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- Despierta Liam - escucho la voz lejanía de Ava - Liam -

Abro mis ojos parpadeando y me encuentro con una Ava elegante sentada a mi lado, tiene el ceño fruncido mientras me escanea, sí, no me e levantado ni para asearme, apesto a sexo, y mis ojos están hinchados de tanto llorar, pero no me importa, no tengo ánimos para nada.

Se gira hacia el escritorio tomando algo y vuelve hacia mí, un vaso de agua y una pastilla se posa ante mis ojos - Tomate esto - dice sin bajar los brazos

-¿Qué es? - contesto roncamente.

-Para evitar que entres en estado, ayer me corrí dentro de ti, y dado que tú aroma me hace ver qué eres muy fértil, no está en mis planes tener cachorros ahora -

-¿Porqué? - contesto con cierta curiosidad.

-Serias el último con quién quisiera formar una manada, una alfa como yo no va rebajarse a tener un Omega cómo tú de madre de mis crías, sería una total vergüenza - contesta con desagrado en cada palabra.

Me hiere de una manera que no creí posible, mi lobo gimotea en mi interior y sin perder los estribos estiro mi brazo tomando la pastilla y tragándomela rápidamente junto con el agua, terminando dejo el vaso en la colcha y me volteo dándole la espalda y tapándome de nuevo con la sábana. El dolor en mi pecho se abre paso junto con mi garganta cerrada, pero me niego a soltar las lágrimas sin que ella se vaya de mi habitación.

-Buen chico, eres un inútil pero muy obediente- murmura levantándose del colchón.

No contesto nada a su humillación porque no confío en mi voz, si digo algo me quebraré.

Una vez escucho la puerta cerrarse y su aroma ya no tan fuerte, dejo de reprimirme y suelto mis lágrimas junto con mi llanto.

Tiene razón, porque ella tendría crías conmigo, viéndola a ella y viéndome a mí, sería una total burla, Ava es tan bella que puede tener a cualquiera a sus pies, la dominancia que posee la hace deseosa de cualquier Omega, sería tonto de mi parte intentar compararme con otros, saldría perdiendo por todos lados, no fui a la escuela, escribo muy poco, nunca e trabajado más que recogiendo basura, aprendí a leer por qué mamá me enseñó, y una que otra cosa relacionada a mi casta, pocas cosas me enseñó antes de caer por completo en la adicción, lo demás lo aprendí a tropiezos, nunca salía de casa sin que sea plenamente necesario, siempre temí de los demás, al no saber mucho me daba miedo terminar como los omegas que veía a diario deambulando en las calles, abusados, abandonados, pero siempre golpeados, no había un día donde no escuchará como los violentaban, por eso nunca me acerque a los alfas, nunca tuve contacto con ninguno, no quería que también me golpearan o abusaran, y de todas formas termine así, quizá no abusado pero si golpeado por Ava y humillado también.

"Un Omega cómo tu sería una total vergüenza"

"Eres un inútil"

A mi mente llegan sus crueles comentarios, por si fuera poco mi dolor, más palabras de ayer se suman sumergiendome a un abismo de tristeza y decepción hacia mí mismo.

"Son unas ratas que te vendieron desde la noche en que te conocí"

"Las ratas son capaces de todo por el maldito vicio niño"

"Tu madre te vendió como un asqueroso prostituto"

Quizá eso soy, quizá para eso sirvo, para venderse y satisfacer a alguién más, tal cuál una mercancía, una mercancía como Ava me nombró.

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Tres días.
Ese es el tiempo que e estado aquí encerrado sin salir ni a tomar aire, mi cuerpo pica porque necesito un baño, mi estómago ruge porque necesito alimento, y yo lo único que necesito es dejar de existir.

Mi Mercancía PersonalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora