Asumir la realidad

29 5 0
                                    

Gianna parpadeó varias veces, tratando de enfocar su mirada en la figura borrosa de Theo. La noticia sobre su padre resonaba en su mente, como una melodía triste que no podía dejar de escuchar.

—Theo... —murmuró con voz temblorosa—, mi padre...

Theo asintió con solemnidad, manteniendo la mano de Gianna entre las suyas. —Sí, Draco me lo contó. Parece que tu padre se ha vuelto a unir a ellos.

Un nudo se formó en el estómago de Gianna, una mezcla de incredulidad y dolor. —¿Cómo puede hacer algo así? Después de todo lo que hemos perdido...

Theo la abrazó suavemente. —A veces, las personas toman caminos oscuros, Gia. Pero eso no cambia quién eres ni el apoyo que tienes a tu alrededor.

Gianna se aferró a esas palabras, sintiendo una extraña mezcla de tristeza y gratitud.

Madame Pomfrey, entró en la sala con su típico aire autoritario, evaluando la situación. Al ver que Gianna había recobrado el conocimiento, se acercó a ella.

—¿Cómo te sientes, querida? —preguntó con preocupación mientras revisaba la cabeza de Gianna.

—Me duele un poco la cabeza, pero estoy bien, creo. —Gianna respondió con voz débil, sintiendo el dolor punzante en su sien.

Madame Pomfrey asintió y le hizo algunas preguntas para evaluar su estado. Luego de unos minutos, concluyó que Gianna se había desmayado debido al impacto emocional y le recomendó descansar.

—Has pasado por mucho últimamente, cariño. Descansa aquí un rato, y si sientes algún malestar, avísame de inmediato. —aconsejó la enfermera.

Theo, que permanecía a su lado, asintió agradecido. —Gracias. Nos quedaremos un rato aquí.

Con un gesto amable, la enfermera se retiró, dejando a Gianna y Theo a solas en la tranquila sala. La morena miró a Theo con una expresión de agradecimiento y preocupación.

—No sé qué hacer, Theo. Esto es demasiado para procesar. —susurró Gianna, su voz temblorosa.

Theo le acarició el cabello con ternura. —Tomémonos el tiempo que necesitemos, Gia. Estoy aquí para ti, siempre.

Ambos se quedaron en silencio, compartiendo el peso de las circunstancias, pero también encontrando consuelo el uno en el otro.

Había pasado un día desde el desmayo de Gianna, y se encontraba descansando en su habitación cuando la puerta se abrió con cautela, revelando la figura de Draco Malfoy. Gianna, recostada en su cama, lo miró con una mezcla de molestia y decepción.

—¿Cómo pudiste ocultármelo, Draco? Ha pasado un puto mes y no has pensado en decírmelo antes —Gianna estalló antes de que él pudiera decir una palabra. —Es mi padre, y merezco saber lo que está pasando.

Draco bajó la mirada, consciente de que había cometido un error al no contarle a Gianna sobre la situación de su padre antes. —Lo siento, Gia. No sabía cómo decírtelo. Temía que te hiciera daño.

—¿Daño? ¡Draco, no soy una niña pequeña! Tengo derecho a saber lo que está sucediendo, especialmente si afecta a mi familia. —Gianna se incorporó en la cama, con la mirada fija en Draco.

Draco intentó explicarse, pero las palabras de Gianna retumbaban en la habitación. —Si te lo hubiera dicho antes, no habría cambiado la situación.

La frustración se reflejó en los ojos de Gianna, pero Draco continuó. —Lo hice para protegerte. No quería que te preocuparas más de lo necesario.

—No necesito que protejas mis sentimientos, Draco.

— Gia. No era mi intención ocultarte la verdad, pero me vi atrapado en una situación imposible. Si revelo detalles, podría poner en peligro no solo mi vida sino también la tuya.

Sombras del azar | Theodore NottDonde viven las historias. Descúbrelo ahora