Capítulo 16

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El finísimo sonido de vacío de audición, me persiguió durante nuestro aterrizaje en una zona residencial poco conocida. La pista lucía improvisada y logré atisbar la cola de un Maserati blindado que se estacionaba en paralelo a una fuente ónice que refulgía sus detalles dorados bajo la escasa luz del día. Reconocí el coche de Stanislav al minuto y me pregunté con quién había viajado, dado a sus escasas fuentes de confianza. Le dí una mirada de reojo a Charly, que se encontraba en una charla rápida con nuestro piloto y noté la sonrisa fácil que bailaba en los labios del último. Por supuesto que simpatizaban, mi buen amigo jamás se alejaría de su juguetito, sin antes asegurarse de dejarlo en buenas manos.

Con una última palmada en sus respectivas espaldas, finalmente Charly se alejó y comenzó a caminar en dirección a lo que parecía la entrada trasera de la residencia, si notó mi fría mirada y le molestó no dijo nada al respecto. Lo seguí a corta distancia y aproveché de tomar nota del lugar. Tenía bastantes posibles salidas de emergencia, la combinación de cemento y vidrio en un foco moderno y minimalista me dejaba casi sin recursos para usar de escudo o de potenciales armas. Pero el vidrio me daba buena espina, siempre era fácil de atravesar. El ruido del agua fluyendo en la fuente, fue rápidamente reemplazado por el silencio del interior del lugar. Tonos oscuros y decoraciones que, para mí no tenían sentido, ocupaban el ambiente del lugar. Estaba segura de que lo que colgaba en medio de unas escaleras caracol justo en el medio de la sala, podría fácilmente haber pasado como basura chatarra reciclada.

−Al parecer los Welkz son hippies.−murmuré hacia Charly. Había sentido su pesada mirada sobre mí en el momento en el que me había detenido a observar lo que era un tenedor gigante derretido.

−Creo que es arte bastante caro.− se detuvo a mi lado y rozó con la punta del dedo una púa de metal que sobresalía de un rostro de cerámico amarillo. La expresión congelada en un grito mudo.−En nuestra última conversación noté que hablaba bastante de una gran pieza final que estaba por adquirir.−

−Pues hay que ser estúpido para pagar por semejantes piezas.− dije con diversión en mi voz. Levanté la vista hacia él.−Me dan no se qué... apresúrate y guía.−moví mi barbilla en dirección a las escaleras. Los escalofríos no hicieron más que aumentar al ver las demás piezas sobre las paredes de las escaleras.

−A veces olvido cuán amable eres.−negó apretando su mandíbula. –La reunión debe estar por comenzar, recuerda tener la boca cerrada y dejar que me noten primero. Nada de distracciones, recuerda que no sabemos si es una redada o sus intenciones son sinceras. –dijo hacia mí, pero con la mirada al frente. Acomodó los puños de su saco y luego hizo sonar su cuello. Mordí mi labio ante la ansiedad de no saber más allá de la breve explicación de Charly en el helicóptero.

Los hermanos querían una tregua de territorios y más allá de eso, presentaron sus intenciones acerca de una alianza bastante beneficiosa para ambas partes. Sabía que parte de su territorio poseía la atención de Krevoryen y durante los últimos cuatro años había sido un tema muy mencionado en sus reuniones semanales. Yo misma no entendía la codicia sobre un gran pedazo de tierra como cualquiera. Es decir, eran hectáreas sobre las cuales aún no teníamos libre el paso, pero siempre nos arreglamos con rutas alternativas en situaciones de obstáculos temporales.

Krevoryen sabía que tarde o temprano conseguía lo que quería, sin importar costo ni consecuencia.

Era muy hija de mi padre en ese aspecto.

Cuando llegamos al final de un corredor alfombrado, me dí cuenta del porqué del silencio. La puerta frente a nosotros lucía tan gruesa como las utilizadas en un cuarto insonorizado. Apreté mis manos en puños y las metí en los bolsillos de mi pantalón, estiré mi torso y volví a encogerme, bajando el visor de mi gorra. Envolviendo mi rostro en sombras. Podía sentir una fina capa de sudor corriendo de mi nuca hacia mi espalda y espié por el rabillo del ojo a Charly, mientras levantaba el brazo y daba cuatro firmes golpes en el centro de la puerta. Si hubiera tomado una línea más, sería imposible disimular los pequeños espasmos de mi anatomía. Necesitaba quemar adrenalina lo más pronto posible.

CORRUPTED ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora