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"Maybe hating you's the only way it doesn't hurt"

𓆝 𓆟 𓆞

Había tomado una decisión y se suponía que era por su propio bien que lo había hecho todo para no seguir sufriendo y siendo el juego de un hombre que nunca tuvo la intención de hacerlo feliz, de amarlo y respetarlo.

Pero por alguna razón no se sentía feliz, sentía una constante opresión en su pecho y una incomodidad en su cuerpo que no terminaba de comprender del todo.

Quería volver con Yoongi y decirle lo mucho que lo extrañaba, como extrañaba sus pequeños besitos y sus constantes caricias en su brazo cada vez que algo lo estresaba, el como hacía que su Woonie sonriera constantemente y ansiara su regreso.

Y ese era otro tema.

Woonhak en la última semana había estado preguntando sobre el pelinegro, curioseando sobre cuando lo volvería a ver y porque no había ido a sus clases de boxeo, diciéndole que lo extrañaba y quería jugar de nuevo con Yoongi.

¿Pero cómo le decía a su hijo que la persona que más admiraba le había hecho daño?, y no solo eso, sino que había jugado con él y sus sentimientos.

Se sentó en una de las sillas que se encontraban en la cocina a un lado del mesón y miró el sobre blanco coral que había sobre la mesa, brillando por los reflejos del sol que entraban através de la ventana y una incomodidad se instaló en su pecho, apretándolo y haciendo que dejara la taza con té que estaba bebiendo sobre el mármol de la mesa.

Hace un par de semanas Yoongi le había obsequiado un par de entradas para su última competencia en las clasificatorias, se había puesto tan feliz cuando se lo mencionó que terminaron en una sesión de besos en el sillón.

Se sintió tan importante en ese momento, tan iluso pensó que de a poco el pelinegro lo estaba integrando a su vida.

Siguió mirando el sobre por unos segundos más hasta que sintió una presión en su pecho formarse y una incomodidad en su estómago. Se levantó y camino a la habitación de Woonhak, se adentró y se sentó en la cama de una plaza y media con sábanas de dinosaurios.

Tomó entre sus manos uno de los tantos peluches que había en la cama y lo acarició en busca de consuelo, con la esperanza de que por arte de magia el pingüino le hablará y le dijera qué tenía que hacer, cómo tenía que actuar.

Lo miró entre sus manos y con una pequeña sonrisa le habló. — ¿Por qué debe ser tan difícil todo? —Mordió su labio inferior y antes de darse cuenta una lágrima solitaria rodó por su mejilla y cayó sobre su mano, perdiéndose en su piel.
Otra pequeña sonrisa apareció en sus labios. —Te pareces a Yoon. —El pingüino era lo bastante grande para tener que tomarlo con ambas manos, en sus alas tenía unos pequeños guantes de boxeo celestes y tenía una capa del mismo color, pero con líneas blancas horizontales.

Se lo llevó a su pecho y lo abrazó con fuerzas, deseando que la suave y peluda piel fuera el cuerpo del pelinegro, sentir su aroma y calidez de nuevo, besar sus labios hasta que quedarán hinchados y poder sentir como la temperatura subía.

Dejó el peluche donde estaba y salió de la habitación de su hijo, yendo a la suya propia cerrando la puerta con seguro y acostándose sobre su cama.

Abrió sus piernas y antes de poder pensar en sus acciones con más detalle llevó su mano a su coño y lo acarició sobre sus panties. Giró su rostro y encontró la chaqueta que hace algunas semanas Yoongi le había prestado, pero nunca se la devolvió. La había encontrado en su clóset y la tiró a su cama con enojo cuando recordó todo lo que había sucedido, ahí se había quedado desde la mañana.

La tomó entre sus manos y la llevó a su rostro, oliendo la fragancia masculina que tanto amaba. Sus dedos comenzaron a moverse más rápido hasta el punto en que bajos jadeos comenzaron a salir de sus labios.

Movió sus bragas y un fuerte gemido salió de sus labios cuando sus dedos tocaron sus pliegues. Deseando sentir la misma sensación siguió moviendo sus dedos, frotandolos con fuerza mientras gemía el nombre del boxeador, imaginando que era él quien lo estaba tocando.

Llevó su mano desocupada a uno de sus pechos y comenzó a pellizcarlo de forma bruta y sin importarle el dolor que le estaba proporcionado, amaba sentir ese dolor.

Sus dedos aumentaron la velocidad al sentir una corriente eléctrica atravesar su espina dorsal y con un último gemido llegó a su orgasmo, sintiendo como sus ojos se cerraban solos por el cansancio.

Y antes de quedarse dormido, imaginó que Yoongi era quién se acostaba a su lado y le susurraba dulces palabras al oído.

ෂ ෂ ෂ

Los gritos se podían escuchar por todo el lugar, alentando a los boxeadores que se encontraban peleando en el escenario, dejándolo todo en el ring, deseando poder pasar las clasificatorias.

Mientras que un lindo rubio entraba con su hijo de la mano al lugar, ambos llevaban un pase VIP colgado en sus cuellos. Iban siguiendo a uno de los guardias, el cual los estaba llevando a un lugar exclusivo en donde solo se ubicaban familiares o invitados especiales.

Woonhak miraba todo el lugar con sus ojitos brillando por la expectativa e ilusión que le daba estar ahí por primera vez.

Cuando llegaron a sus lugares, se sentaron y les dieron algunas indicaciones por si necesitaban algún apetecible o ir al baño.

Jimin miró todo el lugar y una agradable sensación de calidez se instaló en su pecho al igual que unas enormes ganas de llorar. En la vida hubiera podido comprarle una entrada a su Woonie en un lugar así y mucho menos en el área VIP.

—Mami. —La voz de su hijo lo distrajo de sus pensamientos y lo miró, haciéndole entender que tenía su atención.

—Dime, mi amor.

— ¿Crees que yoogi vea mi caltel? —Una sonrisa apareció en sus labios y con delicadeza acarició el rostro del menor.

—Estoy seguro que lo verá, pollito. —Rezaba que lo hiciera, no quería que su Woonie se llevará una decepción ni mucho menos que la persona que más admiraba en el mundo no resultará ser como pensaba.

La pelea terminó y se anunció que comenzaría la última, la más importante y se pudo notar al escuchar el sonido de los gritos de las personas que se encontraban dentro del lugar.

— ¡Min Yoongi versus Lee Minho! —Los aplausos comenzaron a sonar y el volumen de los gritos aumentó cuando el pelinegro ingresó al lugar desde el lado izquierdo del escenario, siendo acompañado por su entrenador y otras dos personas que supuso y eran parte de su staff.

Y ahí estaba, la persona que tanto daño y a la vez tanta falta en su vida le había hecho, llenando su pecho con una sensación cálida y de incomodidad. Sobre todo cuando vió las ojeras en el rostro del boxeador y sus lindos ojos apagados, sin ningún brillo en ellos, haciéndolo preocupar por su salud y condiciones físicas, haciendo que su pecho de apretará de la preocupación.

No había manera en que jimin dejará de amar a Yoongi .

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Bᴇᴛᴛᴇʀ ᴍᴀɴ«ʏᴏᴏɴᴍɪɴ»|ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora