La Barca, por arte de magia, se detuvo justamente en cuanto alcanzó el oasis. Era un gran espacio que debía medir unos cien metros por otros doscientos, repleto de palmeras y arbustos que transformaban la arena en tierra, el suelo caliente en una sombra cálida, y un pozo de agua cristalina que caía en una pequeña cascada hasta otro pozo más grande.
Tiempos de refrigerio.
—Cada Puerta es una hora —murmuró Clary—. Cada hora es una prueba.
—¿Qué significa? —preguntó Merrick.
—La Barca avanzará cuando la hora termine.
Era lo más lógico que podía ocurrírsele.
Merrick asintió y luego se giró hacia los demás Candidatos:
—Una hora, entonces —Merrick notó lo mismo que su hermana: que todos los Candidatos le ponían atención—. Cincuenta y nueve minutos nos quedan en este oasis. Aprovéchenlos.
Un tabloide emergió desde el costado de estribor y conectó a Mesektet directamente con el espacio que se separaba del desierto. Con cierto temor, algunos Candidatos comenzaron a bajarse de la Barca, y una vez internados en el oasis y verificando que, en efecto, no había ningún peligro, persuadieron a la distancia al resto de los pasajeros en hacer lo mismo.
—¡Chicos! —Pat, uno de los tantos rezagados del grupo estaba hincado, cerca de un gran conjunto de cajas de madera—. Hay cantimploras aquí.
—¿Podremos llenarlas? —Fabio llegó a su lado y comenzó a tomarlas junto con él.
—Hay que averiguarlo.
—Cuarenta minutos —indicó Merrick, en cuanto su grupo de Candidatos comenzó a bajar de Mesektet—, no quiero que nos ganen las prisas y terminemos abandonados.
Pat y Fabio se movieron rápido, dejando a Zoé y a Lucille atrás, para internarse en dirección al manantial. Clary, en cambio, descendió de la Barca con cierta lentitud.
—¿Segura que estás bien? —Merrick la acompañó de cerca.
—Yo...
¿Cómo explicarle a su hermano lo que acababa de presenciar? ¿Era una vidente, o aquel extraño poder provenía de haberse comido el escarabajo? ¿Podía compartirle que sentía un miedo inmenso debido a que ella fue la única que dio tal paso con tal de terminar la prueba de la Segunda Puerta? ¿Y si aquello tenía repercusiones, quien sabe, algo tóxicas? ¡Se había comido un escarabajo hecho de oscuridad y tinieblas! Conociendo las maldiciones egipcias y su conexión tanto con el inframundo como con actividades místicas, aquello no quedaría sin consecuencias...
—Estoy algo mareada.
—Si no quieres estar rodeada por tantos Candidatos... puede que haya algún manantial pequeño —musitó su hermano—. Para estar alejada de los curiosos.
—¿No vendrás conmigo?
—Creo que un tiempo a solas es lo que necesitamos todos —Merrick se hincó de hombros—; ya sabes, después de dos traumas... un descanso es bien merecido.
Clary asintió con lentitud y bajó de la Barca.
—¡Nos vemos aquí en media hora! —le gritó su hermano.
Merrick llevaba comportándose de una manera extraña desde que iniciaron los Juegos de Anubis, eso estaba claro, pero Clary no podía determinar en qué, o cómo. Haber estado 8 años separados podían ser el cimiento de muchos cambios. Tal vez Merrick era así...
O tal vez no.
Como el oasis no era tan grande, Clary podía escuchar el chapoteo de varias personas, riendo y gritando a tan sólo unos metros de ella. Al quitar algunos arbustos, se dio cuenta de que varios Candidatos nadaban en el manantial, o se aventaban desde la pequeña cascada. Ahí logró ver a Pat y a Fabio, en la orilla, llenando las cantimploras entre muchos otros Candidatos que no conocía. Incluso Lucille les ayudaba a llenar las cajas de madera con las vasijas ya llenas de agua.
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Los Juegos de Anubis
PertualanganLa noche en la que el Museo más grande en la historia de Egipto se plantea su inauguración ocurre un incidente: un niño de 9 años llamado Merrick desaparece sin explicación alguna. Ocho años después, su hermana Clary aún carga con el trauma y con la...