Katie Bell

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El crujido de la nieve del mes de diciembre bajo sus pies, resonaba en el aire invernal cuando Gianna caminaba con Theo por los terrenos de Hogwarts.

Mientras caminaban por el frío patio de Hogwarts, Gianna y Theo comenzaron a hablar sobre sus planes para las vacaciones de Navidad. Gianna emocionada compartió que pasaría las vacaciones en la casa de los Weasley, sumergiéndose en la animada celebración familiar.

—¡Imagínate, Theo, habrá tanta comida! Lo único que me preocupa es la relación con mi padre. —dijo algo sería. —¿Y tú que harás?—preguntó Gianna.

Theo, con una expresión más seria, mencionó que pasaría las vacaciones con su padre. Gianna notó la falta de entusiasmo en su voz y quiso ahondar en ello.

—¿No estás emocionado por pasar tiempo con tu padre? —preguntó Gianna, preocupada.

Theo suspiró y confesó: —No es exactamente la idea de unas felices fiestas familiares. Mi relación con mi padre es complicada.

—Podrías venir conmigo a la casa de los Weasley. Ginny, Hermione, Harry y Ron ya te conocen, seguro que aceptan—sugirió Gianna, buscando aliviar la preocupación de Theo.

Pero Theo, con una mirada melancólica, respondió: —No creo que sea una buena idea. No creo que tu padre o los señores Weasley me acepten allí.

La conversación se vio interrumpida cuando Hermione, con expresión preocupada, se acercó a ellos.

—¡Gianna! Algo está pasando, Harry esta muy preocupado. —dijo Hermione, con la urgencia reflejada en sus ojos.

Gianna frunció el ceño recordando las palabras de Sirius "Cuida a Harry, Gia". —Que ha pasado Hermione. —dijo asustada

—Harry, Ron y yo íbamos de camino hacia el castillo, y de repente, Katie Bell se elevó en el aire y cayó fuertemente. Traía una caja consigo, Mcgonagall dice que es un objeto maldito, y estaba dirigido a una persona, Dumbledore.

Theo, a pesar de su usual actitud serena, mostró una expresión más tensa y preocupada al enterarse de lo que había sucedido con Katie Bell. Aunque sus labios permanecían sellados, sus ojos reflejaban una inquietud que no pasó desapercibida para Gianna. Sus miradas se cruzaron en un instante, y ella pudo percibir la preocupación y el nerviosismo en los ojos de Theo, un lado de él que rara vez mostraba.

Mientras Hermione continuaba informándoles sobre la gravedad de la situación, Gianna apretó ligeramente la mano de Theo como un gesto de apoyo.

Gianna, después de que Hermione le contara todos los detalles, entró rápidamente al castillo junto a Hermione, decidida a encontrar a Harry. Mientras buscaban, se toparon con Draco, quien se veía evidentemente preocupado y asustado, yendo apresuradamente para evitar ser seguido.

No pasó desapercibido para la morena, quien prometió buscar a Hermione y Harry después, dispuesta a seguir a Draco.

Después de perseguirlo sin que lo viera por varios pasillos, entró a la Sala de los Menesteres.

Al entrar, Draco se sobresaltó al verla, sus ojos revelaban temor y angustia. Sin esperar a que Gianna dijera algo, Draco se quebró emocionalmente, lágrimas brotaron de sus ojos mientras temblaba de miedo.

—Gianna, por favor, tienes que ayudarme. Me van a matar. —balbuceó Draco entre sollozos, mirando a su alrededor como si temiera que alguien pudiera estar escuchándolos.

Gianna, sorprendida por la confesión de Draco, se acercó rápidamente a él, abrazándolo. —Tranquilízate, Draco. ¿Quién intenta hacerte daño? Necesito saber lo que está pasando.

Draco, entre sollozos y con evidente temor, desabrochó lentamente la manga de su túnica para revelar la Marca Tenebrosa grabada en su antebrazo. Gianna contuvo el aliento al ver el siniestro símbolo, su corazón latía con fuerza ante la revelación.

Gianna, superando su shock inicial, miró fijamente la Marca Tenebrosa. La realidad de la situación golpeó con fuerza, y la expresión de miedo en el rostro de Draco la conmovió. Tomó la mano de Draco con suavidad, buscando consolarlo.

—¿Cómo llegaste a esto, Draco? —preguntó Gianna con un hilo de voz.

Draco respiró hondo antes de explicar. —En el verano, bajo la presión de las amenazas y castigos de Voldemort, tuve que unirme a los Mortífagos. Después de la batalla en el Departamento de Misterios. —Gianna se tensó al recordar aquel día. —Voldemort me castigó a mi, por el error que tuvo mi padre al no recuperar la profecía. Me impuso una misión, Gianna. —dijo con la voz quebrada. —Yo no quiero hacerlo, Gia. No quiero. —dijo rompiendo a llorar de nuevo. —No puedo negarme a sus órdenes. Si lo hago, me matarán. —dijo mirándola. —Además, he estado recibiendo cartas de alguien, órdenes directas que no sé quién está detrás de ellas. —confesó Draco, con la mirada perdida en la oscuridad.

Gianna, con compasión en sus ojos, escuchó atentamente la confesión de Draco. Al notar su angustia, apretó suavemente la mano del chico, buscando ofrecerle un apoyo silencioso.

—Draco, ¿puedes contarme más sobre esa misión? —preguntó Gianna con cautela, consciente de la dificultad en la voz de Draco.

Draco cerró los ojos por un momento, como si estuviera luchando consigo mismo antes de responder. —No puedo, Gia. Voldemort me hizo jurarlo.

Gianna suspiró, entendiendo la gravedad de la situación. Aunque quería saber más, respetaba la posición difícil en la que Draco se encontraba.

—Lo siento, Draco. No deberías tener que enfrentar esto solo. —dijo Gianna, abrazándolo con más fuerza.

—Tendría que habértelo dicho antes, pero temía por ti, por mi madre, por mi... Ahora estoy atrapado, Gia, y no puedo salir de esto. —confesó Draco, con la mirada fija en un punto distante.

Gianna acarició el cabello de Draco con ternura. —No importa lo que hayas hecho antes, Draco. Estoy aquí para apoyarte ahora. Juntos encontraremos una solución. —declaró Gianna, mientras lo abrazaba.

La Sala de los Menesteres estaba envuelta en un silencio incómodo después de las confesiones de Draco. Gianna, decidida a encontrar una solución, se separó suavemente del abrazo y lo miró con determinación.

—Draco, no estás solo en esto. Vamos a descubrir cómo manejarlo, pero necesitas confiar en mi, y darme los detalles que puedas para buscar una solución juntos. No podemos enfrentar lo desconocido sin apoyo. —dijo Gianna, mirándolo a los ojos.

Draco asintió y empezó a contarle los detalles que podía decir, sin llegar a revelar su verdadera misión.

Preocupada por las revelaciones de Draco, Gianna no pudo evitar sentir una inquietud creciente sobre la posible conexión de Theo con los Mortífagos. Sabía que el padre de Theo había sido un leal seguidor de Lord Voldemort en el pasado, y temía que esa sombra del pasado pudiera proyectarse sobre Theo.

Sombras del azar | Theodore NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora