Capítulo 13

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Fue una casualidad que la primera semana que fui a clase con Bella, no asistió él, según dijeron el resto de profesores era porque un familiar suyo estaba en el hospital y él le acompañaba. Por el momento no dábamos esa clase ni tutoría. También fue una suerte muy grande que me sirviera la ropa de Isabella, puesto que yo soy más delgada que ella y ella suele usar ropa un poco más llamativa, seguía sin acostumbrarme a que me mirarán siempre que iba con ella al lado. Todos nos miraban y lo hacían mucho más cuando íbamos con los chicos. Ellos no sabían nada, Bella cumplió con respetar mi secreto al igual que yo el suyo. No habíamos acercado mucho más, siempre me hacían sentir parte del grupo, íbamos a ese lugar bonito a desahogarnos y beber, a pasarlo bien faltando a clase. 

Mi móvil no lo usaba, lo tenía siempre apagado porque cuando lo encendía solo tenía llamadas y mensajes de mis padres y también de un número desconocido amenazándome, que intuía quién podía ser. Me ponía nerviosa y Bella tenía que consolarme todas las noches hasta que ella caía dormida y yo seguía mirando el techo, pensando qué hacer. No podía vivir en su casa y esconderme toda la vida, no podía aprovecharme de ella y su madre. 

Era lunes de nuevo me propuse trabajar para pagarles el alojamiento, las ayudaba con las tareas de casa pero sabía que eso no sería suficiente por mucho que ellas no lo dijeran. Así que fui a mí cafetería de confianza, a la que iba a leer, escribir y hacer tareas antes de que mis padres me castigaran. Me recordaban los trabajadores de allí y me llevaron con el jefe, un hombre que rondaba los 50 años.

—Buenas tardes señor, espero no molestar, pero necesito el trabajo y está cafetería es mi favorita y poder trabajar aquí me encantaría.

—No me gusta que me traten de usted, soy mayor y observador, sé quién eres, venías mucho antes, ¿Por qué dejaste de venir? 

Me puse un poco nerviosa y me mordí el labio, intenté disimularlo y le respondí.

—Tuve algunos asuntos familiares que resolver aparte que tenía exámenes importantes.

—Bueno espero que hayas podido resolver tus problemas y te salieran bien los exámenes –asenti disimulando los nervios — ¿Te ves capacitada para trabajar aquí? Creo que sigues estudiando, ¿Serás capaz de compaginarlo? Tendrías que ir a clases de día y trabajar de tarde. 

Lo pensé, no había caído en cuenta eso, pero necesitaba el dinero así que no dude.

—Si señor, perdón es que….

—Me llamo Mariano

—Está bien Mariano, aceptó el trabajo y estaré atenta, daré todo de mi en los trabajos y estudios, no le defraudaré. Por cierto, yo me llamo Elanna, Elanna Fernández.

—Bueno Elanna, solo tienes que firmar esto y estarás contratada. Empezarías en dos días cuando esté tu uniforme listo.

Hice lo que dijo, firme el contrato sin apenas leerlo, confía en ese hombre, pues en esa cafetería no había tenido nunca problemas y era la mejor.

—Muchas gracias por la oportunidad Mariano, el miércoles estaré aquí sin falta después de clases. 

Me dió un asentimiento mientras nos dábamos la mano en forma de despedida.

Salí de la cafetería feliz y me dirigí a casa de Bella. Era tarde y sentía como si alguien me estuviera siguiendo, pero miraba a mí alrededor y no había nada ni nadie. 

Ya estaba cerca de casa pero un coche dió un frenazo justo a mi lado.

—Al fin te encuentro niña.

Solo podía ver su silueta en la oscuridad del coche en el que se encontraba. Pero solo con su voz….

—¿Qué pasa? ¿Pensabas que no te encontraría? Ha sido fácil, ¿Ya te han contado lo que hice por ellas? Seré igual de bueno contigo preciosa, solo tienes que subir al coche.

Un Riesgo Para CometerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora