Cap 5

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Envuelta en tinieblas

Cuando intenté empujarlo, mis manos habían atravesado la nada misma, pero al contrario de sentir solo el aire del lugar, una extraña sensación había experimentado y se había quedado impregnada en mí.

No iba a negar que me encontraba demasiado impresionada y asustada al ver que la criatura espejada había salido de lo único que la separaba de mí. Sin embargo, no podía permitirme entrar en pánico y menos sabiendo que no podía hacer nada contra eso.

¿Cómo es posible que esto me esté sucediendo a mí?

Por su parte, él se encontraba reclinado, de brazos cruzados, en el pilar de la puerta observando con atención a mis hermanos.

—Es increíble, que tengamos que ir a la iglesia ni que fuéramos tan devotos— comentó Franco levantándose a dejar el plato en el lavavajillas.

—Y sí, pero qué vamos a hacer. No queda otra, hay que seguirle la locura al viejo— prosiguió Nicolás encogiéndose de hombros —Aine, papá dijo que nos quedaremos a dormir. Nosotros nos vamos a ir a la casa de Jose —dijo y al no recibir respuesta empezó a chasquear sus dedos frente a mí —¡Eh, tildada! —gritó haciéndome sobresaltar de mi asiento.

—Sí, sí, como quieran. Mejor, vean si no se pueden quedar a dormir ahí, no los quiero cerca—contesté alejándome de ellos.

Me encaminé hacia una de las habitaciones de la planta baja, no sin antes sentir la presencia de aquella cosa detrás de mí. Sabía perfectamente que mientras más lejos tenga a mi familia, mejor, al menos hasta que sepa cómo deshacerme de él.

¿Por dónde iba a empezar?

Cerré detrás de mí la puerta, sin medir la fuerza, provocando así un portazo y solté un suspiro.

Me acosté en la cama abrazando una almohada a la vez que observaba el candelabro de techo. Si lo ignoraba, ¿desaparecería? ¿No?

—¿Me temes?—preguntó acostándose del otro lado

—Con mi familia no te metas -me gire a observarlo — No me importa quien seas o que seas. Buscare la forma de hacer miserable tu existencia

No iba a negar que no había sido lo mas inteligente del mundo enfrentar a un ser... ¿sobrenatural?. Sin embargo no podía quedarme lamentándome o salir corriendo, por mas difícil que sea, así como llego a joderme la vida de la misma manera hare que regrese a donde sea que provenga.

—¿Tan rápido enseñando las garras?—extendió sus brazos detrás de su cabeza —Los gatos cuando están asustados se le dilatan las pupilas, retraen los labios y es posible que te miren desafiante .... O no lo hagan

—No soy un animal

—Pero te comportas como uno-contrataco

Es increíble que hasta los entes sean unos completos idiotas. ¿Me estaré volviendo loca?

—No te confundas, porque entre tú y yo. Tú solo eres un jodido reflejo— le tiré la almohada, misma que atravesó su cuerpo.

Creo que debería haberlo pensado dos veces antes de hacerlo, porque en ese mismo instante se acercó a mí tomando mi mentón con fuerza. Me removí intentando alejarme, pero fue inútil.

—¡Suéltame! —hablé como pude, dado que sus dedos presionaban mis mejillas.

Fue entonces cuando el ambiente se tornó más denso de lo normal, pero lo más extraño fue el aroma a mustia y lavanda que se había presentado. Esa misma combinación de hierbas, que me recordaba al campo, se colaba por mis fosas nasales, quedándose allí.

Me invadió una sensación de opresión, como si estuviera siendo observada.

Sin embargo, lo que más me sorprendió fue cómo una por una las bombillas comenzaban a explotar. Él me soltó automáticamente y yo me levanté de la cama bastante asustada por las chispas de los focos sobresaltándose, apartándome así en un rincón.

—¿Qué haces? ¡Para ya! —grité.

Él solamente se quedó observándome para después adentrarse al espejo.

Mientras que las últimas chispas de las bombillas se desvanecían, me tambaleé hacia la puerta de mi habitación, mi mente girando en busca de una solución y con cierta frustración, me cubrí el rostro con las palmas de mis manos.

Para ese entonces supe que debía apresurarme en hacer algo al respecto antes que sea demasiado tarde.

Uno cuando tiene un problema de salud recurre a un medico, un problema judicial a un abogado, un problema con un zapato con un zapatero pero cuando tienes problemas con el mas allá, ¿Con un psiquiatra?.

Intrigada y con el corazón latiendo con fuerza, irrumpí en la habitación de mi abuela. Mis ojos se posaron rápidamente en la mesa de luz, buscando desesperadamente respuestas entre los cajones.

Mi mano se cerró alrededor de su libreta y un cuaderno que parecían susurrar promesas de revelaciones ocultas. Con manos temblorosas, abrí la agenda y comencé a hojearla con determinación. Entre los nombres y números telefónicos cotidianos, mis ojos se detuvieron en un contacto inusual: el de un chamán.

—No puedo creer que esté haciendo esto —susurré para mí misma, sintiendo cómo la intriga se apoderaba de mí. Agendé el número en mi móvil con una mezcla de nerviosismo y determinación. —¿Cómo es posible que tenga más vida amorosa que yo? —bromeé nerviosamente al notar tantos contactos bajo el seudónimo de "amor".

Un escalofrío recorrió mi espalda cuando descubrí que el número me llevaba directamente a la casilla de mensajes. Sabía que debía actuar, pero la incertidumbre y el misterio de la noche me frenaban. ¿Quién podría atender a estas horas?

Me tuve que obligar esperar hasta la mañana, sabiendo que no podría dormir con el peso de la curiosidad y el temor sobre mis hombros.

—¿Cariño, todo está bien? —la voz preocupada de mi nana me sacó de mis pensamientos mientras entraba en la habitación, llevando ropa entre sus manos que depositó sobre la cama antes de doblarla con cuidado. —¿Necesitas algo?

—Estoy bien, solo buscaba el álbum de fotos —respondí con una sonrisa forzada, ocultando mi inquietud.

Cuando los espejos Resplandecen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora