Capítulo 11

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Ya era noviembre y no entendía cómo el tiempo había pasado tan rápido y a la vez tan lento. Os haré un pequeño resumen del mes de octubre.

Recaí en las autolesiones, sigo con problemas de comida, a pesar de estar en el grupo de Joan él no me habla, es como si yo no existiera para él, Isa me ayudó con mi atuendo en la fiesta de Halloween para conseguir llamar su atención y si, lo hice, pero para hacerle pasar vergüenza de lo borracha que iba y eso que había jurado no beber, menos mal esa vez no pasó nada malo, solo baile encima de una mesa y dije cosas sin sentido que hoy, un día después, no lo recuerdo. Me he hecho bastante cercana a Isa, ella si es una buena amiga, no como Leyre, Isa ha ido a comer alguna vez a mi casa y mis padres la aceptan por ser buena estudiante y tener apariencia de no matar ni una mosca, dicen que debería aprender de ella. Si ellos supieran…
Aparte seguí investigando sobre el hijo del capo, resulta que va a mí instituto y tiene unos 20 años más o menos. Es decir que “Carlos” tenía a su propio hijo con él para vigilarle y vigilarme a la vez. Tenía que averiguar quién es ese chico ¿Será algún popular? No creo, seguro quiere pasar desapercibido. Mi investigación avanza sin que nadie se entere y tenía pensado lo que haría cuando encontrara al chico, estaba segura.

De lo que también estaba segura ahora es de la tremenda resaca que tenía y el dolor de cabeza horrible. No sé ni cómo conseguí que mis padres me dejaran salir y mucho más entre semana.

—Elanna como no bajes ya a desayunar te arrastro del pelo y te hago ir a clase en pijama por lo tarde que es –lo dijo gritando desde el piso de abajo, yo lo único que podía pensar era el dolor de cabeza.

Tenía que hacerla caso, pues ya una vez me arrastró del pelo y me hizo ir al colegio en pijama y toda despeinada, lo que hizo que fuera el hazme reír por varios días.

Me vestí lo más rápido que pude, tomé del cajón una pastilla para el dolor que tragué rápidamente sin agua mientras me atusaba el pelo, agarre mi mochila y baje rápido a la cocina.

—Ya estaba apunto de ir a por ti, ¿Porque tanta demora? – tiró hacia mi dirección el plato con unas tostadas enfadada —Ya vi lo que hiciste anoche por cierto, todos los vecinos hablan de ti y los videos tuyos que hay por las redes.

—Eres una vergüenza para la familia, haces que nuestra buena reputación caiga, tienes que ser el ejemplo de lo bueno no de lo malo. Pero la señorita lo único que quiere es hacernos quedar mal, porque no piensa lo que su familia sufre con los comentarios que hacen –eso lo añadió mi querido padre.

—¿Y quién piensa en mi sufrimiento? –me levanté, ya no me apetecía desayunar y menos con ellos. Me estaba conteniendo las lágrimas.

—¿Pero tú qué sufrimiento tienes? Si tú único deber son los estudios y complacer al señor, que ya nos enteramos que está aquí y de qué nos mentiste maldita asquerosa, está tarde te verás con él y seguirás con el trato.

—Exacto, céntrate en ser la mejor estudiante y en cumplir el trato. No es tan difícil, no veo por qué sufrir.

No aguanté más, agarre mi mochila y procedí a irme.

—Hija, pero no te enfades, lo decimos por tu bien, sabes que te queremos y queremos el bien de la familia. Venga aún tienes tiempo de desayunar algo rápido –lo dijo sin ningún tono de enfado mi madre, fingiendo una sonrisa de amabilidad como si realmente fuera cierto lo que decía. Pero la ignoré y me fui dando un portazo en sus narices.

No tenía ganas de ir a clase, no tenía ganas de estar en casa, no quería estar con nadie así que se me ocurrió un lugar donde podía ir y estar algo tranquila. Las lastras, un descampado en el suele pasar gente paseando a sus mascotas y poco más.

Desdé mi casa hasta allí fue un largo camino, pero prefería mil veces eso a estar rodeada de gente y más del grupo, no quería fingir, estaba cansada y necesitaba estar sola.

El camino hasta el lugar hizo que me calmara un poco, sumando que me tomé una de mis pastillas relajantes recetadas para estos casos. Era un lugar bonito, el cielo desde allí se veía precioso y más siendo el amanecer. Busqué un árbol que estuviera algo escondido y me senté bajo esté entre la hierba seca, apoyándome en él y dejando la mochila a un lado. Me puse los cascos para oír música a todo volumen desde el portátil, apagué el móvil y me puse a escribir todo lo que sentía. Por fin haría caso a las recomendaciones de escribir mis sentimientos. Y lo estaba haciendo sola y en un lugar tranquilo y algo bonito.

Pasaron varias horas, en las que solo oía música, escribía y de vez en cuando acariciaba algún perro que pasaba por allí. Tantas horas pasaron que ya estaba viendo el precioso atardecer. Lo que me hacía recordar lo que pasaría si regresaba a casa, estaría él, para seguir con el trato. Prometí no volver a permitirlo.

Encendí el móvil y al rato empezaron a llegarme un montón de notificaciones, llamadas y mensajes de mis padres de porque no estaba en casa, mensajes del grupo y llamadas de Isa. A esta última le devolví la llamada a la cual no tardó ni medio segundo en responder.

—Ela, pero ¿Dónde coño estás? Nos tienes preocupados, tus padres no han dejado de llamarme porque piensan que te mandé con algún chico o algo, están muy preocupados, ¿Porque no fuiste a clase ni estás en casa?

—Isa, no puedo explicarlo por aquí pero, ¿Puedo quedarme a dormir en tu casa? Por Favor, solo será esta noche.

—Si, obvio, ven aquí, ya sabes la dirección y espero que aquí sí me expliques todo.

—Lo haré no te preocupes, solo si te llaman mis padres no digas que estoy allí por favor, no les digas nada.

—Espero que tengas una buena explicación para eso, están muy preocupados y no sé si podré ocultarlo.

Con eso finaliza la llamada, recojo el portátil en mi mochila y me dirijo a casa de Isa, ya he estado varias veces allí al igual que dije que ella estuvo en la mía. Ella pedía explicaciones y tenía que pensar algo convincente, no sabía si era seguro contarle lo que realmente estaba pasando.

Al llegar a su casa me recibió con un fuerte abrazo, sin preguntas ni presiones, su madre solo se preocupó de que hubiera comido y al decir que no fui a la que más comida sirvieron a la hora de cenar, pero yo solo tenía ganas de vomitar. Le prometí a Isa que mañana después de descansar le contaría todo y ella aceptó, acordamos con su madre que no iríamos a clase al día siguiente. Pues yo realmente no sé cómo me vería para tener tan preocupada a la mujer y que quisiera cuidarme.

Después de cenar, Isabella me prestó uno de sus pijamas y nos fuimos a dormir a su cama, juntas, no me importó, pues era lo que necesitaba, dormir abrazada y eso fue lo que ella hizo, no me soltó en toda la noche a pesar de que ella si dormía y yo no, porque no dejaba de pensar en lo que me esperaba en mi casa. El pasado me había pillado.

Un Riesgo Para CometerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora