Capítulo 26: la visión de una infancia rota

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—¿Y cómo harás eso? —quiso saber Merrick, cruzándose de brazos y lo bastante curioso.

—Yo...

Sólo en dos ocasiones había entrado al mundo subyacente que había en el Duat y convivido con Keira: la primera fue en el oasis, cuando ella misma se vio atraída por las aguas del manantial. La segunda, dentro del Templo de Seth, en una tina nada profunda.

¿Las aguas tenían algo que ver?

Halak-fara Mesektet —exclamó Clary.

La Barca frenó al instante, ocasionando que los Candidatos restantes comenzaran a curiosear. Muchos de ellos se preguntaban si ya habían ingresado por la Sexta Puerta, pero Merrick negó con la cabeza, aún no convencido por las ideas de su hermana.

—¿Qué haces? —Alyster escupió la pregunta con miedo, pero al mismo tiempo, con coraje.

—Busco otra manera —respondió Clary con frialdad.

Luego subió por la borda y dio un brinco hacia el mar.

El clavado no fue tal como ella lo esperaba. En lugar de sentir las aguas heladas del mar, Clary se sumergió en una gran capa de neblina que acobijó su cuerpo, y antes de caer en un "suelo sólido", la chica aterrizó lentamente en un césped bien cuidado, que rodeaba una casa pequeña y bonita.

—¿Qué es...? —soltó.

Una sombra apareció a su lado. Por un instante, Clary pensó que se trataba de un espejo ya que al voltear, se topó con una figura parecida a sí misma.

Pero sí era ella misma.

—¿Ubicas este lugar? —fue lo primero que dijo Keira.

—Es... casa —respondió Clary, intentando no mostrarse sorprendida o asustada, aún era sumamente extraño toparse con su propio reflejo—. Bueno, no como tal. Es la casa de verano. Donde nos traía mamá cuando papá viajaba por trabajo. Creo que nunca la conoció él.

—Estaba tan ocupado... —murmuró Keira.

—Solíamos venir por temporadas cortas —dijo Clary—; después de la desaparición de Merrick, mamá me trajo a aquí, y se convirtió en un hogar permanente.

Ocho años desde entonces.

La casita era de dos pisos, reluciente y con un tejado moderno. El pórtico se elevaba por un par de escalones por encima de un patio lleno de flores y arbustos bien podados; Costwolds era lindo en cualquier época del año, y aunque Clary sabía que se trataba de su hogar años atrás, sintió un repentino pellizco de nostalgia.

De repente, la puerta de la casa se abrió, y dos niños de seis años salieron corriendo. El niño, perseguía a la niña.

Eran los hermanos Hawkins.

Clary y Merrick.

Merrick no debía medir más de un metro cincuenta. Su risa fue un aire de vida que hizo sentir a Clary con esperanza en su interior. Vestía con unas bermudas negras y una camisa de botones color blanca, que en esos momentos traía desfajada. Clary, en cambio, usaba medias negras bajo una falda escolar de cuadros que llegaba hasta sus rodillas; a diferencia de Merrick, ella sí traía su camisa fajada.

El rebelde y la obediente.

—¡Corre! ¡Corre! —la voz de niña de Clary llamó la atención de la Clary de 17 años. La alegría con la que le hablaba a su hermano, más el hecho de que jugaban juntos a llegar de un lado a otro del patio le provocaron ganas de llorar.

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