Ante sus palabras, tan inocentes y excitantes al mismo tiempo, un ronco y fuerte gruñido se escucho desde el fondo de mi pecho. La tome de las caderas e hice que se inclinara hacia adelante, tal como estaba cuando se secaba el cabello.
—Agárrate del tocador—. Le ordene y ella de inmediato lo hizo. Levante su camisón y baje sus bragas y cayeron hasta el piso y de inmediato saco sus pies de ellas. Con mi rodilla hice que las abriera y ahí estaba tal como quería, inclinada con todo su culo a mi disposición y sus tetas colgando, pero para disfrutarla mejor, tome el camisón y se lo saque por la cabeza para que quedara completamente desnuda.
—¡Peter!—. Dijo mientras se retorcía y se perfecto lo que quiere, porque yo quiero lo mismo, quiero hundirme en ella.
—Ah no... Ya sabes como me gusta.
—¡Tío! Cógeme.... Cógeme ya—. Dijo con la cabeza gacha y con un tono de desesperación.
—Levanta la cabeza, quiero verte—. Y así lo hizo, nuestras miradas se encontraron de nuevo a través del espejo. Tome su cabello y lo enrede en mi mano para que no me tapara la vista de sus tetas por el espejo. Y de una fuerte embestida entre en ella y arqueo la espalda mientras abría la boca y un grito de placer salía de su boca. Le di una nalgada fuerte con mi mano libre y la tome con fuerza de la cintura y comencé a entrar y salir de ella a un ritmo rápido e intenso.
Apreté mi dentadura para ahogar mis gritos y el aire salía con fuerza entre ellos, ella gemía y gemía una y otra vez y eso era un estimulo para mi. Verla por el espejo, gritar, gemir, abrir la boca fruncir el ceño excitada y lo mejor ver a sus amigas balancearse adelante y atrás, es de lo mas erótico que jamás he experimentado. Bendito espejo, recuérdenme poner uno enorme en mi habitación.
Jalaba de su cabello levantando su cabeza y seguíamos mirándonos mientras cogíamos de pie, con mi mano libre deje de manosear su trasero y fui a su clítoris y comencé a estimularlo. Lo pellizque y se estremeció y lanzo un grito haciendo que mi liberación estuviera cerca, me incline hacia ella y con la lengua recorrí toda su columna, su piel suave y sudorosa, era deliciosa.
—Tío... mírame... mira como me vengo para ti—. Oh por Dios, que mujer... que mujer. Esas palabras fueron como música para mis oídos así que me incorpore y la mire, pellizque de nuevo su clítoris y explotamos juntos una vez más.
Caímos de rodillas en el piso, el orgasmo que nos invadió fue algo increíble que nos dejó sin fuerzas. Cuando me di cuenta la tenia abrazada de la cintura por su espalda y estábamos acostados como cucharita en la alfombra mientras nuestras respiraciones se tranquilizaban. Me encantan estos momentos, es increíble la relajación que me embarga.
—¿Cómo esta Garu?—. Pregunto divertida y con una voz suave, parece que también esta relajada.
—Muy bien, más que bien. Aunque—. Subí mis manos y acaricie sus pechos—. Estas también necesitan un nombre.
—Mmmm... Esa idea me gusta. ¿Qué se te ocurre?
—No lo se aun, pero ya se me ocurrirá algo—.
Sonreí y bese su mejilla... ¿Eh? ¿Por qué bese su mejilla? Esto es... sexo, salvaje, muuy salvaje, sexo para satisfacer nuestras necesidades físicas, no tengo porque besarla así con dulzura, o, esto... diablos.Mire el reloj de la pared, las 2:50, mierda es tardísimo. Me levante de golpe, carajo, espero que Mery no se despierte.
—¿Qué pasa?—. Me pregunto confundida mientras se incorporaba para sentarse.
—Ya casi son las 3 de la mañana, debo volver a mi habitación.
—Tranquilo tu barbie debe estar perdida de dormida.