Capítulo 37

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Harry y Severus tendrían su luna de miel de 4 días en la pequeña isla griega propiedad de los Prince. Harry nunca había estado en Grecia y, aunque Severus técnicamente la posee ahora, nunca la había visto en persona.

De hecho, el lugar les fue recomendado por su tío Cassius, diciendo que era su lugar favorito en el mundo cuando era niño y quería que Harry y Severus experimentaran la belleza también.

Era una pequeña isla, habitada por generaciones de cuidadores de confianza. Harry y Severus pasarían unos días para ellos solos con todo el sexo que quisieran sin tener que temer que su hijo de tres años irrumpiera en cualquier momento.

Lo que les deja a Sebastian...

-Pórtate bien con tus padrinos, cariño-. Harry atrajo a Sebastian en un fuerte abrazo.

Sería la primera vez que Harry pasaría más de un día lejos de su bebé mientras estuviera despierto. El tiempo en el hospital no contaba. Era una experiencia nueva para el padre y descubrió que le costaba desprenderse de su hijo.

Y no sólo Harry. Severus tampoco había pasado más de un día lejos de Sebastian desde que formaron su familia. La última vez que pasó tanto tiempo lejos fue durante la primera semana, cuando regresó al Reino Unido para recoger sus cosas y mudarse a Australia.

-Te lo prometo-, murmuró cansado el chico, frotándose inconscientemente los ojos con su pequeño puño. -¿Vuelves pronto, por favor?-.

-Por supuesto, mi amor. Volveremos dentro de tres noches. ¿Tienes tu moño contigo? ¿Y tus libros? No te olvides de lavarte los dientes y comer, ¿de acuerdo?- divagó Harry, acariciando la mochila tortuga de Sebastián.

Severus se acercó tanto para tener su tiempo con su hijo como para salvar a su hijo de los aspavientos de su papá, sin darse cuenta de que probablemente se quejaría más si le daban la oportunidad.

-Dale un respiro, Harry-, regañó Severus ligeramente, con una pequeña sonrisa dibujada en el rostro antes de arrodillarse frente a Sebastian y acercarlo para abrazarlo.

-Te echaré de menos, principito- susurró Severus para que sólo Harry y Sebastian pudieran oírle.

El niño se acurrucó con sus padres durante uno o dos minutos antes de soltar finalmente a su precioso hijo, Severus lo meció lentamente en su regazo. Sebastian estaba medio dormido así que Severus tuvo que pasar al niño de tres años a los brazos de Hermione.

-Si pasa algo, lo que sea, asegúrate de enviar un patronus de inmediato. No me importa si es en mitad de la noche-, ordenó Severus, limpiándose despreocupadamente la túnica de estar arrodillado. -Harry te había hablado de su ansiedad por la separación, ¿no? Sebastian tiene nuestra foto, pero si se pone extremo, le he colocado unas pociones calmantes en la mochila-. En realidad fue Harry quien pensó en darle a su hijo la foto familiar para que el niño sintiera que seguían con él.

-No te preocupes, Severus. Cuidaremos de Sebastian. Disfruta del viaje- sonrió Hermione mientras frotaba círculos en la espalda del niño haciendo que Sebastián se durmiera enseguida.

-Ya nos vamos. Muchas gracias por tener a Sebastian unos días, chicos-. Harry tiró de Ron y Hermione para abrazarlos, acercándose a besar la cabeza de Sebastian al mismo tiempo.

Severus también se inclinó para dar un beso en la sien de su hijo dormido.

Con suerte, en menos de un año tendré otro, pensó Severus feliz.

Los recién casados llegaron a la casa de playa de Isla Prince, a sólo una hora en barco al oeste de Kos. Los recibió una mujer mayor que aparentaba más de cincuenta años.

FALLING INTO PLACE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora