Capítulo 8

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Estás últimas semanas he estado sobreviviendo sólo con café, agua, pan y algunos snacks que pillaba si tenía demasiada hambre.
Aparte de eso apenas había logrado dormir más de cuatro horas seguidas y la mayoría de veces era con pesadillas, por lo que aunque consiguiera dormir no lograba descansar y eso se notaba mucho a la hora de intentar estudiar. Había bajado mucho mi rendimiento, mis padres eso lo habían notado, pero no sé preocupaban por mí, su única preocupación era que fuera la alumna ejemplar, que tuviera las mejores notas, es decir, todo dieces, no como últimamente que solo sacaba sietes como mucho, eso les estaba cabreando y ya no sabían con que castigarme, porque yo era alguien que no tenía amigos, no sale, ni bebe casi nunca y jamás a fumado, su único castigo fue esconderme los libros que me compraron y estaba leyendo y quitarme el carnet de la biblioteca. Esto último me afectó más ya que ese lugar lo usaba para pasar el mayor tiempo posible fuera de casa, aunque sea estudiado, pero la mayor parte era leyendo para hundirme en mundos ficticios que pueden tener más problemas que yo pero con soluciones y final feliz. Los libros hacen que me olvide por un rato de la realidad que vivo, hacen que el tiempo pase más rápido y me hacen tener expectativas más altas, no solo en el amor, en la vida en general.

Ahora mismo estoy en mi bar/cafetería que se ha vuelto habitual, ñao ñao, es algo ruidosa, pero la gente que trabaja aquí y sus vistas merecen la pena, además que su café está riquísimo.
Estoy en mi mesa de siempre con el portátil, se suponía que iba a estudiar y hacer tareas, pero al final preferí que era mejor ponerme a leer, así que eso es lo que estoy haciendo ahora mismo.
Estoy tan metida en la historia, es demasiado interesante, es de esas que te atrapan desde el primer momento, pero alguien de repente me cierra el portátil de golpe, sin decir nada. Al principio no reacciono, pues me tomó por sorpresa, pero después levanto la vista y veo quién ha sido.

—¿Qué coño haces Joan?

—Hola, si estoy muy bien, ¿Tú qué tal? –dice con la mayor indiferencia del mundo lo que me enfurece aún más —llevo un rato intentando hablarte, pero no sé qué estarás viendo para no oír nada a tu alrededor.

—¿Y que se supone que quieres hablar tú conmigo? –eso lo digo mientras abro el portátil para guardar la parte por la que me había quedado leyendo y así no perderme, puto niñato, me llega a perder por dónde iba y lo mato.
Al ver que no responde procedo a recoger mis cosas y terminar el poco café que quedaba aún en la taza. Mañana cuando venga debería de ponerme a investigar sobre cierta persona que me da repulsión solo nombrar. Necesito encontrar sus puntos débiles cueste lo que cueste. No voy a dejar que me arruine la vida por segunda vez.

—¿Hola? ¿Me estás escuchando?

He vuelto a cometer el error de hundirme en mis pensamientos, tampoco es que me importe lo que haya dicho, pero debería aprender a prestar atención porque en algún momento me pasará factura.
Al ver que me quedo mirándolo vuelve a repetir lo que dijo.

—En fin, eres un poco maleducada, pero no me iré de aquí sin que me escuches –resopla cansado y se pasa la mano por el pelo nervioso — sigo sin entender porque me evitas cuando fui quien te ayudó y no te dejó sola, eres un poco imbécil, con todo respeto ehh, no te lo tomes personal, pero el hecho de que te dejaras llevar por lo que dijo tu amiga de mi, que ni aún demostrandote lo contrario puedes confiar ni un poco ni dar una misera oportunidad, me hace ver que eres igual al resto. Al venir de otro sitio y ser nueva, pensé que serías diferente y no serías de las que se deja llevar por los rumores incluso cuando son de ella misma. Pero al final es lo que estás haciendo, podrás no juntarte ya con Leyre ni con nadie, pero sigues siendo la imbécil que se deja llevar por lo que dice. Hasta aquí mi comunicado, espero que esto te haga reflexionar. Yo sí te daré otra oportunidad, mañana si estás dispuesta nos vemos aquí, sé que vienes siempre.

Después de decir eso, se levanta con normalidad y se marcha sin agregar nada más ni mirar atrás.

Sinceramente, tengo que admitir que me ha dejado pensando. El camino de vuelta a casa no he dejado de pensar, tiene razón en el fondo, odio dar la razón a alguien y más cuando apenas lo conozco, pero está vez tengo que hacerlo. Tiene razón en que me deje llevar por lo que decían sobre él y su amigo, tiene razón en que Leyre no resultó ser una buena amiga y tiene razón en que no tengo nada de diferencia con los demás. Soy una chica imbécil que no sabe hacer las cosas bien.

Mañana le daré la oportunidad, hablaré con él, no voy a evitarlo, aunque me haya acostumbrado a la soledad, no me viene mal algo de compañía. Lo único es que no dejo de darle vueltas a la conversación que escuché a escondidas cuando desperté en su casa. Voy a darle una oportunidad, pero no toda mi confianza, hay algo en él que no me da buena espina y tengo que tener cuidado, ya tengo suficientes problemas.

Llegó a la puerta de mi casa, cojo aire y lo suelto, intentando ganar fuerzas para entrar a casa y enfrentar a mis padres por llegar tarde como cada día.

Repito lo que dicen ellos, nadie sabe que hacer ya conmigo.

Un Riesgo Para CometerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora