-¿Serch? -soltó Clary.
El chico bajo con el cabello en forma de hongo se inmutó. Estaba mojado, como si hubiese salido del manantial más grande, y con lodo en los pies y en las piernas, tal como si hubiese salido y andado por la tierra.
Lo más extraño: Serch la estaba amenazando con su arma.
-¿Qué...? -Clary intentó acercarse.
-¡No te muevas! -exclamó Serch, alzando el khopesh en torno a ella-. ¡Ni un centímetro más!
Era una amenaza.
Clary intentó no moverse, para no mostrarse amenazante, pero por dentro, poco a poco, su corazón comenzó a agitarse y a ponerse nerviosa; bajó ambas manos con lentitud para que Serch comprendiera que no estaba armada.
-¿Estás bien? -hasta su voz tembló.
-¡TE DIJE QUE NO TE MOVIERAS!
El cuerpo entero de Serch tembló al dar unos pasos hacia el frente. Estaba totalmente fuera de sí, incluso hasta su mirada se mostraba perturbada.
-Te vi -comentó el chico, apuntándole con la espada-. Mientras la oscuridad nos absorbía. ¡Te vi comiéndote el escarabajo!
Clary sintió una punzada en el pecho.
Era fácil conectar los hechos. Ella comiendo el escarabajo negro y segundos después, la oscuridad y el inmenso ejército de bichos egipcios desaparecieron de la Barca, permitiéndoles avanzar. Cualquiera pensaría que el responsable, o en este caso la responsable, también estaba detrás de todos los augurios a los que estaban siendo sometidos.
-Escúchame, Serch... -Clary intentó hablar con tranquilidad, pero estaba tan nerviosa que su voz temblaba, tal como su atacante-. No había otra...
-Tú nos vas a condenar... -la mano de Serch que sostenía el khopesh temblaba más y más.
-Baja eso... -le pidió Clary con amabilidad-. Serch, por favor...
-¿Cómo confiar en ti? -le atajó él-; ¿sabes de mitos? ¿Comes un escarabajo de tinieblas y mágicamente nos libramos de un ejército de bichos que mataron a siete Candidatos? No... no te creo nada.
Con aires de ira, Serch comenzó a avanzar hacia ella.
-¡Detente! -gritó Clary-. ¿Qué haces?
-¡Voy a salvar a los demás!
Ahora sí, con paso decidido, Serch se abalanzó hacia ella intentando blandir el arma en su dirección.
-¡No! ¡Detente! -exclamó Clary, retrocediendo hasta el punto de entrar el pequeño manantial y chapotear a grandes zancadas.
Ante el movimiento desesperado de sus manos, las palmeras se agitaron y la arena brincó pocos centímetros, como si un fuerte terremoto de un segundo golpeara el oasis.
-¿Qué haces? -saltó Serch.
-¡Yo no estoy haciendo nada! -replicó Clary.
Ella pensó que Serch sería alguien comprensible, pero en cuanto lanzó el primer ataque supo que se había equivocado. La chica esquivó a duras penas el golpe, pero no tuvo tanta suerte con el segundo; el khopesh de Serch le dio justo en el hombro y ella cayó de relleno al manantial, llegando incluso a estar debajo del agua por un segundo. Se levantó frenética, esperando no recibir un tercer golpe, y anduvo a tientas hacia atrás hasta llegar al otro extremo.
-¡Te juro... que yo no hice nada! -Clary escupió agua y tosió bastante entre sus palabras.
-¡Mientes! -le espetó Serch.
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Los Juegos de Anubis
PertualanganLa noche en la que el Museo más grande en la historia de Egipto se plantea su inauguración ocurre un incidente: un niño de 9 años llamado Merrick desaparece sin explicación alguna. Ocho años después, su hermana Clary aún carga con el trauma y con la...