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"When i'm in the dark, you brighten my life"

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— ¡Min Yoongi! —Su nombre resonó por los parlantes de todo el lugar provocando descontrolados gritos y aplausos por parte del público, al igual uno que otro comentario subido de tono por parte de las admiradoras del pelinegro.

En sus labios se formó una sonrisa al escuchar todos los gritos y aplausos que iban dirigidos hacia su persona, amaba esa sensación desde que tenía quince años y había ganado su primera pelea. Saber que otras personas se alegraban por sus logros era algo inexplicable, tan irreal que su pecho se inflaba de orgullo.

Eso era lo que le gustaba, por lo que vivía. Hasta que llegó Park jimin a su vida.

Desde el momento en que apareció todo cambio y sentía que nada fue igual, comenzando por el hecho que ahora, luego de ganar la última competencia y quedar seleccionado para el campeonato que tanto había deseado por años; lo único que llenaba sus pensamientos era el hecho de que había un rubio de lindos y brillantes ojos mirándolo.

Dirigió su vista hacia él y su corazón se llenó de un sentimiento cálido cuando lo vió, tan hermoso como siempre con una sonrisa en sus pomposos labios que se habían convertido en su adicción.

Salió del lugar y caminó por un largo pasillo mientras era perseguido por una docena de periodistas intentando conseguir una premisa o algunas palabras, pero solo se mantuvo en silencio como la mayoría del tiempo lo hacía si no estaba en una rueda de prensa, prefería no tener que hablar y dejar que sus logros lo hicieran por él.

Al ingresar a su camerino personal se sentó en el sillón de cuero y se dejó caer sobre este, cansado y con muchas emociones en su cuerpo amontonadose sin control y sin detenerse, golpeando su corazón y dejándolo aún más exhausto

Cerró sus ojos por un momento y dejó que todos sus pensamientos se tranquilizaran para poder pensar en qué mierda iba hacer para arreglar todo lo que hizo, todos los errores que cometió por su estupidez y orgullo.

— ¡Yoogi! —El repentino gritó hizo que abriera los ojos y con confusión vió a Woonhak correr en su dirección y tirarse sobre su cuerpo, abrazándolo.

—Hey, pulga. —Llevó una de sus manos a su cabello y lo acarició como siempre lo hacía que se veían. Levantó la vista y ahí vió a la persona que tanto amaba, pero que tanto había dañado.

Se veía precioso en ese vestido que él mismo le había comprado hace algunas semanas, dejando a la vista sus hombros y la línea de sus pechos al ser escotado.

Jimin sin poder evitarlo sonrió al verlo, era imposible no hacerlo cuando su corazón latía de forma desenfrenada, exigiéndole acercarse y tocarlo, besarlo, sentirlo a su lado.

—Suspuse que querrías verlos luego de la pelea. —La voz de una cuarta voz en la habitación distrajo a Yoongi y sin tener que buscar mucho en el lugar vió a Namjoon detrás del rubio, sonriéndole de forma cómplice.

—Hola, jimin.

—Hola, Yoongi. —La incomodidad entre ambos adultos era notable en el ambiente, así que sin tener que pensarlo un segundo más, Namjoon se acercó al menor y le tomó la mano.

—Ven, vamos a jugar y comer dulces. —El pequeño castañito asintió feliz ante la mención de sus dos actividades favoritas: jugar y comer. —Min sabe en donde estaremos. —Con esas últimas palabras salió de la habitación con Woonhak, dejando a los amantes solos y con una tensión en el aire.

—Jimin, siéntate. —Este le hizo caso, dejando su bolso sobre la pequeña mesa a un lado del sillón, tomando asiento y juntando sus manos en un signo de nerviosismo.

Se quedaron unos minutos allí, en silencio sintiendo la respiración del otro, estando tan cerca, pero tan lejos a la vez que yoongi no pudo soportarlo por más tiempo, ya no podía pretender que todo estaba bien y que no le importaba, porqué si lo hacía. Pensaba en Jimin todos los días, extrañando y añorando su presencia en su vida que su corazón sangraba por la herida que se había abierto.

—yoongi, hay algo que quiero decirte. —El lindo rubio se giró y miró al hombre que tanto amaba aún después de todo el daño que le había hecho. —Es sobre el padre de Woonie. —Con una sonrisa melancólica y sus manos apretándose entre sí espero que el pelinegro le respondiera.

—Dime, yo te escucharé. —El sentimiento de seguridad se instaló en su corazón, calmando sus nervios luego de sentir la mano de Jungkook sobre la suya, sosteniéndola, dándole ánimos de forma silenciosa.

Aclaró su garganta y con la voz temblorosa por los recuerdos habló. —Lo conocí cuando tenía quince, él tenía veintisiete años y era el mejor amigo de mi hermano mayor. Al principio solo teníamos una relación de conocidos, pero un año después, cuando cumplí dieciséis él comenzó a acercarse más, preguntaba por mis intereses y gustos, de esa forma nuestra relación fue cambiando a una más cercana. —Cerró sus ojos por unos segundos mientras respiraba hondo, buscando tranquilidad en las suaves caricias que yoongi le estaba proporcionado en su mano. —Luego de algunos meses su comportamiento se tornó más cariñoso conmigo, siendo más atento y amoroso en sus palabras, y yo caí, creí haberme enamorado de él y me dejé llevar. En mi cumpleaños número diecisiete confesó que me amaba y que haría todo lo posible para que pudiéramos estar juntos, pero me hizo prometerle que no le diría a nadie, ni mucho menos a mi hermano. —Sus manos comenzaron a temblar y antes de poder continuar su voz se quebró y pequeñas lágrimas comenzaron a caer, provocando que el corazón del pelinegro se apretará.

—No tienes que seguir si es muy díficil para ti, lindo. —Se acercó más al cuerpo del bailarín y lo rodeó con sus brazos, dejando que su rostro se escondiera en su cuello, sintiendo las lágrimas mojar su polerón.

Luego de unos minutos, jimin se separó de su cuerpo y negó con su cabeza, decidido a continuar. Limpió las lágrimas de su rostro y habló.

—Cuatro meses antes de cumplir dieciocho supe que estaba embarazado de Woonie, sentí que el mundo se me derrumbaba, sobretodo porque me negaba a tener que criar un hijo junto a ese hombre. Después de comenzar a salir, empezó a tener comportamientos agresivos, prohibiendome salir con mis amigos, tratándome mal cada vez que cometía un error. Yo no podía criar un bebé en ese entorno. Cuando se los dije a mis padres lo único que ví fue sus ojos de decepción y asco por mí, me trataron horrible, diciéndome que era una puta que se metía con hombres casados, claro que en ese momento no entendía porqué decían eso. —Una pequeña lágrima rodó por su mejilla ante los recuerdos que lo golpearon, pero la apartó con su mano, negándose a llorar en nombre de personas que ya no estaban en su vida. —Cuando le dije a ese tipo no fue muy distinta su reacción a la de mis padres, negó alguna vez haber estado conmigo y no lo volví a ver nunca más, al otro día su esposa, la cual yo no tenía ni la menor idea que tenía; fue a mi casa e hizo un escándalo, me golpeó y amenazó, mis padres no pudieron soportar la humillación social y me echaron de casa. Tenía diecisiete años, con un bebé en camino y sin hogar. —Mordió su labio inferior y con vergüenza en sus ojos miró al pelinegro.

— ¿Y en dónde te quedaste?

—Mi tío se enteró de lo que había sucedido y junto a su esposa me dieron un hogar por tres años, fueron tan buenos conmigo y Woonie que estaré eternamente agradecido con ellos. —Una vez más, sintió como los brazos de Yoongi lo rodeaban y lo atraían a su cuerpo, sintiendo su calidez y la fragancia que tanto amaba.

—Eres valiente, Jimin, has pasado por cosas horribles que no te mereces y aún así sigues sonriendo hermosamente. —Se separó del bailarín para después arrodillarde frente al rubio, tomando sus manos entre las suyas y llevándolas a su pecho, dejando al bailarín atónito por sus acciones.

—Yoongi, ¿qué haces?

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Bᴇᴛᴛᴇʀ ᴍᴀɴ«ʏᴏᴏɴᴍɪɴ»|ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora