CAPÍTULO 3

128 29 0
                                    


SeokJin

Nos llevó todo el día el seguir al tipo ese. Rey, se llamaba, según averiguamos. No es que sacáramos mucho, pero descubrimos dónde vivía, dónde compraba cerveza y que hizo una extraña visita a una tienda de aparatos electrónicos para comprar un teléfono desechable. Lo usó para hacer una llamada. NamJoon estuvo constantemente trabajando con el teléfono, seguro que mandando mensajes a Bobby; no hacía falta ser un genio para saber eso. Cuando el tipo se metió en su casa, esperamos unos minutos, hasta que NamJoon se puso en marcha de nuevo. Supongo que, si se movía, ese rastreador nos diría a dónde iba.

Después, me dejó de nuevo en el gimnasio para recoger mi coche. Ya era tarde para recoger mi reproductor de música de la taquilla, así que vendría mañana a recogerlo, porque se estaba acabando la batería y tenía que recargarlo. Estaba ya en el coche, cuando vi la sombra del coche de NamJoon todavía aparcado cerca del gimnasio. Si lo alcanzaba... no, era una tontería. Podía ser uno de los dueños del gimnasio, pero dudaba mucho que llevara encima las llaves del negocio. Pero me acerqué, y entonces vi como un hombre le entregaba una bolsa de deporte y NamJoon y la revisaba. Allí pasaba algo raro. Como dije: soy un doncel, soy curioso por naturaleza. Sí, vale, fui agente del FBI, eso también marca a una persona.

Me oculté para seguirlo, porque era evidente que no iba a volver a su coche. Sus pasos se dirigían al gimnasio. Se detuvo frente a la puerta, sacó un papel y un manojo de llaves de la bolsa, y comenzó a abrir la puerta de entrada. Sí, lo pillé. Iba a entrar allí dentro amparado por la hora y la soledad del local, pero estaba equivocado si creía que iba a entrar allí dentro él solo. Sí, me descubriría, pero si no lo hacía, no podría entrar. Porque NamJoon volvería a cerrar la puerta cuando estuviese dentro.

—Eres predecible.

No sé por qué dije eso, quizás para parecer más inteligente, pero me gustó ver cómo Min NamJoon se quedaba congelado por fuera, aunque solo fuera por un segundo. Pillarlo con la guardia baja era algo que no ocurría. Y, maldita sea, lo bien que sentaba eso.

—Tendrían que haberte llamado Pandora, eres demasiado curioso para tu bien.

—Un fallo, me pusieron SeokJin.

—Bien, Gran Tesoro. Entonces sigue a tu Jefe Pirata. —Atravesó el umbral de la puerta mientras yo ponía los ojos en blanco. Estaba gracioso hoy. Pero ese chiste era viejo, muy viejo. ¡Ja! Había tenido mucho tiempo para hacer un buen recopilatorio de respuestas. Que se preparara.



NamJoon

¿Sorprendido? Sí, maldita sea. Creí que lo tenía de camino a casa. Pero no, ese doncel curioso tenía que venir a ver lo que estaba haciendo. ¿De verdad era tan predecible? Espero que no, porque eso no era bueno para un abogado y mucho menos para un Min.

Caminé hacia el vestuario de hombres, sintiendo sus ojos en mi espalda. Cuando estuvimos dentro, encendí las luces y apoyé la bolsa del material en el banco que estaba en mitad de la zona de taquillas. Empecé a sacar los instrumentos que iba a necesitar, mientras me mordía la lengua, esperando aquella pregunta que él se moría por hacer.

—Seguramente no habrá nada incriminatorio allí dentro.

—Lo sé.

—¿Has traído algo tipo investigador forense? —Lo miré y alcé una ceja.

—¿Como si fuera un CSI?

—Los CSI no existen, son una invención para la TV. Yo me refiero a los policías de investigación forense, los que realmente cogen las muestras y las analizan.

—Podría decirse que algo parecido.

—¿Algo parecido? —Me acerqué a la que sabía era la taquilla de Rey y metí la llave maestra en la cerradura. La puerta se abrió sin ninguna protesta, mostrando un cubículo totalmente vacío, como sospechábamos. Cogí el kit de toma de muestras y lo coloqué sobre el banco. Lo conecté para que se fuese inicializando, mientras me ponía unos guantes y pasaba la muestra de algodón por todas las superficies interiores que pensé podrían ser viables, sobre todo por las junturas del metal. —Parece como si lo hubieses hecho antes.

—He visto mucho CSI.

—Ya. —Cogí el algodón y lo acerqué a la boquilla del detector. Después de unos segundos, apareció una lectura clara.

—Clorhidrato de cocaína.

—Entonces sí que era algo ilegal.

—Tú lo has dicho, era. Algo me dice que hemos asustado a la liebre.

—Pero puede volver a traficar con ella dentro del gimnasio.

—Puede, pero no voy a quedarme sentado esperando. Es lo que pensabas, ¿no?

—De un Min no podía ser menos.

—Volvamos a guardar todo esto. No quiero que quede ningún rastro de que hemos pasado por aquí. —Acomodamos la puerta en su sitio y cerramos. Recogí el equipo con cuidado, y cerré la bolsa. Antes de dar el primer paso hacia la salida, SeokJin se giró hacia mí.

—¿Y ahora qué?

—¿Ahora? Déjame pensarlo. No tengo un plan para este tipo de cosas. De momento mantendré vigilado a ese tipo. Necesitamos encontrar al suministrador, averiguar si está aquí por su cuenta o si sigue las órdenes de alguien. —Lo vi sonreírme y asentir.

—Bien, me gusta que pienses en nosotros dos como un equipo en esto.

—Está claro que iba a ser difícil darte esquinazo, y bastante tengo con lo que ha caído en nuestras manos.

—Bien, jefe. ¿Cuáles son tus órdenes ahora?

—Vete a dormir, SeokJin. Mañana tendremos que ponernos a trabajar con todo ello.

—¿Dónde nos encontramos?

—Si vamos a trabajar con el equipo de YoonGi, será mejor que estemos cerca de Bobby. Hablaré con mi hermano por la mañana para que nos preste un despacho y nos dé acceso directo a sus recursos.

—Parece que tenemos una operación en curso.

—Tú lo has dicho, SeokJin.

—Entonces, hasta mañana. ¿A las ocho? —Miré la hora en mi reloj. Era más de media noche. Tendríamos que dormir bien esta primera vez, porque quién sabe si volveríamos a hacerlo lo suficiente en adelante. Sí, volver a los viejos tiempos, cuando el horario lo marcaba el día a día, me hacía sentir bien.

—Mejor a las nueve. Descansa bien esta noche.

—Sí, señor.

—Me gusta más lo de Jefe Pirata.

—Te falta el loro.

—Eso llama demasiado la atención. Digamos que voy de incógnito.

—Lo que tú digas, Jefe Pirata.

—Llámame NamJoon, por lo del encubierto, ya sabes.

—De acuerdo, NamJoon. Buenas noches. —Observé su espalda mientras se alejaba y, sobre todo, su trasero. Mi mano instintivamente apretó, como si aún tuviera ese trozo de dura carne bajo las yemas. Mmm, ¿estaría mal mezclar un poco de placer con los negocios?

Min's Family (NJ) 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora