Tinta del corazón

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Siempre creí en el amor de las películas, ese que supera cualquier obstáculo. Pero la vida real es más complicada, y mi corazón lo aprendió de la manera más difícil. Yo me enamoré de mi jefa, una mujer increíble, por lo que intente dar a conocer mis sentimientos por ella. Las palabras fluyeron de mi boca con una honestidad que no sabía que tenía: “Estoy enamorado de ti”. Ella me miró con sorpresa, y por un segundo, el mundo se detuvo. Pero su respuesta fue un suave “Lo siento, Juan, no puedo corresponder tus sentimientos”.
El rechazo dolió, pero lo que vino después fue aún más desafiante. Cada día, al verla, recordaba ese momento. Sin embargo, mi respeto por ella nunca flaqueó. Continué siendo el empleado dedicado de siempre, y nuestra interacción se mantuvo profesional. A veces, cuando nuestras miradas se cruzaban, una sombra de lo que compartimos asomaba en sus ojos, pero rápidamente se disipaba, como si fuera un sueño del que ambos despertamos.
A pesar de todo, no me arrepiento de haberme declarado. Aprendí que el amor romántico no siempre tiene finales felices, pero eso no le quita su belleza. Y aunque ella no me ame de vuelta, seguiré creyendo en ese amor de película, porque, ¿quién sabe? Tal vez mi final feliz aún esté esperando ser escrito.
Sin embargo un día el cual empezó como cualquier otro, tuvimos que hablar sobre el tema.
—Buenos días, Roxana. He preparado el informe de consolidados del último trimestre. ¿Te gustaría revisarlo ahora o prefieres que te lo envíe por correo electrónico?
—Buenos días, Juan. Gracias, prefiero revisarlo ahora. ¿Podrías acompañarme a la sala de reuniones? Así podemos discutir los detalles juntos.
Mientras caminamos hacia la sala de reuniones, hubo un silencio incómodo. Yo rompí el hielo.
—Roxana, quería decirte que realmente aprecio la forma en que manejaste mi… confesión el otro día. Me has enseñado mucho sobre profesionalismo.
— Juan, respeto tu valentía y honestidad. Y quiero que sepas que nada ha cambiado en la forma en que valoro tu trabajo y tu presencia en el equipo.

Al llegar a la sala de reuniones, nos sentamos uno frente al otro. Roxana abre el informe, pero antes de comenzar a hablar, se detiene y me miró

—Antes de empezar, hay algo que debo decirte. Tu confesión me tomó por sorpresa y, aunque no puedo corresponder tus sentimientos, me hizo reflexionar. La vida está llena de sorpresas y, a veces, las personas que nos rodean tienen más impacto en nosotros de lo que creemos.

—Eso significa mucho para mí, Roxana. Y no te preocupes, he estado trabajando en superar mis sentimientos para que podamos continuar con nuestra relación laboral como siempre.

— Me alegra oír eso. Y quién sabe, tal vez la vida tenga más sorpresas para nosotros… como amigos.

Comenzamos a revisar el informe, pero hay una nueva capa de entendimiento entre nosotros. La atmósfera es profesional, pero hay un brillo de amistad y respeto mutuo, y aunque parece absurdo, tal vez un poco de esperanza.

—Por cierto, he empezado a tomar clases de pintura. Siempre he querido explorar mi lado creativo.

—Eso suena maravilloso. Me encantaría ver tus obras cuando estés listo para compartirlas.

La conversación continúo, fluyendo entre el trabajo y pequeñas charlas personales. La conexión entre Roxana y yo se ha transformado, y siento que, a pesar del rechazo, he ganado algo maravilloso. Después de eso fuimos a almorzar, ya en el comedor me encontré con Alejandro el cual comía unos sándwiches.

—¿Qué tal ese sándwich, Alejandro?

—No está mal, pero nada supera los almuerzos caseros de mi esposa. ¿Y tú? ¿Qué traes hoy?

— Solo una ensalada. Estoy intentando comer más sano.

*—Buena elección. Oye, te he notado un poco pensativo últimamente. ¿Todo bien?

— Sí, solo cosas de la vida. Ya sabes, el amor no correspondido y todo eso.

—Ah, el eterno dilema del corazón humano. ¿Quieres hablar de ello?

—Es sobre esa chica que te comenté en la fiesta. Le confesé mis sentimientos, pero ella no siente lo mismo.

—Eso es duro, amigo. Pero mira, la vida está llena de estas experiencias. Lo importante es lo que aprendemos de ellas.

— ¿Y qué se supone que debo aprender de un corazón roto?

— Que cada persona que conocemos tiene un papel en nuestra historia. Algunos son capítulos breves, otros son sagas enteras.

— ¿Crees en el destino, Alejandro?

— Creo en las decisiones. El destino pone las cartas en la mesa, pero nosotros elegimos cómo jugarlas.

— ¿Y cómo juego estas cartas? No quiero perder la amistad con esa chica, pero tampoco sé cómo actuar alrededor de ella ahora.

—La clave está en la aceptación. Aceptar que ella no comparte tus sentimientos te libera para apreciar la relación que sí pueden tener.

— ¿Aceptar y seguir adelante?

—Exactamente. Y recuerda, el respeto es fundamental. Respeta sus sentimientos, respeta tu propio corazón y respeta el tiempo. Todo sana con el tiempo.

— ¿Alguna vez te ha pasado algo similar?

—Claro, a todos nos pasa. Pero con cada desilusión, aprendí a conocerme mejor y a entender lo que realmente valoro en una relación.

— ¿Qué consejo me darías para futuras relaciones?

— Sé auténtico. No escondas tus defectos ni tus miedos. La persona correcta los aceptará y te amará por ellos.

—Eso suena… liberador.

—Lo es. Y otra cosa, no busques a alguien que complete tu vida. Busca a alguien que la complemente. Tú ya eres completo como eres.

— Gracias, Alejandro. Realmente necesitaba escuchar eso.

—Para eso están los amigos. Y ahora, ¡vamos a terminar estos almuerzos y a conquistar el resto del día!

Alejandro es un hombre muy sabio, pero decir las cosas y hacerlas son dos cosas distintas. Después de eso, el día paso sin más, llegué a mi casa y hablé con mis padres que ya están fuera del país, por lo que a hora yo estoy solo en la casa, mi único pasatiempo es pintar. Tome un cuaderno y me trate de despejar mi mente, sin darme cuenta dibuje el rostro de Roxana.

Se que debo olvidarme de ella, pero a veces, en la quietud de la noche, cuando las luces de la ciudad parpadean como estrellas caídas, me encuentro pensando en ella. Roxana, mi jefa, la mujer que con una sonrisa puede iluminar la sala más sombría y con una palabra puede dar sentido a mi día.
Ella no sabe que cada “buenos días” que intercambiamos es el momento más esperado de mi mañana, ni que cada correo electrónico que envía se convierte en una carta que atesoro. Roxana, con su fuerza y su gracia, se ha convertido en el faro de mi existencia.
Reconozco que el amor no es un camino de una sola vía, y aunque el mío haya encontrado un desvío en su corazón, no puedo evitar admirarla desde la distancia respetuosa que nos separa. Ella es más que mi jefa; es la musa inadvertida de mis pensamientos más profundos, la heroína no reconocida de mis días laborales.
El amor romántico, ese que he alimentado en silencio, puede que nunca florezca en el jardín de su afecto, pero eso no disminuye su belleza. Como las flores que se abren al sol, mis sentimientos por Roxana se han abierto a la luz de la realidad, y en esa luz, he encontrado una paz inesperada.
No hay amargura en mi corazón, solo un respeto inmenso y una admiración que trasciende lo personal. Roxana seguirá siendo mi jefa, mi amiga, y siempre, el sueño romántico que una vez me atreví a soñar…

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