11- Ese importante día

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—Que gane, el mejor.

Moblit Berner alzó los banderines en el aire con sus brazos, cuando dos entusiastas jinetes galopando pasaron por su lado cortando el mismísimo aire, como un afilado cuchillo.

Un año con exactitud transcurrió y el año 1811 prometía ser tan impredecible como el anterior.

El viento silbaba en sus oídos y la sensación de adrenalina recorrió e invadió todo su ser, pero Hanji fue consciente de que Levi llevaba una gran ventaja. Tal vez su apariencia física le permitía mayor agilidad a su caballo. Era casi ayer cuando Hanji le obsequió el animal como regalo, y ahora, un año después Levi ejercía un completo dominio de las habilidades de su caballo.

El campo abierto y llano, les permitió a los jinetes desplazarse sin ninguna limitación. Siendo esa una mañana muy fría, en un abrir y cerrar de ojos el lugar quedó cubierto de una neblina densa. 

Y de pronto, Hanji perdió de vista a Levi.

Su caballo perdió velocidad y pronto comenzó a dar inseguros pasos.

—¿Levi, puedes oírme? —Hanji tomó las riendas otra vez de su caballo para regresar.

La humedad propia de la neblina traía consigo una fina llovizna que empañó el cristal de sus anteojos, impidiéndole ver con normalidad su entorno.

—De acuerdo, tú ganas. Regresemos a casa.

La niebla con lentitud se esparció cuando gruesas gotas de lluvia comenzaron a caer, aunque la verdad es que no había mucha diferencia. La cuantiosa lluvia, apenas permitía ver a unos pies de distancia.

Llevándose dos dedos a los labios, Hanji silbó por si alguno podía oírla.

Probablemente esa mañana la recordaría durante toda su vida, porque ese día en especial fue el florecimiento de ese curioso ardor.

El caballo de Hanji asustado por los truenos, dejó caer a su dueña cuyo grito resonó por sobre la lluvia.

Ardor y dolor, producto de un hueso de su hombro fuera de su sitio a consecuencia de la brusca caída espantó a Hanji. Como pudo, la mujer se levantó procurando sostener su hombro herido y sus torpes pies tropezaron con una raíz sobresaliente que no vio, porque sus lentes estaban rotos al ser aplastados por ella.

Escuchó los lejanos gritos de Moblit buscándola y entonces Hanji cerró los ojos, cuya expresión de dolor en su rostro le impidió abrirlos mientras apretaba los dientes y la lluvia le golpeaba el rostro.

Dentro de su dolor, Hanji reabrió los ojos cuando por un momento el agua dejó de caerle encima, solo para encontrar el rostro de Levi que desde ese ángulo lucía extrañamente interesante.

Por su oscuro cabello caían gotas de lluvia y por la comisura de sus labios, escapaba el vaho en un tibio aliento que le provocó cosquillas. Parecía que Levi estuvo corriendo, porque su pecho subía y bajaba con rapidez ante el esfuerzo. La ropa se le pegaba al cuerpo y Hanji podía ver un poco a través de la tela.

El corazón le dio un brinco y algo dentro de ella como ramas secas quebrándose, sonaron tal vez sólo en su imaginación. Entonces Hanji se obligó a cerrar la boca, para no maldecir como un borracho en una cantina de mala muerte.

Bendito ardor, Hanji hubiera preferido que la pateara una mula antes que tener un hueso fuera de su sitio.

De pronto, Levi se inclinó y la cargó entre sus brazos con juiciosa decisión. Aún sin sus lentes y con un dolor del infierno, Hanji era capaz de apreciar las venas sobresalientes plasmadas en el cuello de Levi ante el esfuerzo. Nunca creyó que alguien pudiera tener venas bonitas, pero las de él le resultaban en cierta forma encantadoras.

Conseguí un nuevo esposo silencioso  [Levihan / Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora