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Su espalda chocó con el cabecero de la cama y, al tomar conciencia de lo que estaba ocurriendo, actuó de inmediato.

—¡Espera, espera, espera!—empujó sus hombros para apartarla—. Esto no... No sigas, por favor, es un error—suspiró con frustración—. No estás en situación para... esto.

No escuchaba nada de lo que él decía, sólo podía prestar atención al movimiento de sus labios hinchados por cada palabra que salía de su boca.

—¡_______!—la regañó, sacudiéndola cuando vio sus intenciones de volver a abalanzarse sobre él.

—Hobie, te quiero—murmuró, luchando contra la fuerza del chico para acercarse.

—No—cerró sus ojos con fuerza.

—Hobart, amor—deslizó sus manos por su costado, subiéndolas hasta su cuello.

—Aunque no lo parezca, tengo principios, linda—suspiró de nuevo mirando los labios de la contraria—. Esto no está bien.

—Lindo—meció sus caderas sobre él—. Me duele...—gimoteó.

Por un momento la sintió recobrar sus sentidos, como si le estuviera hablando desde lo más profundo de su consciencia.

—Oye, está bien—acarició sus mejillas, secando las pequeñas lágrimas que caían por sus ojos—. Lo solucionaremos.

—Te necesito—acercó su pecho al del moreno, respirando con dificultad.

—No puedo hacerlo, no así—tragó saliva—. Lo siento.

—Te lo suplico...

Estaba haciendo las cosas mucho más difíciles de lo que ya eran para Hobie.

Pareció meditarlo unos segundos mientras ella continuaba restregándose en él, complicando su intento de concentración. Por supuesto que no se aprovecharía de la situación, pero ella tampoco se encontraba bien. Lo necesitaba de verdad.

—Bien—dio un golpecito con los dedos en su cadera—. Date la vuelta.

Ella siguió las indicaciones sin rechistar, lo que resultó para Hobie un acto de lo más sumiso. Y no le desagradaría en absoluto si fueran otro tipo de circunstancias.

—Relájate—tiró de ella para juntar su espalda a su pecho, posicionándola entre sus piernas—. Tranquila, voy a ayudarte—dijo en palabras suaves al notar su desesperación crecer por momentos.

Ni siquiera sabía cuales eran las intenciones del chico, pero sus piernas se abrieron automáticamente, quedando a su merced. Y, aunque no lo pensara con claridad en estos instantes, no le agradaba mucho la idea de darle la espalda, sin mirarle a los ojos, pero estaba demasiado necesitada.

Jadeos incontrolables comenzaron a inundar la habitación cuando sintió las ásperas manos del moreno acariciar sus muslos, obligándola a clavar sus dedos en las piernas del contrario. Daría gracias al cielo por haberse cambiado antes el traje a una ropa holgada debido a la disparada temperatura de su cuerpo.

Su agarre pasó a los brazos de Hobie al sentir sus dedos aproximándose a la zona bañada en fluidos. La cara de Hobart se incendió por completo.

—Joder, _______—soltó un gemido bajito.

Estaba empapada por la excitación y la necesidad de sentirlo.

Fue tan sencillo introducir un dedo, que directamente pasó a deslizar dos dedos por sus labios.

Un fuerte gemido se escapó de su garganta, y sus piernas vibraron ante tal sensación. La fuerza en el agarre sobre el brazo del chico se desvaneció por completo.

Viendo que lo disfrutaba e imploraba por más, Hobie comenzó a mover sus dedos en pequeños círculos, recogiendo gran cantidad del líquido espeso, lubricando más sus dedos (si es que era posible), para dar paso a un movimiento constante de arriba a abajo, estimulando a su chica, quien prácticamente chillaba de placer.

—¡Hobie, Hobie, Hobie....!

No podía negar que estaba a cien, es más, desde la primera ronda de besos su erección era notable, pero ella no fue consciente de ello debido al inconveniente de su estado de deseo sexual voraz.

Sus ojos se abrieron con sorpresa, soltando pequeñas lágrimas al sentir cómo sus pezones erectos eran también estimulados por la mano libre del bajista.

Parecía que él no lo había notado, pero ella ya había llegado al orgasmo por segunda vez debido a lo sensible que se encontraba. O tal vez sí fue consciente de ello, solo que pretendía satisfacerla al completo hasta que fuera suficiente.

El aumento de la velocidad en los movimientos de los dedos de Hobie, ocasionó que la chica encorvara su espalda, provocando que su trasero apretara el miembro erecto del moreno, haciéndole gemir sorpresivamente.

Todo en su cabeza era borroso, estaba a punto de llegar a otro orgasmo, manchando todavía más las piernas de Hobart y las sábanas bajo ellos.

Entonces se detuvo.

—Ven—le ayudó a voltearse, plantando un beso en su mentón antes de limpiar la saliva que caía por su barbilla sin control—. Siéntate, hermosa.

Como pudo, debido al temblor desenfrenado de sus piernas, acomodó su trasero sobre la cara de Hobie, tal y como él le había indicado, quedando frente al cabecero y dejando su entrada, aún ansiosa por atención, a su total disposición. Él flaqueo en sus piernas también la obligaron a sujetarse de la madera y, arañando esta, se retorció de placer, sintiendo la lengua del chico recorrer su entrada descaradamente, jugueteando, dando pequeñas lamidas antes de introducirse de una estocada.

—¡Hobart...!—sollozó exaltada—. Más... ¡Más!

Apretó el trasero de la femenina, animándola a dar pequeños saltos sobre él, penetrando su interior con más rudeza. Deslizando una mano por sus piernas y atendiendo a las súplicas de su chica, comenzó a estimular su hinchado clítoris, lo que la llevó al borde de la locura.

Alcanzando otro fuerte orgasmo, sentía sus ojos algo cansados, y esa necesidad carnal ya estaba desapareciendo.

Pero Hobie aún tenía mucho trabajo por delante.

•••

Con la posible cura en sus manos, Miguel cruzó el portal hacia el salón.

El aroma resultaba algo extraño e inquietante en el ambiente, pero decidió ignorarlo hasta poco después, cuando llegó a la habitación de la propietaria del apartamento. Tocó la puerta unas cuantas veces y, al no recibir respuesta, pasó.

—Carajo.

La ropa desperdigada por el cuarto, toallas sobre la cama, marcas en la madera del cabecero, y ambos individuos cubiertos con las sábanas y aparentemente como Dios los trajo al mundo, llevaron al hombre a cerrar la puerta con cuidado, quedando un par de minutos en medio del pasillo, tratando de asimilar lo que sus ojos acababan de presenciar.

—Me parece que esto ya no hará falta—miró el recipiente con el supuesto remedio.

|| AMOR A PRIMER GUITARRAZO || HOBIE BROWN/SPIDER-PUNK X LECTORA ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora