🥊07🥊

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𓆝 𓆟 𓆞

Un pulcro y grande edificio fue lo que vió cuando verificó que la dirección que le habían mandado era correcta. Se podía ver que le habían querido dar un enfoque más moderno y simple al tener varios ventanales por todas las paredes, al igual que sus bien cuidadas plantas en la entrada.

Agarró la pequeña mano del pequeño castaño entre la suya y con un suspiro se adentro al edificio. Cuando llegó a la recepción se encontró con un señor de mediana edad con una agradable sonrisa en su rostro.

—Buenas tardes, ¿en qué lo puedo ayudar? —Su voz era tan agradable como era su sonrisa y eso le provocó a jimin una calidez en su pecho.

—Vengo al gimnasio.

—Su nombre por favor.

—Park Jimin.

—Por favor espere en los sillones. —Le dió un asentamiento de cabeza y con tranquilidad agarró la manito de su hijo guíandolo al lugar que el señor le había indicado.

Tuvieron que pasar cinco o seis minutos desde que se habían sentado, pero eso le permitió observar el lugar con más detalle.

Era acogedor y pulcro, todo con tonalidades azuladas y blancas, era bastante grande y le sorprendía un poco el que tuviera que registrarse antes de entrar al gimnasio, aunque no había estado en muchos para ser sinceros, pero definitivamente este era el más elegante y lujoso en el que había estado. Por esas misma razones se encontraba un poco preocupado respecto a las supuestas clases que tendría su Woonie.

¿Yoongi no le cobraría por eso, verdad?

No era algo que le fuera a molestar en el caso que lo fuera hacer, pero tendría que declinar si era así, no creía poder costear alguna sensación en un lugar así y mucho menos cuando se ubicaba en una de las zonas más caras de la ciudad. Incluyendo que estaban hablando de Min Yoongi, era un boxeador profesional de renombre, era obvio que tener clases privadas con él no era algo que podría darse el lujo de tener.

—Mami. —La voz del pequeño castaño lo sacó de sus pensamientos y lo miró con mucho amor.

—Dime, mi amor. —Acarició su cabello mientras esperaba que siguiera hablando.

—Voy a entlenar mucho pala ser un niño fuelte y poder plotegelte. —El menor apretó sus manitos, y con determinación lanzó un golpe al aire tal y como había visto en un programa de televisión el día de ayer.

Supongo que hacer unos gastos extras no está mal.

Fue lo que cruzó por la mente de Jimin al ver a su hijo tan determinado en entrenar, además no tenía el corazón para decirle que no a su bebé.

—Señor Park. —Ante el llamado del hombre encargado en la recepción se levantó y fue hacia él. —El señor Min lo está esperando, piso 17. —Estiró su arrugada mano junto a un pase en donde salía su nombre. —Con esto podrá ingresar al ascensor y a diversos lugares que el señor Min indicó que podían ser de su agrado. —Agarró el pequeño rectángulo en sus manos y con una pequeña reverencia se despidió del hombre mayor.

Caminó hacia el ascensor y justo como le habían señalado anteriormente colocó la tarjeta sobre el sensor, esté se prendió con una luz verde. Las puertas se abrieron y con un poco de recelo se adentro al elevador junto a su pequeño.

Luego de apretar el número que le habían dicho miró con atención la pantalla en lo alto de las puertas, en donde pasaban los números de manera rápida.
Cuando llegó al piso 17 se abrieron las puertas y lo que vió lo dejó aún más sorprendido.

Frente suyo se encontraba un enorme recibidor, en este habían diversos muebles de vidrio con lo que creía eran trofeos y medallas. Si ponía un poco más de atención se podía notar que las paredes eran de vidrio, pero todas estaban cubiertas con lo que él creía que eran cortinas de un color rojizo claro. Había un total de cinco puertas y unos pequeños sillones al lado de cada una.

— ¿Park Jimin? —Dió un pequeño salto ante la repentina voz llamándolo detrás de él. Se giró y encontró una linda chica mirándolo con indiferencia. —Venga conmigo, lo llevaré con el señor Min. —Asintió y siguió a la mujer hacia el final del recibidor, en donde se encontraba la única puerta apartada de las demás y sin sillón.

Abrió la puerta y se encontró con un enorme gimnasio privado, tenía diversas máquinas y al centro un ring de boxeo, al final, se podía ver un enorme ventanal que acaparaba toda la pared.

Observó cómo una de las puertas que se encontraba dentro de la habitación era abierta y de allí salía el pelinegro.

Su corazón comenzó a latir de forma desenfrenada al verlo y sus mejillas se sonrojaron al notar como solo tenía puesto un shorts negro, dejando a la vista su marcado abdomen, dios, ese hombre estaba como quería.

—Hola, jimin. —Se acercó a él y sin esperarlo un delicado beso fue dado en su mejilla, provocando que todo su cuerpo recibiera una descarga eléctrica.

—Hola.

— ¡Hola, Yoogi! —El pequeño niño se abalanzó contra el adulto y le dió un abrazo.

—Hola, pulga. —Desordenó su cabello de forma amistosa y con una sonrisa miró al rubio frente suyo, joder. Ese hombre debía ser ilegal. —Te puedes retirar, Jiwoo. —Esta, enojada por la clara indiferencia que tenía Yoongi hacia su persona chasqueo su lengua y se fue del lugar, cerrando la puerta con un portazo, pero al boxeador no le pudo importar menor, no cuando tenía a un precioso hombre frente suyo.

Una preciosa blusa café con detalles florales en los bordes dejaba a la vista su pechos gracias al escote que tenía, y joder, esos pantalones de jeans apretaban tan bien sus muslos y cintura que lo único que quería hacer era poner sus manos ahí y ser él quien los apretará.

Necesitaba follarse al rubio y rápido.

— ¿Empezamos? —Debía alejar sus pensamientos lascivos antes de que una erección se formará en sus shorts, lo último que quería era espantar a jimin antes de poder tener sexo con él.

—Antes de eso, te quería consultar algo. —El rubio se notaba un poco ansioso y eso se podía notar claramente en su voz. — ¿Serán muy caras las clases?, es solo que necesito saber si esta dentro de mi presupuesto. —Mordió su labio inferior a la vez que jugaba con sus manos, rogaba que no fueran tan costosas las sesiones.

—No te preocupes por eso, yo fui el que lo propuso, no te cobraré las clases. —Algo dentro del corazón de Jimin se removió y con una sonrisa miró al pelinegro.

— ¿De verdad?, no quiero aprovecharme de tu amabilidad. —Este miró al rubio y negó con su cabeza ante sus palabras.

Era claro quién se estaba aprovechando de quién.

—Nada de eso, yo feliz de enseñarle a Woonhak.

Y aunque fue algo inesperado para Yoongi, no se negó a poner sus manos sobre la cintura del bailarín cuando esté se lanzó sobre él para abrazarlo. Podía sentir lo cálido y suave que era su cuerpo, y le encantó la sensación que le daba tenerlo apegado a él, sintiendo sus pechos contra su cuerpo y poder apretar esa estrecha cintura que había visto la primera vez que se habían conocido.

—Muchas gracias, Yoongi, de verdad muchas gracias.

— ¡Ablazo! —Los pequeños brazos rodearon como pudieron las piernas ambos adultos, dándoles una tierna vista.

Jimin soltó una baja y melodiosa risa, provocando una extraña sensación en el pecho del pelinegro.

Era raro como ese abrazo lo estaba haciendo sentir, le daba tantos sentimientos nuevos que no tenía ni la menor idea qué significaban. Al igual que su corazón, el cual no dejaba de latir con rapidez.

Debía ir al médico, de seguro le estaba dando taquicardia.

Holapp aviso que estaré actualizando seguido aquí!

Bᴇᴛᴛᴇʀ ᴍᴀɴ«ʏᴏᴏɴᴍɪɴ»|ᴛᴇʀᴍɪɴᴀᴅᴀ| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora