CAPÍTULO 5

121 27 0
                                    


NamJoon

Medina. Eso eran problemas con mayúsculas. Quizás se había vuelto valiente, quizás pensó «eh, si tengo a su chico, también puedo hacer otras cosas». Si el chico actuó por su cuenta y Medina era listo, lo pondría en su sitio con un duro correctivo. Las reglas estaban claras. Si una familia se metía en el territorio de otra, se interpretaba como una invasión, y eso tenía graves consecuencias, sobre todo si no las buscabas. Pero si era un plan del propio Medina... eso quería decir que se estaba volviendo demasiado osado.

Tenía que hablar con él, dejar bastante claro lo que podría ocurrir si metía su mierda bajo nuestro techo. Si la cosa iba bien, saldría de allí con sus disculpas y una promesa de que no volvería a ocurrir, pero si la cosa salía mal... quizás no regresaría con una respuesta que gustara a la familia Min.

Miré de reojo a SeokJin, que analizaba la información del enorme monitor de Bobby, como si buscara allí la cura para el cáncer. Podía preguntarse como conseguimos toda aquella información, pero no dijo nada. Lo que realmente me preocupaba era que con esas pistas pudiese llegar a pensar que nosotros teníamos negocios fuera de la ley. ¿Drogas? No. Y eso tenía que dejárselo bien claro.

—Si piensas que deberíamos hablar con la policía, estás equivocado. Primero, porque no tenemos pruebas físicas. Segundo, meterían sus narices en todas partes, alterando las vidas de todos. Y tercero, es más rápido si nosotros mismos nos ocupamos del problema.

—¿Y qué vamos a hacer, NamJoon?

—Pasarnos a saludar, tomar una copa y decirle que saque su mierda de nuestros negocios.

—¿Crees que Rey no actuó por decisión propia?

—No lo sé. Pero vamos a sacarle de allí antes de que se acomode.

—De acuerdo. ¿Y cuándo vamos a tener esa charla? —Lo miré de frente y vi la resolución en sus ojos. Sería imposible sacarlo de esto y, por alguna extraña razón, quería ver cómo se desenvolvía en un ambiente tan distinto al que estaba acostumbrado. Además, una retorcida idea estaba tomando forma en mi cabeza. Medina sabía y alardeaba de que tenía a mi antiguo chico. Yo le demostraría que eso no me importaba, porque tenía ese puesto de nuevo cubierto.

Leo era agua pasada. Si quería quedarse con mis descartes, por mí no había problema. Ahora tenía que explicarle a SeokJin su papel durante nuestra «visita», y ojalá fuera tan buen actor como lo había sido hasta el momento. ¿Estaría dispuesto a ponerse de nuevo un vestido? Es una mierda creer que por ser un doncel, debía usar vestido pero tenía un vago recuerdo de él en uno cuando derribó a Rocky en aquel baño. Pero necesitaba que me refrescaran la memoria, sí señor.



SeokJin

—Explícame otra vez por qué llevo unos tacones de diez centímetros. —¿Había sonreído? No lo sé, creo que fue un parpadeo de media sonrisa, que no regresó cuando se giró hacia mí. Odio la escasa luz de los SUV, sobre todo la de los asientos traseros. ¡Agh! Allí dentro uno no puede ver con claridad, porque con la luz exterior no es suficiente.

—Tú insististe en venir, SeokJin.

—Ya, mi trabajo es mantenerte a salvo mientras estás... haciendo tu «maniobra» con ese tal Medina. Pero no podré hacer mucho si llevo esta indumentaria. —NamJoon alzó esa maldita ceja hacia mí, como diciendo «¿Qué hay de malo en tu atuendo?». ¡Ja! Que intente correr con estos puñeteros zapatos, o rodar por el suelo y levantarse sin enseñar todas las bragas con este vestido. El rango de movimientos de mis piernas estaba bastante limitado con este puñetero atuendo. La única ventaja que tenía es que podía usar los malditos tacones como armas. Clavárselos a alguien sería mortal. ¡Qué cosas se me ocurrían!

—Kurt, Sloan e Ivan se encargarán de cubrirnos, no te preocupes.

—Eso no es lo que te he pedido que me digas.

—No, lo que quieres es que te repita que así vestido, Medina y sus hombres no nos verán

como una amenaza, y eso juega en nuestro favor. Con ese vestido, y de mi brazo, eres tan solo mi chico, no imaginarán siquiera que estés armado, pero lo estás, ¿verdad?

—Lo estoy, pero no vas a comprobarlo.

—Tentador.

—Sigue hablando, no te distraigas. —Sus ojos volvieron a mi cara, después de una intensa inspección de mi cuerpo. ¡Señor! Esos ojos parecían ser como los de Superman, con rayos X incluidos. ¿Habría notado que el bulto entre mis muslos es un poco grande? Tuve que recurrir a un liguero para disimular y sostener el peso de la pequeña arma. Pero eso no se lo iba a decir, demasiada información.

—Eres nuestro caballo de Troya, SeokJin. Nadie pensará que eres otra cosa que no sea mi nuevo chico.

—Suena asqueroso.

—¿Ser mi chico es asqueroso? Vaya, nunca me habían dicho eso.

—Quizás para cualquier otra persona pueda ser el sueño de su vida, NamJoon. Pero para mí, la idea de ser un mantenido que usa su cuerpo como moneda de cambio no me parece... sano.

—Sano... una extraña calificación.

—A ver, es más suave que llamarles prostitutos.

—Ahí te estás pasando. —Genial, ahora se había enfadado. SeokJin, a veces era mejor que mantuvieras la boca cerrada. Ahora a ver cómo lo arreglas.

—Yo solo digo que no es muy diferente a un escort de lujo, salvo que solo tiene un cliente. —NamJoon se giró totalmente hacia mí, posicionando su cuerpo sobre el mío, haciéndome sentir pequeño con su tamaño. ¡Mierda! Hacía mucho tiempo que nadie conseguía eso. Y había estado debajo de tipos más grandes qué él. Era, no sé, su forma de clavar esos ojos en los míos.

—Ningún miembro de mi familia forzaría nunca a una persona a tener sexo con él, y un escort no es más que alguien forzado a venderse por dinero. Puedo recompensar un buen momento, puedo gratificar a una persona con algún regalo, incluso cubrir sus gastos... pero nunca, jamás en la vida, he buscado servicios sexuales por dinero. Sexo sí, pero solo con personas que han deseado tenerlo conmigo. Y la palabra clave aquí es «deseado«, SeokJin, no lo olvides. —Volvió a sentarse correctamente en su asiento y permaneció en silencio el resto del camino.

No, evidentemente él no necesitaba recurrir a prostitutas y escorts para tener sexo. Él era un imán por sí mismo. Atractivo, con dinero, elegante... y esa aura que todos los Min tenían sobre ellos. Pero lo que me mantuvo callado a su lado, sin una respuesta que dar, no era el que se sintiera ofendido, sino que estaba realmente enfadado, y esa era una diferencia que decía mucho.

Min's Family (NJ) 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora