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"But you made me look so naive"

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Observó a su adorable hijo jugar con sus peluches en el sillón y con una sonrisa se dirigió a la cocina para seguir preparando el almuerzo, se sentía un poco preocupado desde hace algunos días.

¿La razón?

Yoongi no le respondía los mensajes ni las llamadas.

Sabía que el pelinegro estaba ocupado con los entrenamientos, sobretodo ahora que eran las clasificatorias para el campeonato en Japón, pero aún así no le costaba nada responder con un: Hola, estoy ocupado.

Su corazón se oprimía cada vez que no veía una notificación en su celular del boxeador, sobre todo porque el sentimiento de inseguridad comenzaba a crecer en su interior, echando raíces y alimentándose de la indiferencia de Yoongi.

No quería pensar lo peor, se negaba a pensar en Yoongi estando con alguien más o aburriendose de él, sabía que no podía ser eso, ¿verdad?, el pelinegro no era así, estaba seguro.

Y esa ciega confianza era lo que lo estaba matando por dentro, lo hacía sentir tan ingenuo a veces, como si no hubiera aprendido nada en todos estos años.

No le había querido contar a Yoongi sobre el padre de su Woonie, le daba tanto miedo que este lo viera como un imbécil, como alguien que se dejó manipular aún cuando vió todas las señales de alerta.Jimin quería creer que ya no era así, que ya no se dejaba llevar tan fácil, pero no siempre se puede aprender de los errores, algunas veces seguimos tropezando con la misma piedra hasta que vemos que estamos sangrando.

—Mami. —La voz del pequeño llamó su atención y dejó de revolver las verduras en el sartén para poder mirarlo, dándole toda su atención.

—Dime, pollito.

— ¿Cuándo velemos a yoogi? —Su pecho se apretó y sintió un escalofrío por toda su espalda.

—Él está ocupado con su trabajo, así que no lo veremos por algún tiempo. —No le gustaba mentirle a su bebé, lo odiaba y sentía que una crianza basada en mentiras no era sana, pero no podía decirle a su bebé la verdad.

De todas formas no era una mentira, Yoongi estaba ocupado con su trabajo.

— ¿Taldará mucho? —Le dió una pequeña sonrisa y se acercó a él, tomándolo en sus brazos mientras le daba besos por todo su rostro.

—No lo creo, mi amor. —Le dió un último beso en su frente y lo volvió a dejar en el suelo, yéndose a pasó rápido al sillón en el que estaba jugando y retomar su tardecita de té junto a sus peluches.

Jimin lo miró y no pudo evitar sonreír por la imágen, amaba tanto a su hijo que no se imaginaba una vida sin él, fue el mejor accidente que le pudo suceder.

En la noche, luego de acostar a Woonhak y darle las buenas noches, fue a su habitación, se acostó en su cama y tomó su celular entre sus manos, decidido a hablar con su amigo para pedir algún consejo.

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— ¡Suerte! —Fue lo último que escuchó de su castaño amigo antes de bajarse de su vehículo.

Con pasos inseguros ingresó al edificio y caminó hacia el ascensor, desde el primer día que había ido le habían dado una tarjeta que lo dejaba ir a diversos lugares sin restricciones, de esa forma no tendría que tomarse las molestias de registrarse cada vez que iba con las personas de la recepción.

Cuando las puertas del ascensor se abrieron apretó el número que correspondía y espero a que las puertas volvieran a cerrarse, pero antes de poder hacerlo un hombre ingreso y sin apretar ningún botón espero que las puertas cerrarán.

Jimin lo miró unos segundos por el espejo que había dentro y lo reconoció como el entrenador del pelinegro. Su cuerpo se llenó de una sensación desagradable y no supo muy bien el porqué, pero lo ignoró.

—Eres Park jimin, ¿no? —La voz grave y rasposa del hombre llamó su atención y se giró para verlo.

—Si, ¿usted es el entrenador de Yoongi? —Mordió su labio inferior y con disimulo se alejó un paso del hombre mayor, le incomodaba la cercanía que tenían.

—Lo soy, ¿lo vienes a ver?

—Si. —Acomodó la correa de su bolso cuando está comenzó a caerse de su hombre.

—Yoongi no está en el gimnasio, está en la sala de descanso.

—Oh, no lo sabía. —Su corazón comenzó a latir fuertemente y por un momento desvío su vista hacia sus zapatillas, provocando que no pudiera ver la sonrisa burlona del hombre mayor y de sus intenciones detrás de esta.

—Te puedo llevar si quieres, está unos pisos más arriba. —Sin que el bailarín se diera cuenta lo miró de arriba a bajo de manera lasciva, ahora podía entender porqué Yoongi estaba tan obsesionado con ese hombre.

—Por favor. —Salío como un bajo susurro que alcanzó a escuchar y con un asentamiento de cabeza apretó el número en donde se encontraba el boxeador.

Cuando llegaron al piso en donde se suponía y estaba el pelinegro, Junsang lo guío por el largo pasillo hasta una puerta, en donde al abrirla se encontró con una enorme habitación con máquinas de ejercicios.

El hombre mayor entró y fue directo a una de las dos puertas que había al final del cuarto, le hizo un movimiento con la mano al rubio para que se acercará y cuando esté lo hizo, comenzó a escuchar unos sonidos al otro lado de la puerta, eran bajos jadeos y gemidos, supuso que eran de una mujer por el tono y con su rostro sonrojado miró a Junsang en busca de una explicación.

Junsang solo le señaló la puerta animandolo a que la abriera, y aunque jimin lo dudó por unos segundos terminó haciéndolo, de todas formas si lo habían llevado hasta allí era por algo.

Giró la perilla y con cuidado abrió la puerta con la cabeza gacha, cuando subió la mirada su respiración se cortó y todo su organismo tembló.

Sus labios se abrieron en busca de su voz, pero nada salió.

Ahí, en el sillón de cuero, se encontraba Yoongi besándose con una mujer encima de sus piernas.

La correa de su bolso comenzó a caer por su hombro y sin notarlo cayó al suelo creando un sonido fuerte, haciendo que ambos amantes lo oyeran, separándose para mirar hacia el lugar en donde se había creado el sonido.

Los ojos de Yoongi se encontraron con los de Jimin y antes de poder siquiera mover un solo músculo el rubio agarró su bolso y salió del lugar corriendo lo más rápido que sus piernas le permitieron, subió el ascensor y apretó el botón del primer piso, rogando que llegará pronto.

Quería irse, necesitaba irse de ese lugar antes de seguir ahogándose.

Cuando llegó a la planta baja, caminó a paso apresurado y subió al auto de taehyung, y sin poder soportarlo más se echó a llorar ahí, preocupando a su amigo ante el repentino llanto y sin decir nada abrazo al rubio.

Se sentía como un idiota, tan tonto y tan ingenuo como siempre lo había sido, como siempre lo sería.

¿Por qué cada persona que entraba en su vida siempre resultaba ser igual?

Sentía que nunca nadie podría llegar a amarlo, que no había forma que alguien pudiera ver lo bueno que era, que valía la pena estar con él.

Él lo intentaba, intentaba ser alguien digno de amor.

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Hasta aquí espero les haya gustado,voten,comenten y compartan la historia xfis
Gracias por el apoyo !




Bᴇᴛᴛᴇʀ ᴍᴀɴ«ʏᴏᴏɴᴍɪɴ»|ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora