Capítulo 10

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Severus se despertó inquieto y sorprendentemente mareado. Se suponía que no debía ir a ese pueblo, pero gracias a Merlín lo hizo. De no haber sido por dejarse seducir por los raros ingredientes de pociones, Severus nunca habría encontrado lo que buscaba. Finalmente encontró a Potter y a su hijo, casualmente al mismo tiempo.

Aunque aún no habían hablado como era debido, y probablemente la noticia sólo caló en el escaso cerebro de Potter después de que éste se marchara, Severus se alegró de haber tenido a su hijo en brazos. Aún podía sentir el calor de su suave piel contra la suya.

Harry Potter había quedado con él en la taberna del pueblo a las once y media en punto. Su hijo, su hijo, sería cuidado por su vecina. Severus habría preguntado quién era exactamente esa vecina y sus cualificaciones para cuidar de su hijo, pero consiguió mantener la boca cerrada. Se dio cuenta de que no sabía nada de ellos ni de cómo vivían. No le haría ningún bien a Severus enfadar al padre de su hijo justo después de que accediera a su petición.

Severus no se dio cuenta de que se había duchado dos veces, peinado tres veces y tardado más de lo habitual en elegir su ropa. Merlín, me siento como un adolescente enamorado, se estremeció Severus. Ni siquiera sabía si el chico era gay. Es sólo Potter. Potter que por cierto resultó ser el padre de su hijo. Potter que resultó ser un joven muy atractivo. ¡Severus, basta!.

Tras una minuciosa charla consigo mismo sobre la discreción adecuada y una satisfactoria paja en el baño del hotel, Severus apareció veinte minutos antes en el mismo lugar que el día anterior. En lugar de su habitual abrigo y pantalón negros bajo una capa negra similar, optó por llevar una camisa de botones verde oscuro combinada con unos pantalones negros, renunciando por completo a la capa.

La Guarida del Dragón era fácil de encontrar, como la mayoría de las tiendas de la pequeña ciudad. Echó un cuidadoso vistazo alrededor y procedió a sentarse en la cabina más alejada. Severus debió de esperar unos diez minutos hasta que sonó la puerta principal.

Potter, vestido con una camisa blanca de cuello de pico y unos vaqueros negros, se acercó a él. El mago mayor sintió que los pantalones le apretaban. Agradeció que Potter nunca usara esa ropa en la escuela, ya que podría darle puntos a Gryffindor accidentalmente.

-Profesor-, saludó Potter con expresión neutra mientras se sentaba frente a Severus.

-Potter-.

-¿Ya almorzaste? Porque yo no. Tony hace un pollo asado y unas chuletas de cordero estupendos. Deberías probarlo. Yo invito-. Antes de que pudiera negarse, el mago más joven llamó al hombre que estaba detrás de la barra y pidió el pollo asado con puré de patatas para él y la chuleta de cordero para Severus.

-Pide por mí ahora, Potter. ¿Cómo puedes estar seguro de que me gusta el cordero?-. exclamó Severus, cruzando los brazos sobre el pecho y enarcando una ceja hacia Harry.

El chico soltó una risita. -Sé que le gusta el cordero, profesor. Te he visto comerlo durante años en el Gran Comedor-.

Severus no pudo evitar sonreírle a Harry -¿Cuánto tiempo llevas viéndome comer, Potter?-.

Potter tosió torpemente y Severus se alegró internamente de hacer que el joven se sintiera tan incómodo como él.

-En fin, ¿qué piensas hacer con todo este asunto?-. Harry cambió de tema, de forma bastante obvia de hecho.

-Quiero llegar a conocer a Sebastian, Potter. Aunque no haya sido concebido de la forma tradicional, sigue siendo mi hijo, de sangre y magia-, dictó Severus. Notó que Harry se sonrojaba al oír la palabra "concebido". Qué curioso.

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