8- La maldición

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Un hombre mayor de cabello rubio cenizo, dueño de una profunda mirada de amables ojos azules y anteojos, se presentó ante Levi como el profesor Smith. El que a partir de ese día, tendría la labor de otorgar lecciones privadas a su nuevo estudiante.

Profesor y alumno, fueron presentados por Hanji ya que a partir de ese momento se verían con frecuencia. Para aquello, se habilitó una de las habitaciones creando un cuarto de estudio donde Levi no tendría que preocuparse de nada más que de su educación.

Más tarde, después de dejarlos solos para dar inicio a las lecciones, Hanji caminó en dirección a su biblioteca cuando encontró a Moblit y Zeke en sospechosas actitudes.

—Apresúrate— lo instó Zeke.

—Es lo que hago, señor— replicó el mayordomo.

—Te estás tardando demasiado.

Ambos hombres trataban de beberse una de las nuevas botellas de brandy abiertas, pero no contaban con la aparición de Hanji Zoe detrás de ellos con una oscura energía femenina.

Su hazaña no logró concretarse, al ser sorprendidos por soberana mujer del carácter de los mil demonios. No hubo tiempo de disimular, Hanji tiró de las orejas de los dos hombres y los sacó a la fuerza de su biblioteca. Procediendo a cerrarles la puerta en sus caras.

—Pensándolo bien, si quiero un regalo de cumpleaños— Hanji abrió la puerta para decirle algunas cosas a Zeke—. Quiero que regreses todas las botellas que te has bebido. Ahora, largo de aquí ustedes dos.

El prolijo peinado de digno caballero, se movió un poco de su sitio tras el poco gentil nuevo portazo otorgado por Hanji Zoe.

Zeke y Moblit se observaron el uno al otro con compasión. La vida era tremendamente injusta en ocasiones.

—¿Cómo lo haces para soportarla?— preguntó Zeke.

—Sólo el licor me ayuda a tolerar semejante frustración a diario, señor— respondió Moblit con los ojos cansados.

—Uno de estos días te invitaré a beber algo bueno, sólo asegúrate de que Hanji no se entere o ambos seremos hombres muertos.

—Le cobraré la palabra, señor Jaeger. Si me disculpa, debo organizar los preparativos de la comida solicitada por la señorita Zoe.

Zeke Jaeger vio al mayordomo retirarse con una resignación digna de admirar. Tal vez aquel ansioso hombre gruñón era lo más cercano a un amigo de su edad. Lamentablemente por las circunstancias, no siempre podían compartir todo el tiempo que desearan.

En el fondo, Zeke intuía que a pesar de la habitual poca simpatía de Moblit Berner hacia él, existía un buen sujeto.

—Idiota, sé que le agrado— masculló entre dientes.

Quizás era una buena idea salir a estirar las piernas un rato y fumar, después de todo le prometió a Hanji que se quedaría a comer.





***




Un rato después, Zeke apoyó la espalda contra un árbol y cuando estaba por encender su pipa, vio una carreta tirada por bueyes acercándose en el camino. La carreta entonces se detuvo y una mujer mayor se bajó primero, alcanzando después su pequeña maleta.

Conseguí un nuevo esposo silencioso  [Levihan / Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora