Capítulo 15

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Harry sintió que alguien le apretaba el cuello y los hombros con besos y que unos dedos le acariciaban el pecho desnudo.

Suspiró y movió ligeramente la cabeza hacia un lado, dejando que la persona siguiera dándole placer.

Finalmente, Harry abrió los ojos y vio que su novio mayor lo miraba con intensa pasión. El mago más joven sonrió y levantó la cabeza para darle un delicado beso en la punta de la nariz.

-Buenos días, cariño-, saludó Harry con voz ronca y somnolienta.

Severus no pudo evitar gruñir mientras se inclinaba y lamía el labio de Harry, mordiéndolo ligeramente en el proceso. -Buenos días. Feliz cumpleaños, Harry-.

Harry miró al hombre sorprendido. Se había olvidado de que era su cumpleaños. Había estado tan ocupado organizando sus nuevas existencias y enviando entregas a otras boticas del país que no se había dado cuenta de las fechas.

-Se te olvidó-, dijo Severus divertido, dándole un picotazo en la frente antes de darse la vuelta para levantarse de la cama. -He hecho el desayuno. Fuera, ahora-. Ordenó con una sonrisa.

Harry ni siquiera se había dado cuenta de que Severus ya se había duchado y vestido. Miró la hora y vio que aún eran las ocho de la mañana, demasiado temprano para levantarse un sábado, sobre todo el día de su cumpleaños. Harry gimió y se dio la vuelta, boca abajo sobre la almohada. No había oído que Severus venía a pararse junto a la cama y golpear el trasero de Harry.

-Arriba, ahora-, rió el hombre, haciendo que Harry gimiera más fuerte pero lo siguió de todos modos.

-Molesto y exigente imbécil- murmuró Harry en voz baja. Severus lo había oído y le pasó un dedo por la frente.

Harry refunfuñó con desgana, secretamente complacido de que Severus se sintiera lo bastante cómodo como para dejar de andar con pies de plomo alrededor de Harry como para temer que pudiera irritar accidentalmente al hombre.

Cuando entró en el comedor, donde rara vez comían, prefiriendo hacerlo en la isla de la cocina, Harry no se encontró con unos simples huevos y beicon para desayunar, sino con todo un festín. Harry se preguntó a qué hora había empezado Severus a cocinar para haber hecho no sólo salchichas, huevos revueltos, beicon y tortitas, sino también gofres regados con sirope y arándanos, un bol de frutas, cruasanes, patatas asadas e incluso cazuela de desayuno con jamón y queso.

-¿Todo esto lo has hecho tú?-, se quedó boquiabierto un Harry descamisado.

Severus puso los ojos en blanco y sonrió, lanzándole a Harry una camisa negra. -Sí que los hice. Quería prepararte el mejor desayuno para tu cumpleaños. No te preocupes por las sobras. Los gemelos vendrán pronto. Merlín sabe que su apetito rivaliza con el de tu amigo Weasley-.

Harry sonrió a Severus, poniéndose la camisa que le entregaba y se dio cuenta de que en realidad no era suya, sino de su novio, lo que le hizo sonreír aún más.

Se paseó hacia el hombre y se puso de puntillas para darle un dulce y desordenado beso. -Gracias, Sev. Esto es maravilloso. Voy a despertar al monstruito. Le va a encantar-.

Severus soltó una risita cuando Harry saltó a la habitación de Sebastian. En momentos así, Harry se comportaba como un niño y Severus admitía que era adorable.

Harry salió de la habitación de su hijo con el pequeño encaramado a la cadera, los puños frotándole los ojos soñolientos y el pelo aún desordenado.

Cuando Sebastian vio a Severus, inmediatamente le tendió una mano a su papá pidiendo que lo cogiera en brazos. Severus cogió al niño y lo acercó a su pecho. Sebastian apoyó la cabeza en el hombro de su padre, chupándose el dedo. El niño aún no se había despertado del todo y Severus, meciéndolo ligeramente, hizo que Seb volviera a dormirse.

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