Los Candidatos se prepararon. Como nadie sabía con exactitud qué les deparaba, estar bien armados nunca estaba de más cuando del inframundo se trataba.
De nueva cuenta, la Segunda Puerta levitó unos centímetros por encima del nivel del mar, y en cuanto la Barca se aproximó, las dos estatuas que había al frente de ella volvieron a cobrar vida y se colocaron en posición firme, con los brazos de concreto en dirección a proa. Fue cuando la Puerta se abrió y Mesektet ingresó.
Cruzando el umbral de la Segunda Puerta, la Barca se internó en un mundo totalmente nuevo: un desierto de horizonte a horizonte, bajo cielos azules y un sol inmenso que brindaba bastante calor. Mesektet navegó en las arenas como si de agua se tratara, avanzando a la misma velocidad que antes; la diferencia era que ahora las dunas funcionaban como olas, y era tanta su firmeza y tamaño, que la Barca se movía de una forma un poco más violenta.
Pero fuera de eso, total tranquilidad.
—¿Navegar arena? —musitó Pat—. ¿Esa es la segunda hora del inframundo?
—La segunda hora presenta a Ra estableciendo una relación de paz con los demás dioses —repitió Clary—, enviándolos al mundo real para canalizar la oscuridad y así irse recuperando.
—¿Absorbiendo la oscuridad? —le preguntó Alyster.
—Así es.
—Diría que es una reverenda tontería pero... todo aquí lo es.
Clary no sabía si Merrick se había molestado con Alyster e iban a iniciar una pelea otra vez, porque justo en ese instante, el ambiente cambió. El viento comenzó a soplar con fuerza, generando pequeños tornados de arena que estaban a una distancia larga de Mesektet. Sin embargo, justo detrás de los tornados de arena apareció algo sumamente extraño.
Una especie de sombra comenzó a cubrir el desierto.
Oscuridad total.
—¿Qué es...? —murmuró Clary.
La sombra tenía vida. Avanzando a una gran velocidad en torno a la Barca, Clary pudo ver que esa masa oscura no sólo cubría el suelo, sino que en su interior poseía vida. En pocos segundos llegó hasta Mesektet y el barco recibió el impacto con fuerza.
—¡CUIDADO!
La capa de sombra golpeó la Barca y todos los Candidatos se tambalearon para luego caer al suelo. De un segundo a otro, el sol desapareció y la completa penumbra gobernó los cielos y el desierto.
Entonces, un grito desesperado.
—¡AYUDA! —chilló un Candidato.
Múltiples escarabajos de diferentes tamaños cubrían su cuerpo, mordiendo aquí y allá, y generándole heridas sumamente profundas al Candidato: un chico de estatura baja con el cabello largo. Entre sus compañeros intentaron ayudarlo, pero los escarabajos crecían de tamaño y se abalanzaban sobre ellos para proseguir el ataque.
—¡Están por todas partes! —chilló Zoé.
La defensa dentro de la Barca dio inicio; gracias a la oscuridad que rodeaba Mesektet, les fue casi imposible a los Candidatos poder frenar la oscuridad que los invadía. Matar escarabajos con una espada o un hacha era extremadamente difícil, y más cuando se trataba de cientos y cientos de ellos.
—¡Clary! ¡Cuidado! —gritó Pat.
Ella sintió cómo múltiples bichos recorrían su espalda hacia su cuello y el cosquilleo se hizo cada vez más grande.
—¡Quítamelos, quítamelos! —gritó Clary.
En un forcejeo entre ellos dos, la chica sintió cómo Pat quitaba los bichos con sus manos, pero en uno de esos movimientos, los escarabajos se adhirieron a él y comenzaron a morder su brazo.
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Los Juegos de Anubis
AventuraLa noche en la que el Museo más grande en la historia de Egipto se plantea su inauguración ocurre un incidente: un niño de 9 años llamado Merrick desaparece sin explicación alguna. Ocho años después, su hermana Clary aún carga con el trauma y con la...