15; Final

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Durante la mañana del día siguiente, Rei llama a Shouto para desayunar, pero, al no recibir respuesta, se ve obligada a subir a la habitación de su hijo y llamar a la puerta, sin escuchar nada dentro, así que abre

—Oh... —su voz, un murmullo incrédulo y asombrado. Sus ojos, abiertos de par en par y sus labios separados, la imagen que ve no es realmente sofisticada.

Shouto y Touya, ambos están desnudos, cubiertos por las sábanas de algodón, descansan como un par de perezosos y Touya lo abraza como si lo protegiera de cualquier cosa que intentará hacerle daño, sería una imagen agradable, de no ser porque ambos estaban desnudos, juntos... tan juntos que ni una hoja de papel podría resbalarse entre sus cuerpos, era... incómodo.

Rei no dice nada en ese momento, solo, cierra la puerta y trata de analizar lo que pasa por su cabeza, es obvio, y era obvio desde un inicio pero se negó a aceptarlo, creyó que solo era una amistad o incluso se habían desarrollado sentimientos de hermandad pero... no, sin duda, ellos tenían sentimientos románticos, unos por otros, y aunque al principio creyó que estaba bien, ahora lo sentía... complicado, porque era su hijo y el hijo de su pareja, de su prometido.

—Necesito un vaso de agua —se dice así misma. Decide que debe hablar con Enji para que juntos puedan hablar con los muchachos al respecto, porque ella sola sería incapaz de afrontar las consecuencias de su ausencia.



Cuando Shouto se despierta, tiene a Touya abrazándolo por la cintura, lo primero que ve son dos dotados y desarrollados pectorales que le causan un sonrojo visible en las mejillas, sabiendo a quien pertenecen, ni siquiera debe adivinarlo.

—¡Touya! —grita. El ligero empujón logra que Touya retroceda en un segundo asustado, pero claro, sin soltarlo.

—¡Dios! No me grites de nuevo cuando esté dormido —murmura, frotándose la cara con una mano libre.

—¿Qué haces todavía aquí? Deberías estar en la escuela —lo regaña, pero el sonrojo en sus mejillas le quitaba maldad a su reclamo.

Touya no dijo algo de inmediato, pero si permite que una sonrisa se acentúe en sus labios, antes de rodear a Shouto una vez más para pegarlo a su cuerpo, besando su mejilla.

—A está hora es inútil que vaya, así que hoy pasaré el día contigo —frota su nariz con cariño contra la de Shouto y aprecia el color pintando sus mejillas con aún más fuerza—. Lindo.

—Cierra la boca —murmura avergonzado, y luego mira la hora marcada en el reloj de mesa, sorprendido— Wow... ¡Es demasiado tarde! ¡Mamá...!

—¿Tu madre? —dice Touya. Arquea una ceja, mirando a Shouto que puede asegurar está blanco justo ahora, pálido como si hubiera visto a un fantasma.

Shouto lo mira, sus ojos asustados, sorprendidos y avergonzados le hacen saber que algo anda mal, y está muy mal por haber alterado así a Shouto.

—¿Qué es–?

La puerta se abre, estruendosa y casi molesta, el sonido te hace creer que se caerá pero no es suficiente para desviar su atención de los adultos que acaban de interrumpir su privacidad.

—¡Enji! ¡Te dije que–!

El enorme hombre está ahí, a pocos metros de la cama, justo en la entrada de la habitación. Se queda estoico justo frente a la puerta y los mira, no hay que ser un genio para darse cuenta de que sucedió antes ahí, y quizá luego de mirar unos segundos más entendió.

Rei parecía incómoda, y disgustada, mientras que Enji, Enji... su ceño se frunció en segundos, su mandíbula se apretó y también sus puños, la mirada disgustada y asesina se dirige en segundos hacia Touya, y parece furioso, casi dispuesto a golpear a su propio hijo que solo puede mirarlo con seriedad.

Hermanastros;    DabiTodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora