CAPÍTULO 13

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SeokJin

De compras. ¡Ja! Kim SeokJin de compras en un centro comercial de lujo, quién me lo iba a decir. El sueño de toda mujer y doncel hecho realidad, y yo no sabía ni por dónde empezar. ¿Podía un hombre saber de compras femeninas más que una mujer? Sin ser un doncel, claro. Pues la respuesta es sí. Pobre Sloan, lo que tuvo que sufrir con Leo Aunque he de reconocer que sabe hacer bien su trabajo. ¿Sorprendido por encontrarlo en la puerta de mi casa cuando la abrí? Para nada, ese era mi trabajo, aunque me resultaba extraño estar de este lado.

Estábamos caminando a la par por los pasillos del Crystals, con una bolsa en la mano, que me negaba rotundamente a que Sloan llevase, cuando no pude evitar preguntar.

—Así que esto es lo que hacías con... Leo.

—Sí.

—A mí tampoco me encanta esta parte. — Sloan alzó una ceja hacia mí. ¿Es que todos los

hombres de NamJoon tenían que hacer los mismos gestos? Incluso a mí se me había pegado.

—No es tan aburrido como crees.

—No conocí a Leo, y aunque con JiMin me siento a gusto, me imagino que no es agradable ver cómo los demás tiran el dinero en cosas que realmente no necesitan. Y repito, JiMin no es así. Es de las pocas personas que compran solo lo que necesitan, e incluso le duele pagar depende qué precios; aunque con las cosas de la pequeña se volvió un poco loco, y lo entiendo.

—No conozco al esposo de YoonGi, aunque he oído cosas buenas. El jefe está loco por él.

—Sí, eso se nota a la legua. No sé cómo sería antes, pero se ve que están enamorados.

—Tuvo suerte.

—Mucha suerte. Y bien, ¿ahora dónde vamos?

—¿De verdad no sabes qué hacer?

—Este no es mi terreno. Estoy un poco perdido aquí. Normalmente vigilo a la gente, y dejo que me digan dónde debo ir. Yo no guío.

—Bueno, si necesitas un asesor, puedo ayudarte con eso.

—Sííí. Dispara.

—Hay un par de tiendas que tienes que visitar. Ropa elegante y esas cosas. Luego está el calzado, Manolo Blahnik, Choo... pero eso ya son gustos personales. Y lencería, hay un par de tiendas aquí que, uf, son mortales.

—Así que mortales, ¿eh? — Sloan se rascó detrás de la nuca, un gesto que me decía que ahí había algo más.

—Eh, sí. La atención es excepcional, y la ropa... ni te cuento.

—Lencería. Bien. Tu diriges, yo te sigo. — Y eso hicimos. Y en la tienda de lencería supe por qué Sloan estaba tan contento de ir allí. Una de las dependientas le sonreía de una manera... Sí, esa manera, y a Sloan le gustaba, sí, señor. Así que le dejé disfrutar del momento, y me perdí por la tienda, buscando algo que me llamara la atención. Y vaya si lo encontré. ¿Qué nos pasa con la lencería? Porque ahí nuestro instinto salta sin avisar cuando algo interesante aparece ante nuestros ojos. Ah, ¿y he dicho que no era para mí? Tendría que dejar que la «chica» de Sloan escogiese algo para mí que equilibrara la balanza. Acababa de llevar mi elección al mostrador, cuando noté la mirada de un hombre sobre mí, y no, no era de esas apreciativas. El chico hizo todo el manual de libro de alguien que está vigilando a otra persona, sabía de eso. Sloan estaba en el mostrador a mi lado, así que le hice un gesto con la cabeza hacia el lugar donde se encontraba el tipo.

—Nos están siguiendo. —Sloan lo miró con disimulo, y asintió cuando lo localizó.

—¿Estás seguro?

—A un 95 %.

—Eso me vale. Tengo órdenes de no interferir salvo si la cosa llega al contacto directo.

—Lo sé. Ah, perdona, ¿podría utilizar uno de vuestros probadores para cambiarme?

—Claro, no hay ningún problema. —Como para haberlo, me había gastado más de 200 dólares en ropa interior. Así que cogí mis compras y me metí en el probador. Cuando salí de nuevo, llevaba mi ropa anterior en la bolsa, y todo lo nuevo bien puesto sobre el cuerpo. El show se ponía en marcha. Un último vistazo en el espejo me dijo que tenía que hacer algo con mi pelo, pero había visto los precios de la única peluquería que había en el Crystals, y ni loco iba a pagar ese dineral por sus servicios. Así que me ahuequé la melena, y puse una tremenda sonrisa en mi cara antes de salir de allí.

—Wow. Vaya cambio.

—Tiene que serlo, solo con lo que llevo puesto, podría dar de comer a una familia durante medio mes.

No sé si serían la ropa, los tacones poco elevados, o el saber lo que había debajo de ella —la lencería cara, me refiero—, pero mis caderas marcaban un ritmo totalmente diferente cuando salí de la tienda. Y sí, el cambio debió ser bueno, porque el tipo que nos seguía incluso sacó una foto de mí con su teléfono. Y hablando de teléfonos, el mío recibió un mensaje en aquel mismo instante.

—¿Tienes hambre?

—Me comería un caballo.

—No sé si tendrán eso en el Mastro ́s Ocean Club.

—Carne, quiero carne. —Noté un aliento caliente en mi nuca, y ese olor que recordaba me envolvió; NamJoon.

—¿No tuviste suficiente carne anoche?

—Tu aliméntame, del resto ya hablaremos.

—Señor, he creado un monstruo. —No sé si se dio cuenta de que teníamos público, el caso es que me giró en sus brazos y dejó que mis manos se aferraran a su cuello antes de besarme.

—Esta ropa te queda increíble.

—Pues espera a ver lo que llevo debajo. Sloan me llevó a esa tienda de...

—Mmm, vale. Salgamos de aquí. —NamJoon ya estaba tirando de mi mano hacia algún lugar, bajo la divertida vigilancia de un apartado Sloan.

—NamJoon, espera. No puedo correr con estos zapatos. Nunca uso tacones si no es estrictamente necesario —Él se giró hacia mí, miró mis pies y gimió bajito.

—Vas a matarme, nene. —Sus ojos notaron algo detrás de mí, pero no hizo ningún ademán extraño, me sonrió, besó mi nariz, y me tomó de la cintura para que caminara a su lado. —Tenemos fans.

—Lo sé. ¿Cómo lo notaste?

—No suelen sacarme fotos muy a menudo, y menos tipos que se ocultan tras plantas altas.

—¿Listo para darles buen material?

—Estoy tentado de llevarte a una de esas tiendas, y entrar en el Club de los Probadores. ¿Te parece buen espectáculo?

—Sexo en el probador de una tienda, Mmm, tentador. Pero antes necesito recargar mi energía.

—Vale, comida y luego sexo. Tenemos un plan.

Min's Family (NJ) 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora