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Solté un gemido, adolorida por la punzada en mi cabeza. Cerré los ojos con fuerza antes de abrirlos para adaptarme a la luz de la habitación.

—¿Qué hora es?—resoplé, incorporándome en la cama.

Todavía fuera de mí, traté de analizar mi cuarto, estaba todo bastante ordenado, más que antes. Pero mi preocupación comenzó cuando sentí que lo único que me cubría era la sábana de mi cama.

—Ay, madre.

Con los nervios a flor de piel fui levantando la tela hasta confirmar que estaba completamente desnuda. Mi pánico iba en aumento, me levanté rápido en dirección a mi armario para buscar algo de ropa, entonces la puerta se abrió.

—¡Ah!

—Justo a tiempo, linda.

Como si nada, Hobie cruzó la puerta con una bandeja llena de comida en mano, la dejó sobre la cama y se acercó a mí con cuidado.

—¿Qué...?—balbuceé—. ¿Qué ha...?

Me miró algo asustado, pero fue como si de repente mi cabeza me inundara de todos los recuerdos de la noche anterior y, aturdida por la situación, caí al suelo.

—¡Dios mío!—cubrí mi cara—. ¡No era... No era yo!

—Oye, está bien—se agachó a mi altura.

—¡No! Te forcé a hacer algo que no querías—sentía ganas de llorar.

—Ey, ______.

Levantó mi mentón con una mano, sus ojos me miraban de manera tierna y tranquila, y su sonrisa era reconfortante, me hacía saber que todo estaba bien.

—No quería verte así, estabas pasando por un momento doloroso. Pero ya está, solo fue... No fue especialmente... Ya sabes—miró hacia otro lado antes de rodar los ojos para mirarme avergonzado—. No lo hemos hecho de verdad.

—De verdad...—reí.

—Vamos a desayunar—acarició mi mejilla, secando las pequeñas lágrimas que se acumularon en mis ojos, y volvió a sonreír.

Iba a levantarme, pero mis piernas me jugaron una mala pasada, al parecer también recordaron todo lo que vivieron hace unas horas.

—¿Puedes?

—No puede ser, qué vergüenza...—pasé una mano por mi cara.

—¡Nada de lo que avergonzarse!

En menos de cinco segundos ya me encontraba en el aire, entre los brazos de Hobie, quien me cargaba como princesa.

—Además, ahora que sé cómo te gusta, podemos trabajar esa resistencia.

—¡Hobart!

—Te amo, hermosa—plantó un beso en mi nariz.

—Llévame al baño, tengo que lavarme los dientes.

—Recibido, mi princesa.

—Te golpearé por burlarte de mí, chico punk.

—Me gusta como suena—movió su cabeza de lado a lado mientras caminaba hacia el servicio—. Tu chico punk.

•••

—_______, tenemos que hablar.

—Oh, Miguel—miré el holograma de mi reloj.

—¿Qué estás...?

—¡Buenos días Spider-dictador!—saludó Hobie arrimándose a mi hombro.

—¿Qué hace él aún en tu habitación?

|| AMOR A PRIMER GUITARRAZO || HOBIE BROWN/SPIDER-PUNK X LECTORA ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora