Capítulo 31

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Al día siguiente, Harry invitó a Hermione a comer... bueno, más bien la exigió. En su defensa, le hizo prometer que le contaría todo sobre su improvisada boda durante el almuerzo del domingo.

Así que Harry se sentó en una mesa dentro de un pequeño café a sólo dos manzanas del Caldero Chorreante, esperando a su amiga. Hermione llegó sólo unos minutos después, con la ropa probablemente transfigurada de su túnica de sanadora.

-Hola, Harry. ¿Dónde está Sebastian?- preguntó Hermione mientras se sentaba frente al hombre. Sebastian solía estar con Harry, así que cuando Hermione encontró a su amigo sin su ahijado, tuvo que preguntar.

-Severus lo está llevando a cortarse el pelo. Por lo visto, ya no le apetece tener el pelo largo-, dijo Harry con una mirada cariñosa. -He pedido para los dos. Te he traído su pasta de verduras, pensé que te gustaría-.

-Gracias... En fin, ¿querías saber qué ha pasado?-. Hermione nunca se inquietaba pero no podía evitar estar nerviosa. Ella siempre fue del tipo de persona que tiene sus planes primero y aunque sabía que Harry nunca se decepcionaría de ellos, Hermione aún esperaba que la perspectiva de su amigo sobre ella no cambiara.

Harry inclinó levemente la cabeza, otra costumbre que había heredado de Severus.

Hermione suspiró y asintió, justo cuando les traían la comida. Ambos dieron las gracias al camarero y Harry puso entonces muffliato. Le arqueó una ceja
-No estás embarazada, ¿verdad?-.

Hermione abrió mucho los ojos y negó rápidamente con la cabeza -¡Merlín, no!... y te pareces demasiado a Severus, es raro-.

Harry sólo resopló y le hizo un gesto a Hermione para que empezara a explicarse. Ciertamente sentía curiosidad. No ve ninguna razón por la que tuvieran que casarse de inmediato si ella no estaba embarazada. No todos los días tus mejores amigos anunciaban de repente que se casaron, y menos si uno de ellos tenía unas dotes organizativas que rivalizaban con las de Severus. Sencillamente, no era propio de ella.

Pero eso no significaba que Harry desaprobara su elección. Primero, no tenía derecho. Segundo, sería hipócrita por su parte, ya que su propia relación también había sucedido tan rápido. Y tercero, Ron y Hermione eran el uno para el otro. El matrimonio parece inevitable.

-Es gracioso, en realidad-, rió Hermione ligeramente. -Ron sólo quería declararse, pero luego... nos tomamos unas copas para celebrarlo y cuando nos despertamos a la mañana siguiente, ya estábamos casados-.

Lo que Hermione esperaba era una pregunta de seguimiento de cómo sucedió pero Harry sólo la miró incrédulo. Sacudió la cabeza distraídamente y volvió a mirarla fijamente antes de exclamar -¡¿Te emborrachaste?!-.

Hermione no pudo evitar soltar una risita indigna. Por supuesto, en eso se centró Harry. Típico.

-Sí, y quizás nunca más-, murmuró Hermione con un gruñido al final.

-Te. Emborrachaste-. Harry enunció palabra por palabra como si estuviera esperando a que Hermione dijera que era una broma. -¡Hermione! La primera vez que decidiste beber acabaste casada!-.

Harry se estaba riendo a carcajadas. Oh, esto era mucho mejor de lo que esperaba, pensó Harry. De todos sus amigos, Hermione siempre era la que se negaba a beber, diciendo que prefería su cerveza de mantequilla a la buena botella de Ogden's finest.

Hermione puso los ojos en blanco, pero las comisuras de sus labios se torcieron ligeramente, encontrando su situación un poco divertida... al menos ahora. Dos semanas atrás, probablemente había regañado a su nuevo marido durante días sólo por sugerir que descorcharan una botella de champán que cumplía dos años. Hermione siempre supo que no aguantaba bien el alcohol y por eso no solía darse el gusto de beber.

FALLING INTO PLACE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora