Capítulo 10

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Wednesday se hizo a un lado para que su compañera entrará a su casa.

— Puedes sentarte allí.

La rubia se acomodó en el mueble esperando a que Wednesday hiciera lo mismo. La familia de aquella chica extraña era millonaria, lo deducía por los objetos de alto valor que permanecían en diferentes estantes.

Era extraño que una familia con tanto poder fuera capaz de vivir en un pueblo el cual incluso parecía estar borrado u olvidado del mapa.

— ¿Y tus padres? —preguntó Enid al ver como ahora Wednesday se sentaba a su lado con un vaso de agua en la mano.

— En su habitación, a esta hora suelen leer. —respondió la pelinegra moviendo de un lado a otro el vaso para luego dejarlo en la mesa, fijando su mirada en su compañera que intentaba evadirla— ¿De qué quieres hablar conmigo?

Enid no sabía exactamente que decir, no quería que el ambiente se tornará incómodo para las dos al momento de hablar sobre lo sucedido en la escuela.

— Wednesday. —la rubia intentaba escoger las palabras correctas para expresar lo que sentía sin terminar por lastimarla— lo que pasó en la escuela... no... no estuvo bien.

En ese instante, la hija mayor de los Addams sintió una rara sensación en el pecho.

— No debí golpearte... lo siento. —Enid intentaba ser honesta con sus disculpas, quería sonar lo más amable posible pero recordaba las frases de su madre diciéndole que si un hombre o una mujer amaba a una persona de su mismo sexo esta se iría al infierno. Aquello solo hacia que tuviera un enorme rechazo por su compañera—Es... es enfermo lo que hicimos. Tú y yo sabemos que no es normal.

Esa última frase golpeó el corazón de Wednesday que se mantenía en silencio para poder escuchar atentamente a su compañera pero todo lo que decía terminaba por lastimarla.

Quería llorar, realmente quería hacerlo pero se contuvo, de todas formas, no era algo nuevo. En su anterior escuela siempre le repetían lo mismo.

"Estás enferma"

— ¿Qué es exactamente lo que quieres? —preguntó Wednesday disimulando no sentirse afectada ante aquellas palabras.

— Quiero lo mejor para ambas. —suspiró Enid levantándose del mueble ocasionando que Wednesday repitiera la acción— y lo mejor es que no hablemos. Escucha, si mantenemos nuestra distancia, todo será como antes.

La pelinegra no tenía derecho de quejarse, después de todo, ella había ocasionado toda esta situación enredándose en pocas palabras con una chica que apenas conocía y que era una fanática religiosa en potencia.

— De acuerdo.

Enid se sorprendió al tener una respuesta rápida y positiva de parte de la Addams. Soltó un suspiro de alivio, ahora todo volvería a la normalidad y ni siquiera se sintió incómoda.

— Si es todo lo que tienes que decir entonces, puedes irte. —Wednesday se acercó y abrió la puerta esperando a que Enid saliera de su casa, ya no tenían nada más que decirse, habían dejado las cosas en claro.

Durante esa noche, las dos chicas se fueron acostar pensando en que mañana volverían a verse las caras pero esta vez, no se hablarían.

Un último pensamiento cruzó por la mente de la rubia.

"Es lo mejor para ambas, ¿verdad?"

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A la mañana siguiente, Enid era la primera en llegar a su salón, esto le daba tiempo de acomodar algunas sillas que estaban en una mala posición y a la par borraba el tema de la clase anterior que estaba escrito en la pizarra.

— Tengo que pedirle a Yoko los apuntes de esa sesión. —susurró la rubia dándose la vuelta para regresar a su asiento pero en eso pudo ver como Wednesday ingresaba a su salón.

Estaba segura que esta la había visto pero decidió pasar de largo, ignorándola completamente, definitivamente estaba cumpliendo con su palabra.

Detrás de ella, Yoko y Divina hacian su gran aparición, como siempre, hablando hasta por los codos.

— ¡Enid! —exclamó Divina sentándose a lado de la rubia— ¿Cómo te sientes?

— Hola chicas, y respondiendo a tu pregunta. Me siento mejor, el medicamento y el reposo me ayudaron bastante.

— Escuchamos por parte de la madre Thornhill que te encontrabas enferma y nos preocupamos—dijo Yoko uniéndose a la conversación.

— "Ni siquiera me escribieron..." —Enid no creía del todo las palabras de su compañera pero tampoco ocasionaría una discusión.

Las tres chicas se quedaron en silencio cuando vieron entrar a la madre Thornhill a la cual saludaron respetuosamente, dando paso a sus primeras horas de clase.

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En cuanto el receso llegó, Enid pensó en ir a la pequeña iglesia, dejando a sus amigas conversando en el patio de la escuela.

La rubia observó durante toda la clase el como Wednesday parecía no prestar atención a lo que dictaba la madre Thornhill. En algunos momentos logró verla decaída y por más extraño que parezca, se sintió responsable de su actitud.

Es por eso que para sentirse "limpia" decidió ir a la iglesia y rezar un poco. Una vez que entró, buscó una banca que se encontrará vacía y tirando del reclinatorio se fue arrodillando hasta dar con una buena posición.

— "Oh padre celestial..."

La rubia empezó con las típicas frases al momento de rezar, incluso, pidió por ella pero aquel momento íntimo con Dios fue interrumpido por una suave pero a la misma vez tenebrosa voz que parecía susurrarle al oído ocasionando que esta se tensara.

"Te irás al infierno maldita pecadora"

Enid abrió los ojos asustada por ese susurro que hizo que su piel se pusiera de gallina, miró a su alrededor y no había nadie más que ella.

Se levantó de su asiento para acercarse hasta donde se encontraba una estatua de la virgen María con el niño Jesús.

Ella lo abrazaba dulcemente, protegiéndolo de la maldad y dándole un suave beso en su cabeza. Una imagen que enternecía a cualquiera pero la mirada de Enid solo transmitía pánico y miedo emitiendo un grito de horror.

Lo que tenía al frente era una imagen completamente distorsionada y tal como en aquel sueño, la virgen lloraba sangre y emitía un lastimero gemido, como si estuviera sufriendo.

La rubia retrocedió asustada por todo lo que estaba pasando pero lo peor fue ver como las paredes se manchaban de sangre y se iban escribiendo algunas frases, junto al sonido irritante de un niño llorando. 

"Los pecadores merecen morir en su ley"

"Aquel que comete una aberración no será bienvenido en el reino de los cielos"

"Bienvenida a tu propio infierno"

Las puertas se abrían y cerraban, todo en uno solo. Enid se estaba volviendo,  loca, se tapaba los oídos y cerraba fuertemente los ojos repitiendo que todo era una pesadilla y que pronto despertaría pero, sabía que no era así. No pudo más y salió corriendo de la iglesia con lágrimas en los ojos por todo lo visto.

Lo que no sabía era que a penas empezaba su verdadera tortura.











































































Nota del autor: holi, esta vez puedo decir que con lo último me inspiré gracias a la estética de Ethel Cain, espero les guste y los tqm. 💗












Sin pecado concebida - wenclairDonde viven las historias. Descúbrelo ahora