4- Negocios y experimentos

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El esclavo sin nombre se encontraba de pie, orinando entre los arbustos, cuando el agudo grito femenino seguido de un disparo lo sobresaltó. Entonces a zancadas corrió de regreso, al sitio que lo resguardó durante la noche de lluvia junto a esa mujer extraña.

Lo que encontró al regresar, lo hizo parpadear un par de veces. Hanji le acababa de volar un par de dientes al saqueador, con un seco golpe de puño que instantes después la hizo gritar escandalosamente de dolor.

—¡Detrás de ti! —Hanji abrió los ojos advirtiéndole el peligro.

El esclavo giró el rostro a tiempo y esquivó la mano que se acercó a sus espaldas empuñando un cuchillo, proveniente de un segundo maleante.

Su cuerpo fue tan rápido, que Hanji no logró percatarse en qué momento el esclavo burló al segundo saqueador, y le quitó el cuchillo de las manos con sorprendente agilidad delictual. Pero Hanji ya no tenía tiempo de preocuparse por él, porque el sujeto sin dientes comenzó a ponerse de pie y antes de que él hiciera algo, Hanji cogió un puñado de cenizas frías y se las lanzó a los ojos.

El ardor en los ojos y la tos distrajeron al hombre, dándole la posibilidad a Hanji de recoger la tetera y darle con ella en la cara, hasta hacerlo retroceder para huir.

El esclavo aún luchaba con el otro saqueador, cuando Hanji dio un par de disparos al aire que bastaron para ahuyentar a los ladrones. Los cuales huyeron, corriendo por su vida en dirección opuesta.

La imponente imagen de esa mujer con carácter y que sostenía un rifle en sus manos decidida a disparar, fue suficiente para que el par de hombres, deseara jamás volver a verla en sus vidas.

Fue entonces, que un largo silencio después de verlos huir por entre las ramas, se creó en el lugar. Hanji aún respiraba acelerado y se mantenía a la defensiva, hasta que al fin se dejó caer sobre su propio peso cuando supo que al fin se habían ido.

—Me duele— lloriqueó segundos después, recordando que su mano le dolía. —¿En dónde estabas?

El esclavo la observó un segundo, hace un rato atrás la vio pelear a muerte con todo lo que tenía y aun así, en ese momento lucía frágil y desprotegida. Por alguna razón fue consciente del cuchillo en su mano y cortó tela de su propia camisa, entregándosela más tarde a Hanji.

—¿Es para mí? —Hanji estiró las manos, sosteniendo los trozos de tela recién cortada entre sus dedos.

Era extraño, porque Hanji no tenía heridas qué curar, pero entonces se observó más a sí misma y vio la mancha rojiza, como húmeda en la entrepierna de sus pantalones.

Definitivamente, Hanji Zoe perdió toda la fe en la humanidad, en ese momento.




***




Quizás era el momento de considerar regresar a casa. Hanji lo pensó en silencio mientras lavaba sus pantalones en el río, y alrededor de su cintura llevaba la manta de dormir como una falda.

—Al menos ya no parece que maté a alguien, y ahora cualquiera diría que oriné en mis pantalones. Adorable— masculló Hanji Zoe con resignación.

El esclavo estaba sentado en una roca a su lado, sus dedos ásperos jugaban con el puntiagudo filo del cuchillo obtenido.

Conseguí un nuevo esposo silencioso  [Levihan / Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora