POV SAMANTHA
No veía la hora de salir de aquí. Odio este lugar, ese maldito profesor no dejaba de hablar. Yo solo vi el reloj, esperando que marque las dos en puntos para irme.
Rocío no había venido hoy, está enferma, por eso mi día fue tan jodidamente infernal. En los recreos me fui a comer detrás de un árbol, no quería entrar a ese lugar donde mi hermana estaba comiendo en un grupo con sus mejores amigas y unas cuantas chicas. Recuerdo, cuando las veía así, iba corriendo, los abrazaba y luego insistía para ir a comer un helado. Tenían quince años y no eran tan apuestas como lo son ahora. Ahora son todas unas adultas, Mari y Laura unas mujercitas y Vicky toda una mujer, eso diría mi padre.
Me acerqué y no dije nada, mi hermana sabía que con mi presencia ya nos teníamos que ir, pero ya ni me miró y siguió con su estúpida conversación.
-Verónica... - Dije y todas voltearon a verme.
- Oh, Samantha, ¿Qué pasa?
- Pasa que me quiero ir a casa.
- Espera, ahora nos vamos - Dijo y siguió hablando. Me sentía como una maldita pequeña.
Todos estaban entretenidos en la conversación, solo quería irme y no iba a depender de mi hermana, ella usa su camioneta y pues yo usaré mis pies.
Empecé a caminar, caminar y caminar hasta casa. No quedaba cerca, pero tampoco lejos, sabía este camino perfectamente, pues siempre miro por la ventana cuando voy en el carro. Recuerdo cuando mi padre era quien me llevaba y cantábamos canciones juntos en el camino. Iba radiante y feliz a la escuela.
Ahora era todo diferente, era mi hermana quien me llevaba, siempre hablaba por teléfono o iba con música a todo volumen. Desafortunadamente, no teníamos el mismo gusto musical.
Llegué a casa, estaba cansadísima y subí corriendo las escaleras hasta encerrarme en mi habitación. Me di una buena ducha, salí y me puse lo más cómodo que encontré en mi clóset. Un suéter gigante que me llegaba hasta los muslos con un short corto que tapaba este y medias, dejé mi cabello ondulado se secara y me puse a ver televisión hasta que me quedé dormida.
Gritos me levantaron.
- ¡Verónica! ¡Ah! ¡Ah! - Gemía aquella chica. Dios, ¿Qué mierda le pasa a Verónica para hacer esto en nuestra casa? Maldita sea, justo cuando la vea la mataré.
Me puse los audífonos y puse la música a todo volumen. No soportaba más, quería escapar, quería irme lo más lejos posible. Le mandé un mensaje a Rocío preguntándole si iría al colegio, a lo que me respondió que sí iría. Bueno, al menos mañana no será como hoy.
Me levanté muy temprano, me metí al baño y me arreglé. Me puse un jean y un suéter con una bufanda. Hacía mucho frío, me hice una coleta alta donde salían algunos mechones rebeldes bajé. Maldita sea abajo se encontraba Victoria y Mari riendo. Mi corazón empezó a latir muy fuerte hasta que vi a mi hermana. Me dirigí a la nevera sintiendo sus miradas en mí y saqué una manzana.
- ¿Ya no das los buenos días, hermanita? - Dijo mi hermana, ¡imbécil!
- Buenos días los tuyos, ¿verdad? Digo, con la estupenda noche que tuviste ayer - Dije, Mari escupió el jugo de naranja que tomaba y Vicky soltó una carcajada. La había hecho reír, ¡sí!
- Samantha... - Dijo apenada.
- No, Verónica, deberías tener un poco más de respeto conmigo, ¡esta también es mi casa! Lo de ayer fue asqueroso, espero que no se repita o juro que llamaré mamá, le contaré de todas tus fiestas en su ausencia. Puedes hacer lo que quieras y con quien quieras, pero mientras yo no esté aquí.
- Perdón ¿Sí? Juro que no volver a pasar - Dijo arrepentida, yo solo la ignoré y me dirigí hacia la puerta. Iría a la escuela caminando otra vez.
Sabía que me arrepentiría después de esto. Seguí caminando hasta que sentí que una moto se posó a mi lado. Oh, Dios, es su moto.
-Samanta, no tienes que caminar. Si quieres te llevo - Dijo Victoria mirándome. Maldita sea, qué recuerdos las veces que decía que cuando se comprara una moto la primera persona a la que llevaría sería a mí. Malditos recuerdos.
- No gracias, no necesito tu simpatía, Victoria. - Dije y seguí caminando.
- Bueno, pues si sigues así, llegarás tarde, hoy todos tenemos una reunión con el señor Pique y no creo que quieras un regaño su parte - Dijo segura. Maldita sea, lo había olvidado.
Me acerqué a donde estaba y ella sonrió. Me subí y temblaba con la idea de que tenía que abrazarla por todo el camino. Solo me quedé quieta.
-Samanta ¿Es que acaso quieres tener un accidente? - Dijo. Bueno, la verdad sí - Agárrame si no te quieres caer - Estreché mis brazos y la abracé por detrás y arrancó.
La apreté mucho más fuerte en el camino hasta que por fin llegamos al colegio, sentí todas las miradas en nosotras...
¡Mierda! ¡Y más mierda!
Nota de autor:
Me emociona esta historia, es una de mis favoritas.
¿Qué les va pareciendo?
- Ymiko_GG
ESTÁS LEYENDO
YOU'RE MINE (Rivers x young miko)
General FictionSamantha Rivera y María Victoria Arellano. No tenían muchas cosas en común, sus edades eran distintas, sus maneras de caminar no coincidían y mucho menos la estatura. Nunca pensaban igual, tenían ideas muy diferentes y actitudes contrarias. María Vi...