Jadea más alto, perro podrido.

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"Me duele cuando me besas con un sabor agridulce, cargado de resentimiento y desprecio. A pesar de todo, mí anhelo persiste en tomar tú esencia a través de un beso, aún soy un cobarde que se aferra al deseo, aunque tenga consecuencias irreversibles, aún si las ventanas permanecen cerradas, pues tengo la certeza de que nadie vendrá a rescatarme. Seamos anclas de un crimen que se hunde en la profundidad del mar, dejando los restos putrefactos sólo escondidos y consumidos por los peces inocentes".

La habitación estaba iluminada por una luz fría que llenaba el espacio, mientras que un suave resplandor se colaba a través de las cortinas bailarinas de los vientos cortantes, la madera cruje aterrorizada de la melancolía, los dedos de Stuart jugueteaban con un vaso de whisky mientras que Murdoc paseaba de un lado a otro, sus ojos marrón rojizo de vez en cuando se detenían a observar el como Stuart sumergía sus dedos en alcohol para luego beber. Sus manos oliva se aferraban a sus antebrazos pues el sonido del hielo chocando le daba un semblante sombrío, la estancia estaba sumida en una penumbra melancólica y opresiva.

Una vez que el whisky es ingerido, su movimiento cesa y en su lugar aparece una sonrisa sarcástica en el rostro del bebedor, como si estuviera afligido pero al mismo tiempo encontrara algo irónico en la situación.
Inclinando su silla hacia atrás, Stuart mostró una sonrisa burlona en su rostro mientras se disponía a hablar.

-¿Sabes, Murdoc?...
(Comenzó con un tono ligero y travieso).
-Siempre he pensado que tu ego es más grande que tu talento.

Murdoc apretó los puños, sintiendo el calor de la ira subir por su espina dorsal.

-¿Y qué sabrías tú sobre talento?.
(Respondió con un gruñido, sus  ojos era destellos de desprecio y furia contenida, su mandíbula se apretaba al igual que sus dientes).

Stuart simplemente se encogió de hombros, como si las palabras de Murdoc no fueran más que un ligero inconveniente.

-Oh, tranquilo.
(Articuló con frialdad con su voz empapada de sarcasmo).
-Solo estoy bromeando, ¿sabes?. No te tomes las cosas tan en serio.

Murdoc apretó los puños, sintiendo cómo su paciencia se desvanecía lentamente. Sus pies se movían sin cesar al igual que sus dedos no paraban de rascar sus antebrazos, sin pronunciar palabras trataba de calmarse, pero sus gruñidos eran incontrolables.

-Cierra la boca de una vez Murdoc, te dije que solo era una broma, cálmate.
(La voz de Stuart salía con frustración).

-¡Dejá de gritar, estoy harto de tu estupidez!.

-¡Deja de hacer tanto ruido, pareces un adolescente malcriado!.

Las palabras llegaron tal cual dagas de guerra, llenas de fuego y con astillas que escarban la infancia, hay muchas cosas que odia Murdoc, en especial que le digan "adolescente malcriado", palabras que sacan sangre a su hipocampo, pues fueron grabadas con metal de su padre.

Murdoc finalmente estalló, dejando escapar todo el resentimiento acumulado; "¡Ya es suficiente!". Gritó, su voz estaba resonando en la habitación, mientras los muros de su caparazón se agrietaban bajo la presión.

Los ojos negros de Stuart cambiaron a blancos y  la paciencia de Murdoc llegó a su límite, un minuto donde lanzaba comentarios punzantes como dagas llenas de veneno ahora es una bofetada por parte de Murdoc, pues sus manos aún temblantes e idiotas amedrentaron el rostro de Stuart.
Su rostro se contorsionaba con una mezcla de furia y angustia,
luchaba por mantener la compostura, Stuart le trato de mirar con indiferencia, como si la ira de Murdoc no fuera más que una molestia pasajera.

-¿Qué? ¿Te has tomado mis bromas muy en serio?.
(dijo con desdén).

Stuart aún tratando de mantener la compostura trato de ignorar los golpes de Murdoc, se apartó con gestos nerviosos, sintiendo la ansiedad apoderarse de él, apenas conteniendo la respiración mientras observaba la reacción de Murdoc.
Cada palabra pronunciada por Murdoc era como un golpe directo a su corazón .

Exclusivamente tuyo †Studoc†Donde viven las historias. Descúbrelo ahora