NamJoon
No hacía falta ser un genio para saber que SeokJin estaba enfadado. Solo tuve que ver su cara cuando lo envié a casa. Pero no podía hablar con YoonGi con toda la libertad que el asunto requería, no sin desvelar más cosas de las que él podía saber. Una cosa es no trabajar para el FBI y otra muy distinta saber que estamos cometiendo actos delictivos. YoonGi tenía trazado un boceto del plan en su cabeza, y en él se incluía pagarle a Medina con la misma moneda. Teníamos que poner un espía electrónico en su casa, pero los Salazar eran unos paranoicos narcisistas, así que YoonGi tendría que ser retorcidamente brillante. Cuando todo estuviese hecho, si salía como esperábamos, podía decírselo a SeokJin, porque abríamos jugado con la legalidad, más o menos.
Estrategias aparte, lo que no me esperaba era que SeokJin me abriera la puerta de aquella manera. Aquel diminuto albornoz dejaba demasiada piel a la vista, y había un roto en la tela que dejaba entrever cierta parte que se acercaba mucho a... ¡Joder! ¿Y olía a chocolate? Llevaba toda la puñetera tarde tratando de sacar de mi cabeza la imagen que tenía de nosotros follando como salvajes en un maldito probador de ropa. Había estado algo distraído por eso, y había retrasado considerablemente toda la maldita reunión. Era tarde, demasiado tarde para hacer una visita a nadie, pero ¿qué hice? Cambiarme de ropa e irme a casa de SeokJin. Tenía que suavizar de alguna manera su enfado, intentar hacer que razonase sobre lo que podía saber y lo que no de nuestra forma de trabajo. Pero todo se fue a la mierda en cuanto abrió la maldita puerta. Me sacó de mis esquemas, tirándome directamente a la zona caliente.
Era un hombre de lencería: roja, negra, morada... Me daba igual mientras fuera tremendamente sexy y sugerente, pero aquello era cien veces más increíble que el conjunto más sexy de los que jamás hubiese usado Leo. Era eso, o que estaba en ese punto en el que cualquier provocación me haría explotar como una lata de gasolina. Lo único que podía restar sensualidad al asunto era ese extraño gorro de plástico que llevaba en la cabeza, pero mis ojos se alejaron de allí en cuanto su trasero apareció en mi campo de visión. ¡Ah, mierda! Este hombre no sabía con quién estaba jugando. Menos mal que tenía mi cartera bien abastecida de preservativos, porque iba a ponerlos a trabajar a todos en un segundo. Ropa, sobraba toda la maldita ropa. Empecé a sacarme la camisa mientras la seguía a ese diminuto sofá. Ah, no, ese ya le habíamos usado, pero quedaban muchos lugares en esta casa que quería estrenar hoy.
—¿Qué estás haciendo?
—¿Me recibes casi desnudo y pretendes que no haga nada?
—NamJoon esp... —Mi boca ya estaba sobre él y mis dedos trabajaban por liberar ese ridículo cinturón. Necesitaba llegar a esa suave piel sin más demora. Cuando deshice el nudo, abrí la bata para meter mi cara en su pecho. Mmm, chocolate, olía a maldito, estupendo y adictivo chocolate. Una pequeña lamida y ya lo tenía empotrado contra los cojines del sofá.
—NamJoon... para... tengo.... —No sé por qué, pero el «para» me congeló allí donde estaba. ¿De verdad no quería esto? ¿No estaba intentando seducirme? A ver, NamJoon, deja tu mente calenturienta a un lado, y escucha lo que tiene que decir.
—Lo siento. Si no quieres hacerlo...
—No es eso.
—¿Entonces?
—Tengo toda la cabeza cubierta de mascarilla capilar. Deja al menos que me dé una ducha y me lo quite. —Solté un maldito suspiro de alivio. ¡Joder! Ya creía que era el único cachondo de entre los dos.
—Dime que quieres que tengamos sexo.
—Pues claro que quiero. Pero no necesitamos pringar mi pobre sofá con algo que me costará horas limpiar. —Me levanté del sofá, tiré de él hacia mí y me lo cargué sobre el hombro. Sí, lo sé, me estaba repitiendo, pero es que era la manera más rápida de llevarlo donde quería, es decir, a la puñetera ducha.
—¡NamJoon!
—Has dicho que necesitas una ducha, pues vamos a ello.
Lo metí en el baño, le quité la bata y me deshice de mis pantalones y zapatos. Cuando estábamos en la ducha, me di cuenta de que no había abierto el agua para que se fuera calentando. Genial, agua fría, lo que necesitábamos en ese momento. Me quedé clavado contra la pared, y aunque los azulejos estaban fríos, no era lo mismo sentir el trasero helado que dejar que SeokJin se enfriara. Él se quitó el gorro ese de la cabeza, y su pelo quedó libre, dejando un profundo olor a chocolate en el habitáculo. Deslicé mi mano por él, sintiendo la cremosidad de la mascarilla bajo los dedos.
—Hueles a chocolate.
—Es cacao.
—Bueno, eso.
—¿Vas a besarme o qué?
—Olvidé abrir el agua para que calentara.
—A la mierda el agua. Aquí no podemos ensuciar nada. —Se puso de puntillas y me besó.
SeokJin
Como si fuera a dejar que saliera de mi casa sin comérmelo. ¿En serio? ¿Me enciende con esa boca pecaminosa y después me dice que si no quiero tener sexo? No sé cómo lo hace, pero es besarme como él lo hace, y entrar en ese lugar en el que no existe el retorno. O me lo como o... Solo eso, me lo como. ¿He dicho que NamJoon está bien construido? Dios, lo está. No tengo manos suficientes para ponerlas encima de él. Trabajaría como cartógrafo si él fuera el terreno que estudiar. No me importa no ser el primero, no me importa que esto termine y sea otro el que lo disfrute. Yo estoy aquí ahora, y voy a hartarme con todo lo que pueda saborear. Morir de un empacho de NamJoon parece una buena manera de dejar este mundo. Puede que algunos piensen que esto es pecado, que está mal... Pues iré al infierno. O mejor, que se vayan ellos.
Trepé por el cuerpo duro de NamJoon y él me sostuvo en sus manos, para dejar que me acomodara en su erección. ¿Preparado para recibirlo? Lo estaba desde que vi cómo se despojaba de la primera prenda de ropa. Solo saber lo que venía era suficiente para ponerme de 0 a 200 en milisegundos.
Fue rápido, duro e increíble, pero NamJoon no se detuvo hasta que me escuchó gritar su nombre con mi orgasmo. Y sonrió, de esa manera arrogante que decía «eso lo he hecho yo, nene». Y mierda, entonces entendí por qué Leo estaba realmente molesto por haberlo perdido. Podría no amarlo, pero que me corrijan si no valdría la pena tener de él solo esto.
Mis brazos empezaban a pesarme, y notaba como la fuerza estaba abandonando mis piernas. Pero NamJoon me sostuvo contra su cuerpo, como si él no hubiese hecho casi todo el esfuerzo.
—Tranquilo, te tengo.
Extendió la mano hacia la ducha, y dejó que el agua cayera lejos de nosotros hasta que tomó la temperatura adecuada, y nos metió bajo la cálida lluvia. Sus dedos se deslizaron entre mi pelo, haciendo que la mascarilla se desprendiera con delicadeza. Me sentí el objeto más valioso sobre el planeta, y fue entonces cuando sentí el brinco que me dio el corazón dentro del pecho. ¡No, SeokJin, no puedes enamorarte de él! No cometas ese error. Esto es solo sexo, y él no es el hombre adecuado.
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Min's Family (NJ) 3
FanfictionMafia, Rusia, NamJoon, Jin. LEER PROLOGO Adaptación Esta historia le pertenece a "iris boo" todos los créditos a esa persona. Yo no soy dueñx, yo solo lo adapto al Yoonmin. Cualquier problema que tenga, la eliminaré de inmediato.