A la mañana siguiente Yoko y Divina se encontraban paradas frente a la casa de aquella joven quien había decidido cortar cualquier tipo de comunicación con las que pensaba eran sus "amigas".
— Olvídalo, es obvio que no quiere vernos. —dijo Divina quien se estaba hartando de ver como Yoko insistía en seguir tocando la puerta.
— Entonces... ¿crees que siga molesta con nosotras? —preguntó la pelinegra.
— ¿Tú que crees?
Yoko se llevó las manos a los bolsillos de su falda, había actuado mal con la que era su "amiga", quería arreglar las cosas con ella pero conociendo lo orgullosa que Enid, lo veía poco posible.
— Será mejor irnos o llegaremos tarde a clases. —exclamó la castaña esperando una respuesta por parte de su compañera. Yoko asintió y sin más, ambas chicas se alejaron.
Por otro lado, las sábanas cubrían el cuerpo desnudo de una rubia que despertaba ante el ruido de aves gritando fuera de su casa.
Una "pesadilla" había cruzado por su cabeza, no recordaba exactamente donde se encontraba. Solo la silueta de una mujer seduciendola dando paso a sus deseos más prohibidos.
Esto hizo que Enid se sentará de golpe en su cama para analizar si solo se trataba de una pesadilla o si tal vez...
El golpe de la realidad hizo que recordará poco a poco todo lo que había sucedido esa noche sintiendo un cúmulo de emociones, quería gritar pero lo único que hizo fue llevarse ambas manos a la cara. Para empezar la vergüenza de tan solo pensar que otra mujer la había visto desnuda pidiendo por "más" hacía que sus mejillas ardieran hasta verse como un tomate y por otra, el miedo.
Ya de por sí era una abominación que dos mujeres mantengan una relación pero, ¿Acostarse con una? Eso equivalía al rechazo total por parte de la sociedad.
Tan solo imaginar esa mirada de asco y desaprobación por parte de sus padres le causaba una sensación de tristeza, pero, no era el momento de deprimirse.
— "Tengo que hablar con ella..." —pensó la rubia levantándose de su cama con los ánimos por el suelo para buscar su informe sin percatarse que en su mesita de noche yacía una notita escrita por Wednesday.
"Es probable que cuando leas esto, ya no esté a tu lado pero, no me gustaría que pienses que solo quería acostarme contigo, si es que piensas eso.
Podemos hablar de esto en clase, bueno, espero verte allí.
Atte: Wednesday Addams."
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-La madre Thornhill escribía la clase en el viejo pizarrón tratando de acaparar la atención de las jovencitas sin embargo una de ellas parecía no estar atenta ante las indicaciones.
Wednesday que había adoptado la extraña acción de sentarse en la última fila solo pensaba en esa noche que había pasado con aquella rubia.
Para mantener tranquila a su mente dibujaba garabatos en su libreta pero ni eso calmaba esa ansiedad que estrujaba a su corazón provocado por la ausencia de la joven.
— Buenos días madre Thornhill, lamento llegar tarde, tuve... un inconveniente en casa. —dijo Enid que ahora sentía las miradas centrarse en ella.
— Buenos días señorita Sinclair, me sorprende que usted llegué tarde. —la madre Thornhill mantenía una expresión seria que luego cambió a una llena de comprensión— por esta vez te tendré consideración, pasa.
Tenía suerte de que su tutora sea una persona comprensiva, Enid entró al salón sintiendo como Yoko y Divina esperaban a que ella les dirigiera la palabra pero pasó todo lo contrario.
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Sin pecado concebida - wenclair
AcakLa vida religiosa de la hija mayor de los Sinclair empezará a destruirse poco a poco cuando conozca a una chica por accidente. Advertencia: contenido G!P