Cap 6

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Tomás un misterio

El día siguiente habíamos quedado en encontrarnos en la puerta de la parroquia. Nicolás y Franco detestaban tener que asistir. No porque no fueran creyentes como tal, más bien porque no les agradaba estar rodeados de personas, especialmente desconocidas que no sabían reconocerlos. De igual manera, no culpo a los gemelos, ¿qué esperaban? Para todo el mundo que no estaba acostumbrado a ver tal cosa, era novedad.

—Papá ya está dentro —dije, guardando mi móvil en el bolsillo de mi jardinero —Está en la primera fila.

—Ok, iremos yendo. ¿No vienes o te quedas esperando a tu novio? —preguntó Franco mofándose.

—No seas boludo, es mi amigo, zapato —lo empujé para que entrara por la puerta y le di una patada leve en el trasero, apresurándolo.

—¡Friendzone! —gritaron antes de entrar.

¡Ay!, cómo odiaba que me cargaran con eso.

—Váyanse a la... —me cubrí la boca al darme cuenta de que no era lugar ni momento para insultos. Difícil es el camino del señor.

Empecé a observar a mi alrededor para ver si mis amigos no llegaban. Me quedé un momento con las manos en los bolsillos, saludando con amabilidad a la gente que entraba, hasta que por fin pude ver a uno de ellos.

—Hola Aine —me saludó Tomás chocando cachetes.

—Hasta que por fin llegas —solté una pequeña risa.

—Perdón, no encontré las llaves del auto así que tuve que venir a pie —rodó los ojos mientras aseguraba la correa de su mochila.

—Qué bajón, encima vives re lejos —contesté mientras entrábamos en busca de asiento.

—No tanto, como unos 5 o 6 kilómetros.

Cuando ingresamos al lugar, nos acomodamos en los asientos que quedaban en el medio para poder tener una vista panorámica de todo.

—¿Va a venir Cele? —él negó con la cabeza.

—No, está enferma. Después tengo que ir a su casa a llevarle los medicamentos. Le dije que se abrigara el otro día que salimos, pero como nunca me escucha —negó con la cabeza y dejó su mochila en el suelo cerca de sus pies.

Me reí ante eso, era muy de ella ser tan distraída y ciertamente descuidada.

—Y tú, ¿cómo has estado? —preguntó —No te he visto ir al centro y tu jefa ya anda preguntando por ti.

—No muy bien, hay mucho caos en mi vida en estos momentos.

—¿Por? Sabes que puedes contarme.

Estaba a punto de hablar, pero el sonido del micrófono encendiéndose nos interrumpió, y la entrada del nuevo pastor captó la atención de muchos. Él subía las escaleras del pequeño escenario y abría la biblia que tenía en mano para luego saludar a todos.

Desde el asunto con el padre Agusto muchos habían tomado la decisión de no asistir en posición de aberración hacia lo que habían escuchado en las noticias mientras otros veían la oportunidad de hacerlo para mostrar su disposición y confianza de que el era inocente.

—Luego te cuento—susurre y él se limito a asentir.

El sermón había empezado y la gente ya había guardado silencio. Mi padre me sonrió cuando me encontró con la mirada, tal parece que alguien desconfiaba en que iba a entrar.

—Jesús fue acusado por los puritanos de andar con gente de mala fama. Así lo narra el evangelio de este día, en donde el Señor llama a su grupo, como un apóstol más, a Mateo...

Cuando los espejos Resplandecen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora