17 - ASALTO

14 2 0
                                    

El reducido grupo en el que viajaban Laicea y los chicos llevaban todo lo que restaba de día caminando. No habían parado más que para comer algo y descansar un poco, pero inmediatamente después continuaron el viaje. Querían llegar al menos hasta Eri y pasar la noche allí. Laicea tenía momentos en los que el ánimo podía con ella y se alejaba un poco del grupo, pero a pesar de ello, se mantenía firme. Sara reconocía el camino que estaban atravesando, porque era el mismo por el que habían ido el día en que sus amigos dieron con ella después de que la elfa Salomé se la llevara para mantenerla a salvo. No llevaban mucho equipaje, pero aún así se encontraba extenuada, pues los continuos sueños y la energía empleada el día que dio su primera clase con Laicea habían hecho que se cansara demasiado, y aún no había recuperado toda su fuerza.

—Laicea me contó lo que ocurrió cuando el Fuego Dorado tocó la gema de sangre —dijo Nebraska—. Es impresionante.

—Sí, pero me cansé muchísimo, tanto como cuando tengo una premonición.

—Ya irás controlándolo —dijo Nebraska, emocionada.

Según parecía le encantaba que su amiga hubiera conseguido aflorar su poder.

Desde que se supo lo que Sara había hecho, Denver la miraba de una forma un tanto extraña, como si la evaluara. La chica sabía que el hermano de su amiga controlaba el fuego, al igual que ella, así que no sabía si sus miradas iban dirigidas con odio, envidia o simple curiosidad. Lo que sí era cierto, era que la noche en que impidió que se fuera se mostró mucho más cercano con ella, y no parecía que tuviera envidia en ningún caso. Era un misterio que tendría que resolver más adelante.

Una hora después de haber anochecido comenzaron a ver a lo lejos las luces del pueblo de Eri. Era un pueblo minero, cuyas familias se sustentaban gracias a las minas que había al pie de la montaña donde se asentaban. No era muy grande, por lo que pudieron diferenciar la pequeña posada en la que tenían pensado pasar la noche. El propietario, el Medio Espíritu más extraño que Sara hubiera visto jamás, les ofreció unas camas por una pequeña cantidad de dinero. Se llamaba Oruel y era un hombre con los ojos de cuatro colores. Uno de ellos era de color azul y marrón, dividido por la mitad. El otro ojo era verde y pardo, igualmente divididos por la mitad. Tenía un extravagante pelo gris muy revuelto y dirigido hacia todas partes, y sus dientes eran completamente amarillos. Sara pudo apreciar que Nebraska se quedaba impresionada al verlo.

—¿Qué ocurre? —preguntó entonces Sara.

—Luego te cuento —dijo, con los ojos completamente abiertos.

Algo realmente asombroso debía de ser si su amiga había reaccionado así.

El grupo se dividió en tres grupos: Denver y los Nacwar ocuparían una habitación; Erim, Laicea y Valia otra, y Nebraska y Sara se quedarían con otra para ellas dos.

—¿Qué ocurría antes en la recepción? —preguntó cuando ya estaban tumbadas en la cama.

—Ese hombre es un Multiespíritu. Jamás había visto uno.

—¿Qué es eso?

—Un Multiespíritu es alguien que domina más de una habilidad. Podría decirse que tú también eres un Multiespíritu, al fin y al cabo, eres la Portadora del Fuego Dorado y también de la Premonición. Pero lo suyo es diferente.

—¿Por qué?

—Bueno, siendo realistas, tu parecido físico con Galicea y que poseas al menos uno de sus poderes no debe ser algo que tomemos a la ligera; digamos que era algo que debíamos esperar. En cuanto a este hombre, es rarísimo encontrar un Multiespíritu. Creía que se habían extinguido.

—¿Qué habilidades posee?

—Pues seguramente tenga afinidad para todas las habilidades posibles.

—¡¿Todas?! —exclamó—. Así que también es un Portador, ¿no?

DESPERTAR - El camino del PortadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora