Capítulo 12

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Estábamos en la mesa desayunando, su madre nos había preparado tortitas con chocolate y café. No comí nada y apenas bebí un par de tragos del café.

—Niña deberías comer algo, anoche igual cenaste muy poco, te puedes poner mal, venga come -dijo la madre de Isa con amabilidad mientras me servía una tortita.

—Mi madre tiene razón debes comer y luego iremos a mí habitación a ver películas¿Vale? 

A regañadientes tuve que aceptar. Mientras comía me aguantaba las arcadas y el asco que me estaba provocando, no era que estuviese mala la comida, era que no tenía hambre. Tarde mucho en acabarme solo una tortita y el café y ellas me animaron en todo momento, hasta que terminé e Isa me arrastró a la habitación de ella.

—Ela ya puedes contarme qué fue lo que pasó para no querer ir a tu casa ni a clase.

—Tuve unos problemas en casa, no pasa nada –lo dije disimulando mis nervios y tratando de quitar importancia.

—Ela no me mientas, sabes que puedes decirme la verdad -resopló —Mira antes te voy a contar algo mío para que entres aún más en confianza, aunque pensé que ya la teníamos pero bueno. También he tenido problemas familiares, pero no lo casual que se soluciona fácil, mi padre era traficante y nos vendió a mí madre y a mí para saldar sus deudas, nos hicieron mucho daño ¿Sabes? En todos los sentidos, nos maltrataban Ela, nos tenían encerradas, hasta que llegó el padre de Joan que también trabaja en una mafia, y se apiadó de nosotras, gracias a él estamos vivas y aquí, por eso Joan es mi amigo, fue él quien me encontró mientras me pegaban y avisó a su padre. Con esto no quiero darte pena, quiero que confíes en mí y que sepas que no le contaré nada a nadie igual que espero que tú no le cuentes esto a nadie.

Asentí entre lágrimas al igual que ella y nos abrazamos, después de eso hubo un largo silencio en el que ninguna sabia que decir. Me debatía entre si contarle la verdad o no, en como decirle que quien a ella le arregló la vida a mí me la destruyó y que gracias a ella encontré su punto débil y más que nunca tendré que acercarme a Joan. Carraspee para llamar su atención.

—Está bien, te lo contaré, pero no todo. Mis padres trabajan para una mafia, está tenía un problema con otra mafia, me vieron a mí y dijeron que si me dejaba hacer cosas por el líder el problema entre mafias acabaría, pasa que sería algo permanente. Mis padres aceptaron aunque yo me negará. Me encerraron la primera vez en una habitación con ese hombre e hizo lo que quiso conmigo. Escapé de él contando una mentira, pero me ha encontrado, ayer estaba en mi casa quería volver a lo mismo, quiere volver a lo mismo y mis padres no dejan de llamar diciendo que descubrieron mi mentira y que quieren que vaya a pagar el desastre que causé y tengo miedo Isa, no quiero ir.

Ya era un río de lágrimas y moquera, no dejaba de hipar y casi ni respiraba porque a pesar de no contar todo, en mi cabeza se vinieron todos los recuerdos con imágenes y todo. Me vi en la habitación encerrada, golpeaba la puerta y nadie me abría, gritaba y nadie me escuchaba, sentí como alguien me sujetaba por detrás y me tiraba a la cama mientras lloraba, se subió también al lado mía y empezó a dar caricias mientras yo temblaba, levantando mi ropa. De repente salí de ese lapso.

Era Isa quién me estaba dando caricias en la cama para que me calmara.

—Tranquila, soy yo, estoy aquí contigo, no pasará nada

—Pastilla, en mi mochila –lo dijo con la voz temblorosa pero ella me entendió y fue a buscar lo que pedí junto con agua.

Me lo tendió, pero yo no podía moverme, tenía el cuerpo paralizado así que ella tuvo que dármelo y como pude tragué. Ya no lloraba.

—Perdón por hacerte recordar las cosas, no pensé que pasaría esto, y tranquila que no diré nada, lo que pasa en esta habitación se queda aquí.

Me fui calmando poco a poco gracias a la pastilla y que Isa me ayudaba a mover las manos y me daba caricias y contaba cosas para distraerme.

—Yo…. No quería que me vieras así, debería irme, ya he molestado suficiente. –hice el amago de levantarme pero ella negó y me sujetó.

—No vas a ir a tu casa ahora sabiendo que ese hombre te espera allí y tus padres no harán nada para impedirlo, te vas a quedar aquí el tiempo que haga falta, ¿Queda claro? –la iba a interrumpir pero no me dejó —Se lo que vas a preguntar, por mi madre no te preocupes, vivimos las dos solas y en cuanto se lo explique si me lo permites lo entenderá enseguida.

Asentí muy agradecida, y ella fue ha contarle a su madre. Pensé en que me obligarían a comer todos los días, en que tendría que compartir ropa y para colmo asistir a clase donde la cosa podría acabar mal.

Pero agradecí al universo por ponerme a Isabella en el camino, ella me entendía y yo a ella. También se escondía de ese alguien que las torturó, las dos huímos y lo íbamos a superar juntas. Por fin podría llamar amiga a alguien de verdad.

Un Riesgo Para CometerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora