Cap 1

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Enigma en el cristal

La primera vez que lo vi fue detrás de una vidriera; cuando me acerqué, había desaparecido. La intriga de ese momento me habia empujado a entrar al local en búsqueda de aquella silueta.

A medida que caminaba entre los estantes solo el aroma de libros inundaba mis fosas nasales. No había nadie.

Creí que había sido una ilusión, pero cuando gire hacia un costado entendí que no fue idea mía. Aquel espejo, que se encontraba incrustado en una de las paredes de la librería, parecía destellar luz propia. Reflejaba con nitidez la imagen del joven.

Era un chico de cabello rubio, que caía desordenado sobre su frente. Sus ojos, profundos y penetrantes, brillaban con un tono dorado tan intenso como el más puro oro. Me miraban de una manera desafiante, como si supieran algo que yo aún no comprendía.

En ese momento la calidez de su tacto en mi hombro llegué a sentir y al darme vuelta todo se desvanecía. Él no se encontraba detrás de mi y cuando volví mi vista, hacia aquel objeto, en mi reflejo los estantes eran mi única compañía.

Sin poder contener más el miedo, di un paso hacia atrás, pero la imagen del chico en el espejo volvia a aparecer.

Apenas había salido de la tienda me encontraba dispuesta a olvidar ese suceso, pero cada vez que pensaba en ello tenía el presentimiento de que iba a ser demasiado complicado de realizar. Esa maldita imagen volvía a entorpecer mi vista a cada paso que caminaba dejando atrás las vidrieras de los negocios; esa mínima refracción de la luz que permitía verme en la transparencia del vidrio captaba una silueta que no era la mía.

Parecía alejarme más de la seguridad de mi mundo conocido. Mi corazón latía con fuerza, lleno de preguntas sin respuesta y temores oscuros.

Cuando me detuve frente a una ventana iluminada y miré mi reflejo distorsionado, el chico del espejo me observaba con una expresión enigmática, como si estuviera tratando de comunicarse conmigo. Mis manos temblaban mientras me preguntaba qué podía llegar a significar y qué peligros acechaban atraves del cristal.

A medida que avanzaba por las calles, cada superficie reflectante parecía cobrar vida, mostrando el reflejo del chico misterioso.

En el brillo de un charco de agua, sus ojos brillaban con intensidad, mientras que en el cristal de una ventana empañada, su figura se distorsionaba.

Mis pasos se aceleraban mientras huía al verme rodeada por múltiples reflejos, cada uno susurrando un mensaje que mi mente no podía descifrar. La sensación de ser observada se volvía abrumadora, y mis manos temblaban con un temor que no podía comprender.

Fue así como todo comenzó, y al principio trate de no darle tanta importancia.

Sin embargo, verlo todos los días era bastante tormentoso, y actuar como si nada estuviera sucediendo era casi imposible de disimular.

¿Cómo podía ignorar aquella figura? Si su presencia me preparaba para adentrarme hacia lo desconocido

¿Cómo podría ignorarlo? Si cada vez se complicaba más el hacerlo.

Y más ahora que se encontraba plasmado en el espejo retrovisor.

—Es una colgada, dice que se olvidó de poner el despertador.

Aparté la vista del vidrio para prestarle atención a mi compañía y tratar de olvidarme de él. Tomás se encontraba bastante inmerso en su teléfono y, si no fuera por la poca batería que le quedaba, seguro como distracción se pondría a jugar.

Cuando los espejos Resplandecen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora