12- Somos diferentes

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El viento fresco de la noche acarició su cabello y entonces Hanji Zoe se separó de Levi, con el corazón alborotado y con la mente llena de ideas burbujeantes.

Levi no la apartó, ni hizo algo para evitarlo. Aparentemente, eso lo tomó desprevenido y seguía por completo quieto en su lugar. Parpadeó un par de veces, tratando de asimilar lo que acababa de suceder.

De pronto, ambos giraron el rostro en completa sincronía al oír ramas secas quebrarse y se levantaron al mismo tiempo, luego de ver aparecer a la señora Kirstein.

La mujer mayor lucía vigorosa, en su perfecto atuendo para fiestas y con un peinado alto tan estirado que a Hanji no le sorprendía que siempre estuviera de tan mal humor.

—Señorita, los invitados desean saludarla— informó la mujer.

Hanji emitió un gran suspiro y no tuvo más alternativa que seguir los pasos de la ama de llaves, levantando un poco la tela de la falda del vestido para no enredarlo entre las plantas del jardín.

—¿Crees que la señora Kirstein los viera? —susurró Zeke, un poco preocupado.

—Si eso hubiera ocurrido, créame que en este momento estaríamos en medio del apocalipsis. Eso también me hace pensar que me debe dinero, señor.

—¿Te debo dinero?

—Hace más de un año me invitó a beber, perdió su dinero y yo tuve que pagar sus tragos. Tal vez lo recordaría si no hubiera bebido hasta la inconsciencia.

—De acuerdo, pero si sabes que vivo en el pueblo. ¿Por qué me trajiste hasta aquí esa noche?

—Bueno, yo... Como sea, usted dijo que entre Levi y la señorita Zoe no ocurría nada. El tiempo me ha dado la razón convenientemente.

Zeke trató de hacer memoria de esa noche y a su mente, venían recuerdos borrosos. Lo único que recordaba bien, es que Moblit habló más de la cuenta luego de beber con él.

—Cierto, también dijiste que no podía casarme con Hanji. Pero nunca mencionaste qué ocurrió con sus otros maridos. ¿Pensaste que si me casaba con ella podría haber muerto también? —Zeke le puso una mano encima del hombro al mayordomo.

—Lo que le ocurra, no es mi asunto, señor Jaeger.

Moblit apartó la mano de Zeke y se limpió los hombros de suciedad imaginaria, con intenciones de marcharse, porque él ya no quería seguir hablando con ese hombre.

—Sé que sigues molesto por mi matrimonio con Pieck, pero hay cosas que no sabes y que no puedo decirlas, porque la honra de algunas personas están en juego.

—Insisto en que no me debe explicaciones, señor. Después de todo, sólo soy un simple mayordomo.

Moblit finalmente le dio la espalda y caminó un par de pasos, hasta que escuchó la voz de Zeke Jaeger.

—El hijo que espera Pieck, no es mío. Acepté tomarla como esposa para ayudarla y que no recibiera la deshonra de su familia por engendrar un hijo con un simple campesino. Todo este tiempo hemos dormido en camas separadas y jamás la he tocado. Te lo dije antes, ella no me ama y yo nunca estaré enamorado de ella, pero nunca me escuchas.

El mayordomo se detuvo, sin voltear. De seguro la señora Kirstein lo estaría buscando, y en momentos como ese desearía no ser un simple servidor resolviendo problemas ajenos y sólo ser un hombre con problemas propios.

Tenía que admitir que era un gesto muy noble y algo de alivio vino a la mente de Moblit. Sólo Pieck no era capaz de ver al buen hombre que tenía a su lado. Zeke era un poco torpe y muy inoportuno, pero buen hombre al fin y al cabo.

Conseguí un nuevo esposo silencioso  [Levihan / Historia completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora