Capítulo 7

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Había pasado una semana de aquel suceso, no dejaba de pensarlo, tuve pesadillas continuamente pero no sobre lo último que ocurrió, si no de lo que estaba huyendo y me dolía más. Me despertaba llorando y mi padre solo me recordaba que había sido mi culpa todo lo ocurrido.
Apenas salía de la cama, falté algunos días a clase para no tener que soportar a Leyre y para evitar ver a Joan, el cuál no había parado de escribirme y cuando me decidía a ir a clase no paraba de seguirme.

Me costaba convencer a mis padres los días que no tenía fuerzas de asistir, ya que ellos me obligaban, para que no perdiera temario y me fuera todo genial, aún que no creía que eso sucediera aunque asistiera a clase. A ellos solo les preocupaba mis notas, mi reputación, pero en ningún momento han sido conscientes de mí salud mental. Si, a veces parecen estar interesados y dar apoyo, pero solo es una fachada para quedar bien, nada en mi familia es lo que parece y pronto os daréis cuenta.

En la institución me había hecho con un lugar tranquilo, allí no estaba Leyre, ni Joan ni aquel que se hacía pasar por profesor.

Ahora mismo estaba allí, tumbada en el banco usando mi mochila de almohada, viendo el gran árbol que hacía sombra, mientras escuchaba música a todo volumen en los cascos, aislada de cualquier ruido externo. Tanto fue lo que me relajé que incluso cerré los ojos, disfrutando de la brisa que había, de que allí no había nadie que me molestara, al menos eso pensaba. Porque un rato después alguien me quitó uno de los cascos, lo que hizo, que sin fijarme en quien era, me levantara de golpe para reclamarle.

¿Quién se atrevió a ir a mi lugar?
¿Quién era capaz de interrumpir mi paz?
¿Por qué me había quitado mi casco?

Al final me lo devolvió, agarre el móvil para quitar la música y poner los cascos seguros. Di una oportunidad de fijarme en quien era la persona que me había molestado. No podía creerlo.
¿Qué quería este ahora? ¿No le había quedado claro que no quería hablar con él? Agarré mi mochila para alejarme de allí. Él no me lo permitió porque me sujetó del brazo, abrí la boca para hablar pero no me lo permitió.

—Relájate niña, que vengo en son de paz –dijo relajado, abrí la boca para hablar de nuevo pero él me interrumpió cosa que me frustro— solo quiero que hablemos, que me expliques porque huyes de mí cuando no te hice nada malo, al contrario te protegí cuando tu amiga te dejó tirada.

Tenía toda la razón, pero no le iba a dar el gusto de dejarle ganar, así que simplemente negué con la cabeza y volví a retomar el camino que había intentado emprender minutos antes. Y como era de esperar, él volvió a insistir, me di la vuelta dispuesta a hablar simplemente para que se callara y así pudiera dejarme tranquila.

—Gracias por ayudarme esa noche aún sin conocerme de nada –forcé una sonrisa.

—De nada, ¿Por qué huyes de mí? –volvió a preguntar y rodé los ojos.

—Porque no me apetece hablar con nadie, ¿Te sirve eso como respuesta? ¿Podrías dejarme ya en paz? –asintió rendido —gracias.

Me alejé por fin de él sin que lo impidiera.
No tenía ganas de ir a clase pues me tocaba con el tutor, la persona que menos ganas tenía de ver. Así que salí de allí en busca de alguna cafetería donde pudiera estar tranquila y tomando lo que más me gusta mientras leía.

Un Riesgo Para CometerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora