Capítulo 43: ¡Hazlo por nosotras, Merrick!

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—¿Por qué mataría a mi hermano?

—Porque si vas a ser la diosa de Egipto que liderara el mayor ejército de nuestro imperio, necesitas superar el pasado y dejar a tu hermano donde lo puso Anubis: en la muerte misma —el tono de su voz había cambiado. Osiris, el padre de Clary, ahora hablaba con pasión y determinación, con poder y total control sobre cada una de sus palabras.

Con el uso de la magia, Osiris le pasó el Libro del Amduat a Clary, y luego chasqueó los dedos en dirección a Merrick, quien desenvainó la espada khopesh que traía desde antes de entrar al Palacio de los Faraones.

—¡Ataca! —le ordenó Osiris.

Merrick obedeció al momento, lanzándose contra su propia hermana, quien lo paralizó con magia al instante. Osiris reaccionó y sujetó a Clary, con más magia, enredándola con una serie de cadenas de vidrió que a simple vista no podían verse.

—¿Qué estás haciendo? —le gritó Osiris.

—¿Por qué quieres que mate a mi hermano! ¡Es tu hijo!

—Rompió las reglas y se le dio una oportunidad. El trato expiró; mátalo y termina con todo esto de una vez.

—¡Yo también rompí las reglas! —le espetó Clary, y logró soltarse del maleficio de su padre al agitarse entre las cadenas de cristal que la sujetaban—. ¡Hundí a Mesektet y no crucé las Puertas restantes! ¿Qué harás? ¿Matarme a mí también?

¿De dónde salía la valentía para gritarle así a su padre? ¿De dónde salía la valentía para oponerse directamente contra el dios de todo Egipto?

De la nada, toda el agua de los conductos del piso y de las fuentes brotaron con fuerza hacia arriba, causando una pequeña tormenta que golpeó las paredes, el techo, los tronos y la cámara real por completo, sumiendo a Clary en una especie de huracán inofensivo pero bastante turbulento.

Entre las corrientes de agua apareció Keira, quien tiró de su mano y las dos se sumergieron por unos instantes.

—Clary, necesito que pongas atención a mis palabras y actúes al pie de la letra, ¿está bien?

—¿Keira? ¿Qué pasa?

—Escúchame, Clary, tienes que obedecer a Osiris.

—¿Qué? —no, no, no...

—Sin titubear, sin dudar. Tienes que mostrar completa lealtad a nuestro padre. Osiris tiene que creer que estás de su lado hasta que llegue el momento correcto.

—¿El momento...?

—Entonces podrás atacarlo de frente y sin dudar. Como una distracción, ¿lo entiendes?

Una distracción... tal como lo había sugerido Shesmu. Sólo así podría vencer a Osiris.

—Pero... papá quiere que mate a Merrick —titubeó Clary.

—Tendrás que hacerlo para ganarte su confianza.

—¡No mataré a mi hermano!

—Clary... —la voz de Keira se enserió—. Tu hermano ya está muerto.

El dolor, el debilitamiento y el cansancio acababan poco a poco con la vida de Merrick, quien seguía tendido en el suelo, mojándose en su propia sangre. Sólo le quedaban pocos segundos de vida.

—Merrick... ¡reacciona!

Esa voz... parecía a la de su hermana.

Con suma lentitud, Merrick alzó un poco la vista y lo que vio no tuvo sentido. El charco de sangre se había extendido por el suelo rocoso que separaba las piedras de la arena, y en el brillo del reflejo pudo ver el cielo nocturno, los árboles a lo lejos y a...

Los Juegos de AnubisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora