El regreso a la Barca fue rápido, aun sabiendo Clary en su interior que nunca existió peligro como tal. Al menos no para ella.
Por arte de magia, Mesektet comenzó a avanzar sobre la arena en cuanto los últimos Candidatos entraron en ella.
Al igual que la transición entre la segunda y la tercera hora en el Duat, una Puerta emergió de las alturas y comenzó su descenso en dirección al desierto para detenerse a unos metros frente a la Barca; al abrirse, Mesektet ingresó cruzando su rellano y el desierto se mantuvo. Nada cambió en lo absoluto.
Clary pasó los siguientes minutos en proa, siendo atendida por Zoé, colocándole algunas toallas mojadas en la frente, así como por Pat, quien le tendía una cantimplora de agua.
—¿Estás... mejor? —le preguntó Zoé.
—Eso creo.
—¿Qué fue lo que pasó?
—Todos vimos lo que pasó —dijo Pat—, Serch se volvió loco.
—Me refiero a lo que sucedió en el manantial —corrigió Zoé—; el hecho de que Serch fuese... absorbido.
Clary estuvo a punto de responder, pero Merrick, que estaba a su lado, se levantó con rapidez y casi de manera violenta. Clary se dio cuenta de que tanto alboroto se debía a sólo una cosa: la presencia de Alyster aproximándose hacia ellos. Las tres horas que llevaba en Mesektet eran suficientes para saber que el Candidato quería reclamar, e incluso atacar.
—Espera, espera —el amigo de Alyster, el chico delgado y con gafas, se interpuso entre él y el grupo de Clary antes de que pudiera lanzar la primera pregunta—; yo lo haré, yo lo haré.
Dio un empujón a Alyster y luego se volteó.
—Una disculpa por mi amigo de allá —meneó la cabeza—, supongo ya sabían a qué venía.
—Lo ha hecho tres horas seguidas —le reclamó Merrick—, así que sí. Sabemos a qué venía.
Detrás de Merrick se colocaron tanto Pat como Lucille. Los tres estaban desarmados pero la firmeza con la que se presentaban mostraba la posición a la defensiva.
—Sí... una disculpa por eso —dijo Medge—; la verdad es que todos estamos nerviosos. Han muerto quince Candidatos desde que la Barca zarpó.
15 muertos.
Clary nunca contó cuántos Candidatos subieron a la Barca en cuanto los Juegos dieron inicio, pero haber perdido a 15 de ellos en tan sólo 3 horas era un mal augurio.
Un augurio de muerte.
—¿Qué quería tu amigo? —le preguntó Lucille.
—Una combinación entre reclamo, duda y cuestionamiento —dijo Medge.
A espaldas de él, Alyster paseaba ansioso, rodeado de algunos Candidatos que discutían entre sí.
—Nada nuevo —dijo Clary, soltando la cantimplora y poniéndose de pie.
La verdad era que encarar a Alyster ya se estaba volviendo cansado, pero Medge, a diferencia, era más tranquilo y accesible. Hablar con él era sencillo, no un dolor de cabeza.
—¿Qué pasó allá atrás? —le preguntó Medge, con un tono que sin duda era mucho mejor que lo que Alyster hubiera empleado.
—¿Vienes a interrogarla en lugar de tu amigo escuálido? —Merrick respondió su pregunta.
—La verdad, le dije a Alyster que no viniera —comentó Medge—; creo que el miedo que sentimos más la incertidumbre son una muy mala combinación. Preferí yo hacer las preguntas de un modo tranquilo y pacífico.
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Los Juegos de Anubis
AventuraLa noche en la que el Museo más grande en la historia de Egipto se plantea su inauguración ocurre un incidente: un niño de 9 años llamado Merrick desaparece sin explicación alguna. Ocho años después, su hermana Clary aún carga con el trauma y con la...