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Después de eso, Iguro y Shinobu decidieron aprovechar la oportunidad de explorar la vasta Mansión Obanai. Juntos, se adentraron en los oscuros pasillos y los amplios salones, maravillándose con la impresionante arquitectura y la historia que resonaba en cada rincón de la casa. Iguro guía a Shinobu a través de las diversas habitaciones, compartiendo recuerdos y anécdotas de su infancia perdida. A medida que recorrían los pasillos, la conexión entre ellos se profundizaba, dejando entrever la complejidad de sus sentimientos mutuos. Para Shinobu, cada momento a solas con Iguro era una oportunidad para acercarse más a él.
Mientras tanto, Iguro se sentía cada vez más fascinado por la presencia de Shinobu, sintiendo una conexión única y especial que trascendía las palabras. Juntos, exploraron cada rincón de la Mansión Obanai, compartiendo risas, conversaciones íntimas y momentos de complicidad mientras descubrían los secretos y tesoros que la antigua mansión guardaba.
Al llegar a una habitación con el nombre de Iguro grabado en la puerta, Shinobu no pudo evitar sonreír traviesamente mientras jugueteaba con la idea de coquetear un poco con Iguro. Con un brillo juguetón en sus ojos, se giró hacia él y le dirigió una mirada llena de complicidad.
Shinobu: Vaya, parece que has conseguido tu propio espacio aquí, Iguro-san. —comentó Shinobu con una sonrisa pícara, mientras sus dedos jugueteaban con el borde de la puerta— ¿Quién diría que un hombre tan serio como tú tendría una habitación tan... interesante?
Su tono de voz estaba cargado de insinuación, aunque su sonrisa seguía siendo amistosa y ligera. Shinobu disfrutaba de la oportunidad de bromear un poco con Iguro, esperando poder romper el hechizo que lo mantenía cegado a sus verdaderos sentimientos.
Mientras tanto, Iguro se sintió un poco sorprendido por el comentario de Shinobu, pero no pudo evitar sonreír ante su actitud juguetona. Aunque se sentía un poco incómodo con la idea de coquetear, también apreciaba la camaradería y la complicidad que compartían. Con un ligero rubor en las mejillas, Iguro respondió con una sonrisa tímida.
