La voz de su esposa fue lo primero que escuchó, entre la neblina de la inconsciencia, el sonido de su voz poco a poco fue llevándolo de regreso a un estado más receptivo, ahora podía sentir el dolor latente en su hombro, y la sequedad de su garganta. Los efectos de la leche de amapola fueron desapareciendo, no sabía como catalogarlo, una maldición o una bendición. La opción mas adecuada es ambos, al parecer.
—¿Cuándo reducirá la dosis? —ahora que su cuerpo eliminó los últimos vestigios del sedante, pudo entender la conversación de Rhaenyra con el Maestre Kelvyn.
—Mi princesa —dice con paciencia y respeto —, no creo que sea conveniente en este momento. El dolor aún es intenso, recomendaría una semana más. —explicó con calma. Rhaenyra se levantó de la silla y no lucia complacida con la respuesta, parecía irritada.
—No digo que se la quite —aclaró conteniendo su temperamento —, solo que la reduzca. Bastará con que quite el dolor, no creo que sea necesario dejarlo inconsciente. —Laenor estiró una mano, hasta rozar el antebrazo de Rhaenyra.
Conocía ese tono de voz, y por el bien del maestre, era necesario distraerla, de otro modo esto podría terminar fatal. Por alguna razón, Rhaenyra se había mostrado muy reacia al suministro de leche de amapola, parecía temerosa y a la defensiva cada que alguien mencionaba siquiera una dosis más alta. Así que Laenor dejó de pedirla el segundo día que ella estuvo aquí. Como un buen esposo, no iba tentar su suerte, era mejor complacer sus deseos, aunque eso signifique mas dolor.
—¿Estás bien? —preguntó, manteniendo la calma para no alarmar a ninguno. Ella asintió. Ya casi era una quincena desde su llegada, lo que significa que Laenor llevaba poco más de una veintena de días en cama. —. Debes calmarte querida esposa, si hubiera otra cosa que ayudara con el dolor, te juro que lo usaría, pero por el momento esto es lo único que hay, y en verdad duele.
El maestre se acercó a revisar los vendajes, Laenor reprimió sus gemidos de dolor cada que el hombre tocaba cerca, al menos no había infección. Rhaenyra estuvo sentada en silencio durante todo el proceso, solo entonces notó el cabello desordenado y la cara con restos de cenizas, sus manos, antes decoradas con anillos, ahora tenían algunos moretones, por jalar las riendas del dragón con demasiada fuerza. Pero a parte de algunas quemaduras por el fuego y el sol, ella estaba bien. Era un pequeño consuelo, al mar de preocupación que crecía cada vez mas en su interior.
Desde que llegó, le asustaba más no estar ahí volando con ella para protegerla, que un posible ataque a su persona. No podía evitar este sentido de protección hacia ella, Rhaenyra era su todo en este momento, la única mujer que vio todo de él y aún así lo respaldó, que no le obligó a nada y que se preocupó por su felicidad tanto como por su deber. Es la madre de sus hijos, su confidente y compañera. Es la única mujer que Laenor va amar, a parte de su madre y hermana. Así que si, estaba mucho más preocupado por ella que por él.
—Quiero recuperarme rápido —dijo, cuando el maestre abandonó el lugar. —, para eso mi cuerpo necesita concentrar todas sus energías en sanar y si eso significa estar inconsciente debo hacerlo.
—No, no quiero que eso te haga daño, los efectos de la leche de amapola son terribles. —lo decía con un convicción que Laenor estaba perplejo, no supo nunca que hubiesen otros efectos.
—¿Cuáles serían? —preguntó, más que nada para calmarla, Rhaenyra estaba muy temperamental desde que llegó, se irritaba con mucha facilidad.
—Leí que pueden causar que alucinaciones, puede matar a un bebé si se suministra demasiado a la madre, tal vez incluso podría matar si se suministra en cantidad. —bueno, ahora entendía porque rechazó el brebaje en cada uno de sus partos, y que no tenía nada que ver con su terquedad.
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The dragon princess
FanficEl dolor que pasó, no se lo deseaba ni a su peor enemigo. La muerte sería el consuelo entre todo su dolor. Sus hijos, su trono, su padre, su esposo, todo lo que alguna vez amo se lo habían arrebatado con crueldad en una guerra dada por las ambicione...