CAPÍTULO 22

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(recuerdan que les dije que hay cosas medio machistas y todo eso? bueno traten de pasarlo por alto jajsshja)


NamJoon

Lo sé, parezco un maldito acosador, mirando a través del resquicio de la puerta del baño cómo el agua golpea el cristal de la ducha donde se está lavando SeokJin. Pero no puedo dejar de hacerlo, mis malditos pies me trajeron hasta aquí, para tortura de mi pequeño apéndice colgante, no tan colgante ahora.

He sacado uno de esos pijamas de seda que usa Yuri cuando tiene que quedarse aquí a dormir, porque eso es menos violento que dejarle uno de esos ridículos y picantes camisones que usa mi madre. ¿En serio se pone esa cosa para dormir con mi padre? Solo de imaginarme a SeokJin con eso puesto... Esto es enfermo, esa ropa la ha usado mi madre, ¡por Dios! Ver a SeokJin con uno de esos «camisones» y empalmarme sería entrar de lleno en el complejo de Edipo. No, había hecho lo correcto. El pijama de Yuri, aunque fuera de seda, sería la opción menos «sexy» de todas. El agua de la ducha se cerró, y con él mi momento de ensoñación. De un salto salí de allí y me fui a la habitación, para buscar algo de ropa para mí. Otro pijama de seda de Yuri, nah, ni de coña. Te metías con eso en la cama, y resbalabas como si te hubiesen untado con mantequilla, aunque, quizás eso fuese bueno, así SeokJin y yo resbalaríamos uno lejos del otro. Cogí la camisa y la extendí frente a mí. ¿En serio, una jodida flor? Yuri no podía ponerse esta mariconada para dormir. Ni de broma iba a ponerme yo esa camisa de pijama para chicas. Mi padre podía estar viejo, y eso lo disculpaba, pero un Min no podía ponerse esa mierda afeminada.

SeokJin apareció en aquel momento en la habitación, envuelto en una gran toalla mullida, con otra más pequeña a modo de turbante en su cabeza. Sus piernas aún brillaban por la humedad y... ¡Oh, joder! Cogí el pantalón del pijama y casi salí corriendo hacia la ducha.

—Voy a... ducharme. Coge el lado que quieras.

No esperé una respuesta, cerré la puerta y solté el aire una vez dentro. Miré al bastardo traidor golpeando la tela de mis pantalones para salir.

—Ya, cálmate, cabrón impertinente. Hoy solo vamos a estar tu y yo compartiendo un poco de amor.

No sé cuánto tiempo estuve debajo del agua caliente, satisfaciendo mi necesidad, y no precisamente la de estar limpio. Pero cuando salí de allí, mi piel tenía ese tono sonrosadito y arrugado que parecía piel de cerdo, o trapo viejo, yo que sé.



SeokJin

No es que fuera un doncel pequeño, pero el maldito pijama me sobraba por todas partes, y ni pensar en remangar las mangas y perneras, porque la estúpida seda se deslizaba de nuevo hacia abajo nada más apartar las manos de ella. Lo único que tenía de bueno era la sensación satinada sobre la piel desnuda, una auténtica delicia. Que me sobraran como más de 15 centímetros en la cadera tampoco ayudaba a mantener el pantalón donde debería. Así que agarré mi pantalón, y como pude me metí en la cama. Mi cuerpo derrapó dentro del pijama una docena de veces antes de encontrar una postura cómoda, en la que aún permanecía dentro de mi pijama. Cuando me di cuenta de que estaba mirando directamente hacia la puerta del baño, tenía pocas ganas de moverme. Pero debería haberlo hecho, porque el diablo apareció para tentarme con el pecado.

No sé si fue mi estómago el que gruñó, o fue mi garganta la que intentó contener ese maldito ruidito, pero estaba claro que lo provocó el hambre. ¡Dios, qué pedazo, de trozo, de cacho, de porción, de parte de buena, magnífica, espectacular, tentadora carne tenía delante de mis ojos! Pero lo malo no era eso, lo malo era que tenía un conocimiento muy extenso de cómo se sentía esa dura carne bajo mis dientes. ¡Oh, sí! La había mordido, en varias partes. ¿Cómo resistirse a hacerlo solo una vez, y en un lugar nada más? Probé ese cuello, uno o ambos de esos hombros, un bíceps, ambos oblicuos (busquen ese músculo en un mapa del cuerpo humano, y babeen), y la nalga izquierda, amén de otra parte también dura, pero que no puede ser nombrada si hay menores delante. Todas, absolutamente todas esas partes eran pecaminosas de por sí, pero juntas.... grrrrr.

¡Oh, mierda! Estaba a un latido de mandar mi dieta y mis propósitos a la basura. Céntrate SeokJin, es tu jefe, y si te acuestas de nuevo con él, acabarás enganchado más allá de lo tolerable. Es un chico malo, recuérdalo. No es malo, si lo fuese no trabajaría para él. ¡Agh! Odio cuando mi cabeza se pone a discutir consigo mismo.

Seguí con la mirada los pasos de NamJoon, hasta que seguir haciéndolo revelaría que lo estaba haciendo. Espera, eso sonó raro. Agh, odio cuando no consigo encontrar palabras correctas para hacer una frase gramaticalmente correcta, valga la redundancia. Antes de golpearme mentalmente por ello, sentí las sábanas a mi espalda levantándose, y un peso acomodarse detrás de mí. Después escuché cómo NamJoon soltaba un pequeño suspiro, casi inaudible. Sí, lo sabía, eso iba a ser duro para los dos, pero teníamos que hacerlo, es decir, no hacerlo... Mmm, me odio a mí mismo, y lo que hago cuando no puedo controlar ni lo que pienso. ¡Maldito NamJoon!



Leo

Sabía que estaba apretando los dientes demasiado, pero no podía evitarlo. Ese tipo le había dicho a Alberto que NamJoon se había quedado a dormir en el hotel Celebrity con su nueva zorra. A mí nunca me llevó allí. Al principio follábamos en el despacho del club de su hermano, después, cuando me mudé a su casa, lo hacíamos en mi habitación. Sí, el cabrón tenía su propio cuarto, dónde dormía solo cuando no quería sexo. Solo dormía en mi cama cuando quería follar conmigo. Pero nunca me llevó a cenar al Celebrity, y mucho menos pasamos la noche allí. ¿Le importaba ese tipejo más de lo que lo hice yo? ¿Le daría a él lo que no quiso darme a mí? No, NamJoon no le daría a nadie lo que me dio a mí. Soy el que más tiempo ha vivido con él, y solo dos donceles vivieron en su casa.

Sé que lo estropeé, pero él no podía haberme olvidado tan pronto. ¿Reemplazado? Parecía que eso sí lo había hecho, y eso dolía. Yo le había amado como nadie, hice cosas por él que nadie sería capaz de hacer, y le perdí, porque no fui lo suficientemente inteligente para retenerlo, o porque él no fue capaz de ver que todo lo hice por él, por nosotros. Pero para mí ya era demasiado tarde para seguir lamentándome, aunque no lo era para hacerle pagar por lo que me hizo. ¿Darle información a Alberto sobre él? Lo hice encantado, porque sabía que Alberto le haría daño, mucho más del que yo podría hacerle y, sobre todo, porque ganaba puntos con él y Carlos. Ahora tenía un nuevo objetivo, una nueva meta, y era conseguir que Carlos ocupara el lugar que un día tuvo NamJoon. Sería mi protector, mi proveedor, y aunque no llegara a amarlo como hice con NamJoon, conseguiría todo lo que un hombre como él podía ofrecerme. Sin amor, todo era mucho más fácil.

Min's Family (NJ) 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora