidos de Jimin, se dejó hacer cuando el cosquilleo en su zona baja se volvió más fuerte. Volvió a jalar el cabello de Yoongi y exploto en un sonoro gemido su autoproclamado clímax.
